Prefacio
El clima era templado ese día del mes de octubre en Bérgamo (Italia)… Jessel Cárter salía de su trabajo un poco más tarde de lo usual. La joven mujer de 30 años trabajaba cuidando a una anciana en su casa. Pero justo ese día, la hija de la señora regreso tarde a la residencia, lo que le resto tiempo y luz del día a la empleada para volver a la suya propia.
A Jessel no le agrada caminar hasta la estación del tren cuando comenzaba a oscurecer. Por dos principales razones, la primera esta rubia llevaba un peso extra en su vientre. La mujer contaba con 8 meses de embarazo, era una ardua tarea hacer el viaje a pie desde su trabajo hasta la estación, su barriga era demasiado grande como para esas andanzas. Y dos, porque se aproximaba el invierno y con el, el imponente y despiadado frío.
Apresuro sus pies por el camino, tan solo le quedaban unos 20 minutos para tomar el tren de regreso a casa. Jessel era madre soltera, el padre del bebé al conocer la noticia de su embarazo decidió abandonarla. Por ende, la mujer se hizo cargo de ella misma y del bebé.
Por fortuna en su trabajo no tuvo problemas, la aceptaban estando embarazada. Pero sospechaba que la hija de la señora llegaba tarde a casa a propósito, solo por el hecho de que ella estuviera en cinta. Lo único positivo de aquello era que le pagaban bien, y con lo que llevaba reunido podría pasar algunos meses sin tener que trabajar.
La rubia oyó el furgor del tren a lo lejos, le faltaba muy poco para llegar. Las calles de Bérgamo se encontraban desoladas a esas horas, agradecía que los faroles mantuvieran encendidas sus bombillas.
Camino más a prisa, cuando de la nada las luces comenzaron apagarse una por una. La rubia se detuvo un segundo para mirar hacia todos lados. Y optó por intentar correr, pero dado el peso que llevaba encima le resultó imposible.
Una brisa helada paso muy cerca de ella, como si alguien pasará a su lado a velocidad de la luz… algo que le resultó imposible. Ella continúo haciendo el intento de correr, cuando una figura masculina apareció delante de ella como por arte de magia. Jessel se detiene con el corazón en la boca, y el bebé no paraba de revolverse en su interior.
—Holaaaa, lindura. Le dice aquel hombre oculto en las sombras. —¿Porque tanta prisa?
—¡Por favor! No me haga daño, llevese mi bolso pero déjeme ir.
—No me interesa tu bolso, preciosa. Sino algo más dulce.
Jessel observa un par de brillos entre las sombras, parecían sus… ojos. La mujer intento retroceder lentamente. Entonces de la nada aquel sujeto llegó a ella tan rápido que apenas y lo vio moverse.
Al tenerlo tan cerca la rubia pudo ver sus ojos, eran amarrillos y escalofriantes. En cuanto el tío sonrió Jessel se fijó que de entre sus dientes sobresalían dos afilados colmillos, como los de un vampiro. Pero ellos no existian, se dijo internamente.
—¡Por dios! Exclama temblando.
—El no te salvara.
Luego de esas palabras ella pudo sentir como el sujeto encajaba esos colmillos en su cuello. El pinchazo había sido muy doloroso, la mujer sentía como se debilitaba. No comprendía que estaba pasando y porque ese hombre la había mordido, pero si realmente era un vampiro la estaba dejando sin una gota de sangre.
Y entonces fue cuando ella sintió que le quitaban de encima a su atacante. Jessel cayó al suelo, sintiendo un punzante dolor en el vientre. Miro hacia un lado y de lejos noto que otro hombre había aparecido y este clavaban algo en el pecho del sujeto que la atacó.
Ella solo pudo llorar ya que no entendía lo que estaba sucediendo, lo único que sabía y sentía era que su bebé no estaba bien. Llevando una mano a su sexo noto que estaba húmedo. Y fue que se dio cuenta que había roto fuente, allí en medio de la calle.
Sintió unos pasos fuertes acercase a ella giro rápidamente para enfocar sus ojos en aquel hombre. Era alto, un poco musculoso de rasgos fuertes. En su mano llevaba una enorme espada que goteaba sangre.
—¡Por favor! Ayúdeme, creo que voy a tener a mi bebé. Le suplico llorando.
El extraño no le decía nada, no podía ver muy bien su rostro. Pero creyó que era de los buenos porque sino, no la hubiera ayudado. Pero su silencio la estaba perturbando y los dolores cada vez eran peores.
—¡Aaaahhh! Gritó la rubia tumbandose en el suelo.
Ésta comenzó a pujar, no tendría de otra que tener al bebé el plena calle. Jessel vio como aquel hombre se arrodillaba delante de ella abriendo sus piernas y rasgando los pantalones de tela. En un par de minutos la rubia pujaba con todas sus fuerzas, hasta desgarrar su garganta.
Obteniendo como resultado el llanto de un bebé… agotada y debilitada medio se incorpora para conocer a su hijo.
—¿Está bien? Pregunta al hombre que sujetaba al bebé.
—Si. Responde a secas.
—¡Qué bien! Sonriente. —Su nombre será Lia… Lia Cárter.
La mujer cae al suelo mientras que el sujeto corta el cordón con una navaja, para luego tomarle el pulso del cuello a la madre… pero ya no tenía pulso, la mujer había muerto. Giro el rostro hacia el otro lado notando dos huecos de mordidas de vampiro.
Después de todo, ella no estaba tan muerta… solo era cuestión de tiempo para que se pusiera en pie y atacará a su propia hija. Noah, observó a la pequeñaja que tenía entre sus brazos, su madre había sido mordida por un vampiro exclusivo cuando estaba embarazada. La infección de la bestia ya había llegado hasta el sistema de esa niña.
