Capítulo 1 Imperio

Recogía su largo cabello negro en una coleta alta. Era una molestia mientras ejercitaba su cuerpo en el gimnasio dentro de su propia casa. Todas los días al ocultarse el sol, Alessio Biachi entrenaba un poco antes de pasarse el resto de la noche en uno de sus antros.

Alessio descubrió qué, el mundo de los negocios era muy provechoso. No había mejor manera de conseguir alimento fresco que haciéndose el dueño de todos los antros nocturnos de Italia. 

Ya qué, estos se volvían muy concurridos por las noches, llenándose de jóvenes humanos de todas las edades. Y eso equivaldría a mucha sangre nueva. 

Desde luego que a él no le hacía falta tener que trabajar o llevar las riendas de todos esos antros… el dinero no era un problema para su bolsillo, siendo el rey de los vampiros poseia grandes fortunas. Sobre todo cuando asesinó a su propio padre, era una molestia para sus planes de convertirse en el líder.

Por ende, una noche lo enfrentó… llevándose la vida del hombre que le dio la vida. Total, si no lo hacia, él viejo lo hubiera hecho tarde o temprano. Y dado que no albergaba ningún tipo de sentimientos por el anciano, lo asesinó sin contemplaciones. 

Algunos vampiros carecían de sentimientos hacia la familia, la única empatía que podían sentir realmente era cuando encontraban  a su alma. Su otra mitad, con quién compartirían el resto de sus años de inmortalidad con una sola y única mujer. Al encontrarla ya no abría otra más en su vida. 

Desde luego ese no había sido su caso, dados todos sus años de vida en soledad. Y no es que estuviera ancioso por encontrarla, pero ya estaba aburrido de todas esas chicas con las que se acostaba. No se saciaba con ninguna, para variar sería bueno que su alma apareciera de una vez por todas.

Al terminar los ejercicios se dispuso a darse un baño y salir de casa. Condujo un Ferrari negro por las desoladas calles de Bérgamo, no le extrañaba que pocos sean los que vagaran por las calles. Algunos habitantes conocían la verdadera naturaleza que ocultaba la noche. 

Muchos pagaban altas cantidades de dinero solo para mantenerse seguros de no ser asesinados. Para poder ser indentificados llevaban un sello hecho con sangre en el dedo anular, los vampiros exclusivos se los hacían a ciertos humanos con buena estabilidad económica. De esta forma eran protegidos de cualquier otro vampiro.

Alessio no estaba interesado en ofrecer esos servicios, a él no le importaban los humanos… solo eran su alimento además, nunca le había dado de su sangre a nadie. Aparcó el coche delante del antro que solía frecuentar. Era muy lujoso, las letras del nombre del mismo eran hechas con luces de neón rojo. Bastante llamativo. 

Biachi entra al antro atraviado con un traje negro y camisa escarlata. El cabello lo llevaba recogido en una coleta llamando la atención de mujeres y hombres del lugar. El sitio estaba a reventar, tanto de humanos como de vampiros.

El hombre encaminó sus pasos directamente hasta la oficina en la parte de atrás. Primero se ocuparía de los negocios, y luego buscaría alimentarse con una hermosa humana. 

—¡Alessio! Le sonríe Dante.

Éste chico cataño era el mejor amigo de Alessio… a parte de eso, también su mano derecha y admistrador de (Biachi's) era el nombre que utilizaba para todos sus antros. Dante también era un vampiro, no nacido… este joven había sido atacado en la calle por un lacayo de un exclusivo, era nuevo en Bérgamo y no estaba al tanto de los movimientos nocturno.

Alessio lo encontró arrastrándose en la oscuridad de la noche bañado en sangre, estaba al filo de la muerte. El vampiro que lo atacó le había drenado casi todo el líquido de su cuerpo. Así que el magnate optó por salvarle la vida. Al final, se convirtió en su mano derecha. Y hasta los momentos le había servido bien.

—Es raro verte aquí, y no allá abajo buscando a una humana a quien drenarle la sangre. Responde Alessio.

—¡Lo haré! La noche es joven. Sonríe el muchacho. —Solo qué, he recibido la respuesta de Matteo sobre tu oferta.

—¿Y que ha dicho el muy infeliz?

—Lo mismo de siempre. ¡No! Responde serio.

Alessio sonríe sentándose en un cómodo sofá rojo de terciopelo que hay en la oficina. Hecha la cabeza hacia atrás pensando que Matteo era el único que se interponian en sus planes de ser el dueño global de todos los antros de Italia. Le había sido muy fácil apoderarse de todos los bares y antros, pero ese tío… si que era molesto el capullo.

El vampiro no quería venderle la propiedad en la que estaba interesado, aunque este le ofreciera las mejores ofertas. Llevaba muchos años queriendo adueñarse de ese lugar, pero el muy maldito siempre lo rechazaba. Y a decir verdad, ya se estaba cansando de sus rechazos. Tan solo si pudiera arrancar la maldita cabeza de ese cuerpo, las cosas terminarían bien. Pensó éste.

Ser un vampiro no era tan fácil, al menos para uno exclusivo. Habían reglas que se debían cumplir, y una de estas era que estaba prohibido que un vampiro asesinara a otro (si el caso de que el enemigo fuese un vampiro exclusivo o nacido) para el resto, sus vidas eran inciertas. Propensos a ser asesinados en cualquier momento.

Se le decía vampiros exclusivos aquellos que eran elegidos directamente por un vampiro nacido y mordidos para convertirlos en vampiros semi poderosos… el caso de Alessio era distinto,  el era un nacido… y era el último que quedaba de su especie.

Desde luego qué, esta regla no aplicaba para Biachi, el era el Rey podía asesinar a quien le viniera en gana. Solo que había un pequeño detalle, hace muchos siglos el optó por mantener ocultó su verdadero ser. Para el resto de los vampiros solo era un vampiro más. Por tal motivo las ganas que tenía de arrancarle la cabeza a Matteo le era imposible. Ya que el muy maldito era exclusivo.

Al hacerlo… se daría a descubrir quién era. Y no estaba dispuesto a ello. 

Ya que unos siglos atrás, Alessio era acosado por cazadores humanos que intentaron por todos los medios eliminarlo. Por más que este acabará con cada uno de ellos cada vez que lo encontraban, seguían apareciendo más y más. Las generaciones de estos siempre lo terminaban por encontrar.

Era agotador para Alessio lidiar con esos cazadores, no por temerles, sino por la molestia de tener que acabar con sus patéticas vidas. Desde luego que aún existían quienes intentaban eliminarlo, ya que había encontrado a muchos vampiros muertos en la calle, sin cabeza y con un oyó en el corazón. 

Para su mala fortuna, el último cazador descubrió su oscuro secreto. 

Por ende, Biachi decidió ocultar quien era. Volviéndose un vampiro exclusivo pero de nombre. Hasta los momentos había funcionado su plan, hacía mucho que ningún entrometido humano lo había descubierto. Llevando una vida prácticamente normal. Pero bien que sabía que ellos continuaban allí afuera, esperando a por él.

Un desliz… y tendría a todos esos capullos detrás de él.

—¿Qué piensas hacer? La pregunta de Dante lo saca de sus cavilaciones.

—¡Iré a visitarlo! Sonríe. 

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