Queridos lectores, ¿Qué tal? Les escribo para decirles que en honor a nuestra historia, he creado un tablero en pinterest para que se sientan parte de la estética de la historia. Aquí les dejo el link.. https://pin.it/iwSm5RUxR - Love Rose 🥀
Rhett mueve una de las paredes de su habitación, enciende un quinqué, entramos por los pasadizos, me pego a su cuerpo abrazándolo por la cintura. —Erys, relájate, si me abrazas así no podré avanzar. —No quiero perderme —Lo aprieto con más fuerza. —No lo harás, te lo prometo, dame la mano. Lo hago y entrelaza nuestros dedos. —Necesito que te aprendas el camino, es el recorrido que harás. Caminamos un poco el quinqué alumbra muy poco, escucho un crujido extraño y vuelvo a pegarme al cuerpo de Rhett, se ríe. —Creo que eso fue una rata. —Dijiste que no había ratas en el castillo. —Dentro de este, Erys necesito que dejes de estar pegada a mi, no estas poniendo atención al camino. Suelta mi agarre, cambia nuestras posiciones, quedando él a mi espalda, me pasa el quinqué y me abraza por los hombros. —Hubieras hecho esto desde el principio. —Te guiare. —No me pierdas y tampoco me sueltes. —No lo haré. Me indica el camino, presto toda la atención en espec
William me arroja al suelo con un golpe, lo miro mal y se ríe. —Levántate. —Dijiste que serías bueno.—Mentí, levántate. Lo hago y me limpio la sangre del labio, William sigue riéndose. —No le digas a Rhett, no quiero terminar muerto. —No pensaba hacerlo, además está muy ocupado con su prometida, no lo he visto tanto estos últimos días. —¿Te molesta que esté con otra? Sí. Niego con la cabeza. —No, puede hacer lo que quiera, él es el príncipe y yo su doncella, no más. —¿Lo quieres? —No. —¿Cómo terminaste con él? Es algo que no entiendo. —Bruce me vendió a la casa de las flores, estuve ahí un año entero y el rey me compró para ser el “trofeo de guerra” del príncipe. William frunce la boca, se pasa la mano por la cara limpiándose el sudor. —Siento mucho que hayas sido tú la que terminó aquí y en especial que hayas tenido que pasar por todo eso. —No importa ya, ¿seguimos? William asiente con una sonrisa, Make entra nos mira y niega. —Debo de g
Rhett cierra la puerta a nuestras espaldas, me siento en la cama, el príncipe me mira, le sonrío, meto la mano en mi pecho y saco el frasco, se lo extiendo. —¿Era eso lo que querías darme? —Sí, ¿qué más sería? —escondo la sonrisa mordiéndome el labio. Me quita el frasco y se sienta a mi lado. —¿Confías en mí? —Sabes que si. —¿Qué tanto? —Mucho y ni siquiera se porque. Sonríe. —¿Recuerdas lo que me leíste sobre el mitridatismo? —Sí. —Eso es lo que estaremos haciendo tú y yo. Abre la boca dejando caer un par de gotas sobre su lengua y traga. —¡Rhett! —No me pasará nada, tú harás lo mismo, confía en mí. —¿Seguro que no pasará nada? —Te lo prometo. Abro la boca, deja caer dos gotas, el sabor amargo me recorre toda la garganta, hago una mueca y Rhett me besa, me acuesta en la cama subiéndome me encima sin romper el beso. —No, pídemelo —digo. —No, pídemelo tú. Me besa el cuello, me abro de piernas y las enredo en su cintura, me reco
Practico toda la noche con William según él, la rabia es buena compañera para el entrenamiento, terminó cansada, pienso en Rhett, pienso en lo que dijo Agnes, en lo que dijo su madre y en lo que dijo Lucille. Entro a mi habitación, Rhett está acostado en la cama jugando con una pelota. —¿Qué haces aquí? —Es mi castillo, puedo estar donde yo quiera. Me quito el arco, lo dejo sobre una mesita de noche, me acuesto a su lado. —Te estaba esperando, supuse que estabas ocupada con William y no quise interrumpirte. —¿A dónde fuiste? ¿Tardaste mucho? —¿Me extrañaste? —Yo no, tú novia si. —¿De qué estás hablando? —Me mira. —Estuvo preguntando por ti, le preguntó a Dolly, a Make y a mi, estaba como loca buscándote, hasta me invitó a su boda. —No irás a la boda, así que simplemente ignora lo que diga Agnes. —Como digas, iré a darme un baño, mañana Make, William y yo nos iremos muy temprano, es el día de… Me callo, el nunca me dice nada y yo le cuento todo, n