Se puso en pie, saco su espada y en una sola estocada corto el cuello de Jessel desprendiendolo del resto. Miro a la infante entre sus brazos.
—Lia Cárter. Dijo en susurro. —Me servirás híbrida.
Tomo el bolso de la madre, envolvió a la criatura con una bufanda de la misma y desapareció del lugar antes de que algún otro vampiro oliera toda la sangre que brotaba de la rubia muerta.
Recogía su largo cabello negro en una coleta alta. Era una molestia mientras ejercitaba su cuerpo en el gimnasio dentro de su propia casa. Todas los días al ocultarse el sol, Alessio Biachi entrenaba un poco antes de pasarse el resto de la noche en uno de sus antros.Alessio descubrió qué, el mundo de los negocios era muy provechoso. No había mejor manera de conseguir alimento fresco que haciéndose el dueño de todos los antros nocturnos de Italia.Ya qué, estos se volvían muy concurridos por las noches, llenándose de jóvenes humanos de todas las edades. Y eso equivaldría a mucha sangre nueva.Desde luego que a él no le hacía falta tener que trabajar o llevar las riendas
—Llegas tarde Lia. ¡Joder! ¿Hasta cuándo?—¡Lo lamento!La joven de cabello color miel, ojos azul oscuro mira en dirección al piso, mientras es reprendida por su jefe… aquel vampiro era muy cruel para con sus empleados. No toleraba faltas, y eso que solo se había retrasado 5 minutos.—No me digas que lo sientes, con un demonio. ¡Me tienes harto!—No volveré a llegar tarde, se lo prometo señor Matteo.—Estupida, vete a trabajar. ¡Eres una idiota! Masculla.
Tres copas ya se encontraban en el cesto de los desechos. Los nervios que sentía Lía después que toparse con aquel hombre la dejaron tensa. ¿Porque se sentía así? Jamás había experimentado una sensación como esa con ningún vampiro. ¡Era extraño!Continuaba sirviendo tragos pero no se quitaba de la cabeza a ese sujeto.—Vamos chica, mueve ese bonito trasero. Le apremió la morena a su lado.—Si. Si. ¡Voy!El bar cerraba unas horas antes del alba. Lia recogía sus cosas para regresar a casa, luego de alimentarse salió del bar. Y en cuanto lo hizo ese hombre que habia visto en el bar se encontraba reco
Sus colegas exterminaron a muchos vampiros nacido y exclusivos. Creadores de humanos malditos… pero ninguno de estos era en rey. Era muy astuto como para dejarse atrapar. Y dada su desaparición, a Noah se le estaba terminando la energía y vitalidad para darle caza. Ya no era el mismo crío de hace 30 años…Necesitaba encontrarlo pronto, antes de que sus días terminarán. Muerto del sueño se tumbo en la cama, Lía despertaría en algunas horas. Eso le daba tiempo para descansar.[...]La tarde llegó, arrazando rápidamente con la luz del día… Lía se levantó de la cama al escuchar pasos y ruidos fuera de su habitación. Al salir al corredor del pasillo se topó con un apestoso o
—¿Qué haces estúpida perra? Vocifera el tío.Intento quitarse a Lia de encima, pero ésta enrrollo sus piernas en la cintura del sujeto por la parte de atrás mientras se alimentaba de él. Para ella era difícil de controlar su sed de sangre, sobre todo cuando mordía directamente a un vampiro.En el trabajo tomaba sangre en vasos, no era lo mismo que succionarla directamente de un cuello. A parte que no comprendía porque no lograba saciarse, y cuando se lo mencionó a Noah este no le respondió. Solo la evadió. ¿Quien era ella?La castaña soltó a su atacante quien cayó al suelo. Lia respiraba agitadamente, sus manos y parte de su cuello estaban salpicados en sangre. Observó al suj
Lía trago saliva en seco. ¿Qué querría decir con eso? Se pregunto. Su corazón no paraba de latir como loco. Mientras ese hombre la mantenía acorralada como un servatillo cuando esta siendo cazado por un depredador… ¡Ay por todos los demonios! También eres un maldito depredador se reprendió la joven.—¿Me quieres lastimar? Pregunto con cautela.—¡No! Pero si tú me lo permites, lo haría gustoso. Sonríe con malicia.Los ojos plateados de él se volvieron más brillantes, casi blancos. Llevaba el cabello suelto y su altura la intimidaba.—¿Quien eres? ¿Cuál es tu nombre?—
Alessio regresaba a casa justo a tiempo. El sol ya estaba por ponerse. Como todos los días el mayordomo lo esperaba en la entrada, pero ese día Dante también lo acompañaba.—¿Donde te has metido?—He estado ocupándome de un asunto.—Sobre mujeres, seguro. Sonríe el joven.—¿Porque no te has ido a dormir? Ya está por amanecer.—Te espere mucho rato en el antro y nunca apareciste, tengo noticias de Matteo.—¿Y que quiere ahora? ¿A cambiado de parecer?—No lo se… Solo quiere verte a por la n
Alessio pillo que Lía se acercaba a la mesa con más tragos. No le quitaba los ojos de encima cuando ella comenzó a dejar las copas sobre la mesa. De pronto el italiano sintió como la pelirroja a su lado introdujo la mano debajo de sus pantalones tomando su pene sin pudor alguno. Eso sí que no se lo esperaba.Y de la nada…Un líquido helado cayó sobre él y la tía pelirroja que tenía casi encima.—Pero bueno estúpida, ¿Qué coño crees que haces cabrona? Le grita la mujer quitándose los hielos de encima.—Se me ha caído la bebida. Responde inocente una Lía pero con ojos de malicia.