Cada día el príncipe me hace leerle, libros que en lo personal me resultan aburridos, como si a mi me interesara saber estrategia militar. Y cada día es más extraño que el anterior, por ejemplo el otro día estábamos en el jardín caminando, cuando le príncipe me dijo: —Nuestro juramento te prohíbe desobedecer mis órdenes directas ¿no es así? Morirás si lo rompes. —Es correcto, su alteza. —Abofetéate hasta que te sangre la mejilla, es una orden. Lo malo de los juramentos, es que son más hechizo que otra cosa, mi mano tomo impulso lista para estrellarse contra mi cara, pero el príncipe me detuvo. —Olvida la orden que te dije —ordenó. Mi mano bajó, el príncipe soltó una fuerte carcajada y así ha sido, me ha pedido que un sin fin de cosas, que cumplo aún en contra de mi voluntad. Todas las mañanas desayuno con él, pruebo de su comida, todas las noches ceno con él y duermo en su cama, nunca me ha tocado, no de la forma en la que un príncipe debe de tocar a su doncella. Y e
-RHETT-Suelo ser un hombre que cede fácil a sus deseos, hay algo en Erys, que me hace querer poseerla, no tiembla ante mi, no llora, no ruega, no muestra reacción ante nada, ni siquiera chilló cuando le enterré mi daga en la palma, es demasiado obediente, demasiado tranquila. Salgo de la tina, envuelvo mi cuerpo en una bata, secándome, Erys necesita ser totalmente leal a mi, necesita confiar en mí, solo así las cosas saldrán como tienen que y es momento de demostrarle mi benevolencia, como su príncipe. Make entra y hace una reverencia.—Me mandaste a llamar, ¿qué deseas? —Envía guardias del ejército negro a Butler, que investiguen donde viven los Orson son una familia que tuvieron una hija pelirroja, tráeme al padre. —¿Vivo o muerto?—Vivo, por ahora —sonrió. Voy hasta uno de los estantes, tomo la nota, se la entrego a Make, la lee y pone cara de confusión. —Envía también dos guaridas al burdel de Mia Cox, que lleven a las mujeres que vinieron aquí a Linzava, eso es lo que tie
El príncipe me besa, su mano se aferra a mi cabello, su lengua invade mi boca.¿Debería detenerlo? Sí.Mi boca se mueve contra la suya, chocando una y otra vez, se separa de mi y me mira.—Me iré a lavar, quédate aquí y después nos iremos. Asiento confundida, ¿por qué me beso? ¿por qué le bese? Peor aún, ¿de quién era esa sangre? Estoy verdaderamente asustada, no puedo confiar en nadie, ni en mi misma.Me dejo caer en la cama, me enredo la capa en la cara y la aprieto, si muero todo estará mejor, siento mi respiración caliente, me quito la capa de la cara, hasta mi manera de suicidarme es patética.Me despeino el cabello desesperada, somos príncipe y doncella, lo que pasó es perfectamente normal, compartimos cama todas las noches, él es hombre y yo mujer, creo. Es normal, normal.El príncipe regresa, dos sirvientes entran para ayudarlo a vestirse, me hago la tonta y salgo de la habitación, ya sería demasiado verlo desnudo la misma noche.Paseo por los pasillos, sintiéndome estúpid
-RHETT- Erys me mira confundida.—¿Un regalo?—Sí, ya sabrás que es cuando lo veas.El carruaje se detiene y se asoma por la ventana.—Ya estamos en el rio —dice.Nos abren la puerta y bajo del carruaje, la tomo de la cintura cargándola para ayudarla a bajar del carruaje.—Gracias —dice cuando la dejo en el suelo.Los caballeros se empiezan a quitar las armaduras, lavándose la cara y el cuerpo.—Vamos al otro lado.Asiente con la cabeza, la jaló del brazo, caminó delante de ella, tomándola de la mano, nos alejamos de los demás soldados.—No deberíamos de alejarnos tanto, su alteza, puede ser peligroso. Me quito la camisa, ignorando su comentario, me desamarro la espada dejándola caer en el suelo, me desamarro el pantalón y Erys se voltea dándome la espalda, suelto una risa.—Su alteza, debería de viajar con armadura.Termino de quitarme el pantalón y me meto de lleno al río, me tallo la cara con las manos, observo la espalda de Erys, es bonita incluso de espaldas. —Tu deberías de v
