29. Pasadizos.

Entro a mi habitación, estoy enojada, tengo ganas de matar al imbécil de Rhett, nunca había sentido tanta rabia, la puerta se abre y vuelve a azotarse.

Rhett me da la vuelta, está enojado, pero sinceramente no me importa, me agarra el cuello, volteo la cara cuando intenta besarme, me besa la mejilla y la mandíbula, saco la daga que William me regaló esta mañana y se la pongo en el cuello, sonríe.

—¿La besaste?

Me toma la mano y se entierra más la daga en la garganta.

Cada día está más loco.

—Esto que sientes, es lo que yo siento cada que otro te mira y te desea, ahora entiendes porque los quiero muertos, hoy casi matas a Agnes, ya me entiendes.

—Yo no quería matarla a ella, no podría importarme menos, te quiero matar a ti.

Me pega a él sin importarle que la daga lo lastime, me besa.

—No la bese, tampoco iba a hacerlo.

—No te creo.

—Yo solo quiero besarte a ti, todo el tiempo, solo morirá por ti.

Suelto una risa y me separo de él, tiene un rasguño en el cuello.
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