Regresamos al castillo, durante el trayecto solo pensé lo que pasó con Gerbera, me despido de Make y William, agradeciéndoles por acompañarme, subo hasta la habitación del príncipe, abro la puerta y lo miro, esta dando vueltas, me mira y se detiene. —Hola —Le sonrió. —Hola. Camino hasta él y lo rodeo con los brazos, me estrecha contra él con fuerza, hecho la cabeza hacia atrás para mirarlo, me besa la punta de la nariz. —¿Por qué traes esa cara? ¿No te divertiste con tus amigas? —Sí, pero pasó algo malo con una de ellas. —¿Qué pasó? ¿Quieres que lo solucione? Puedo hacerlo si te hace sentir mejor. —Reparte besos en mi cara. —Lo solucionaremos. Rhett frunce el entrecejo, lo tomó del cuello para que se incline hacia mí, me estiró para contarle al oído lo que pasó, aunque estemos solos, no se que tan bueno sea hablar de nuestras cosas en voz alta. —¿De verdad? —Sí, supongo que fue cuando nosotros estábamos en Slyth por eso no nos enteramos de lo que pasó. —¿
Cuando despierto, Rhett no está a mi lado, recuerdo sus palabras de anoche, aunque quiero creer que sus sentimientos tras esas palabras son reales, también pienso en la posibilidad de que todo hayas sido efecto de la poción. Voy a mi habitación a cambiarme, tomo mi arco y salgo rumbo al cuartel, de camino me encuentro con Rhett y Agnes, charlando y riendo en el jardín, comen fresas y bebe té. Ojalá el estúpido príncipe se atragante con una fresa y se muera. Los ignoro siguiendo de largo hacia el cuartel, donde Make y William en esperan, entrenamos toda la mañana y la tarde, practicamos con el arco y la espada, faltan dos semanas para el baile de invierno, por lo que debo entrenar mucho más. —¿Estás molesta? Estás entrenando con mucha euforia, más de lo normal. —No, no estoy molesta. —Sí tú dices. —William se ríe. Seguimos entrenando, los músculos me duelen por el ejercicio, por los golpes y caídas, pero aún con todo eso, no desisto, sigo entrenando tan bien como mis
Mi padre me arroja al suelo haciéndome caer boca arriba, escucho el grito de mis hermanas cuando el azote golpea mi espalda, una y otra vez, aprieto la mandíbula, tragándome el llanto. —¡Estás m*****a, no sé qué hicimos para merecer esto! —grita tomándome por el cuello, clavando sus ojos llenos de ira en mi. —Papá yo… —¡Callate, no podrás casarte, ni siquiera puedo venderte cual yegua, porque no eres una verdadera hembra! —grita en mi cara. Su palma se impacta con mi cara, abriéndome el labio, saboreo mi propia sangre, me toma por el cabello y me lleva arrastras afuera. —Un mes más Erys, te doy una luna más para que sangres, si no lo haces, yo mismo te mataré. Cierra la puerta de la casa, me quedo en el suelo, me limpio la sangre de la cara, la espalda me quema, pero no puedo hacer nada, me acuesto en la entrada, abrazando mis rodillas y me duermo, cuando amanece, es mi madre quien me recoge, me prepara un baño caliente y limpia mis heridas, no me dirige la palabra, no suele h
Mia me lleva a la planta alta de la casa, hay mujeres por todos lados, me miran y me sonríen, me lleva a un cuarto, donde hay tres mujeres rubias, un montón de ropa y un espejo gigante de cuerpo completo. —Ella es Lily. —Encantada de conocerte. —Ellas son, Daisy y Dalia. —Me señala a cada una. —Son mellizas y dos de mis más queridos retoños. Ambas me sonríen, les devuelvo la sonrisa con timidez. —Tu a partir de ahora te llamarás Camelia, ¿entendido? —Sí, Mía. —Serás la sensación, ya lo verás, ahora desnúdate. —¿Qué? -digo asustada. —Tranquila, solo es para ver que estés en perfecta calidad. —No creo que disfrutes lo que veras. —Me sincero. Alza una ceja, me desata el vestido y lo jala para que caiga sobre mis pies. –¡Por amor a los Dioses! ¿Quién te hizo esto? Mira las cicatrices de mi espalda y brazos, aunque puede que las recientes se curen, aún así tengo marcas blancas permanentes, tengo moretones en los brazos y en las piernas. —Tu padre no recib