Miro al príncipe confundida.—Entra, hagan lo que quieran, menos salir, te veo después. Entro a lugar con nervios, cierro la puerta, escucho voces y risas, sigo el sonido temerosa, mis ojos se van a las dos rubias identificas que están frente a mí sentadas en un sofá, pego un grito de emoción.—¡Camelia! —gritan todas abrazándome. —Chicas, ¿qué hacen aquí? —Las abrazo.Nos separamos, las miro emocionada sonriendo. —Fueron por nosotras, dijeron que teníamos que venir aquí y hacer sonreír a alguien —Lily dice.—¿Debo de llamarte su alteza? —Jazmín dice y nos hace reír a todas.—Sí —pestañeo y me abanico la cara juguetona.—¿Y cómo es? —Daisy me pregunta.—¿El príncipe? —Me siento en el sofá, Daisy asiente. —Normal. —¿Cómo un príncipe va a ser normal? —Dalia dice. —Ni tú eres normal ya. —Sí, está tela es muy cara —Jazmín dice acariciando la falda de mi vestido.—Yo nunca fui normal. —Ya enserio, ¿cómo es? —¿Es guapo? —¿Es verdad que está marcado por la bestia y todo eso? Pienso
El príncipe me besa, sube una de mis piernas a su cintura enredándola, me besa la mandíbula y el cuello, desata el listón de mi pecho, el corazón se me acelera, cuando su mano se desliza apretando uno de mis senos, me muevo incómoda. —Relájate, está bien —dice sobre mi boca. —Es solo que no estoy acostumbrada a que me toquen así —habló nerviosa. —Eso es bueno, te voy a enseñar algo, te gustará. Se pone encima de mi, sin dejar caer todo su peso, me besa. —Abre las piernas, confía en mí. Tomó aire y lo hago, acomodó las piernas en cada lado dejando al príncipe en medio, desliza mi ropa interior quitándola, vuelve acomodarse, me besa el cuello y toma una de mis manos, la lleva en medio de mis piernas, guía mi mano hasta mi intimidad, con su mano sobre la mía, abre mis pliegues, nuestros dedos se encuentran en un punto, suelto un jadeo cuando hace que mis me frote ahí, sigue besando mi cuello sin soltarme la mano. No se que sensación es, pero se siente demasiado bien, mu
Camino con Daisy del brazo, me pone discretamente un saco en las manos. —Guárdalo. —¿Qué es? —preguntó guardándolo en la bolsa de mi vestido. —Te lo manda Mía, es tu parte de lo que recibo del rey y un extra por si lo necesitas, escóndelo muy bien, no le digas a nadie que lo tienes, pensaba dártelo ayer, pero lo olvide. —Gracias y dale las gracias a Mia también. —Deberías de ir, todas te echamos de menos. —Trataré, pero necesito pedirle permiso al príncipe. No me dejará ir, ya me lo dijo. —Te estaremos esperando, verás que rica comida te prepararé. ¡Mira perfumes! —Me jala eufórica. Compramos dos frascos de perfumes, Jazmín se compra un vestido precioso, compró unos adornos para el cabello y jabón de lirios. —Oí que también hay mercado nocturno, deberíamos de venir, pero puede ser peligroso —Dalia dice. —Sí, vamos a comprar algo para comer —Lily dice señalando un puesto. Es de pan relleno, compramos de queso, mermelada y frutas, regresamos al castillo, subo a la ha
No se como lo hice, pero convencí a Rhett de ir al mercado nocturno, le acomodo la capa para que no se le vea mucho el rostro, me ato el cabello.—No hagas eso —demanda. —No quiero ir con los cabellos sueltos, solo es en lo que volvemos.Me acomodo la capa, tomo de la mano a Rhett, salimos del castillo sin que nadie nos vea, Rhett se pone detrás de mí, me toma por la cintura empujándome para que caminemos.—Tu deberías de ir adelante, eres el príncipe—le susurro.Y el hombre, si nos atacan el sabrá defendernos. —Yo no sé llegar al mercado Erys y fuiste tú la que me dijo que me olvidara de ser príncipe por una noche. Caminamos, es algo incómodo caminar de la manera en la que lo hacemos, por lo que le tomo la mano y hago caminar a mi lado, entramos al mercado.—Ten cuidado con lo que respiras, suelen aventar polvos mágicos para que compres. —Erys, estuve en la guerra por más de un año, creo que puedo cuidarme solo. —Aún así. Caminamos juntos, la gente nos mira de reojo, Rhett es d