El joven doctor Omega; Lucas Chambers, solo deseaba hacer realidad su sueño de tener un bebé luego de un matrimonio fracasado y una pérdida dolorosa. Él se somete a un procedimiento de reproducción asistida para quedar embarazado, pero, con lo que jamás contó, fue con la inesperada aparición del donante no-voluntario de su exitosa inseminación artificial, el cual demanda formar parte de la vida del bebé que lleva en su vientre. ¿Podrá Lucas superar la adversidad que se materializa en su oficina un día y se hace llamar a sí mismo “el otro padre biológico de su hijo”? Para su mala suerte, Nathan Sallow es un alfa perseverante que no acepta un “NO” como respuesta. Y, como si eso no fuera suficiente, un espeluznante y misterioso Alfa aterroriza a la población del condado, con sus crueles ataques en contra de los desafortunados Omegas que caen en sus garras. ¿Podrá Lucas Chambers manejar la presión de ser el doctor que atiende a las víctimas de «La bestia», a la vez que puede ser una de sus potenciales víctimas?
Leer másNATHANLucas lucia glorioso mientras sostenía a nuestro bebé entre sus brazos. Su rostro inflamado por el llanto empezaba a recuperar su color natural. —¿Cuánto tiempo estuve inconsciente? —Me preguntó.—Ha pasado más de una semana desde que te intervinieron, la cesárea fue inevitable considerando tu condición crítica, cielo.Lucas asintió quedadamente.—¿Qué sucedió con… ese hombre? —su voz tembló un poco al mencionar a “La Bestia”. Lo observé con tristeza, recordando todas aquellas sensaciones que aún me causaban pesadillas por las noches. Apreté los labios en un gesto involuntario. «Odiar» era una palabra muy poderosa, así que no la utilizaba a la ligera, pero, a ese maldito sí lo odiaba. —No sobrevivió, pero, por ahora, es mejor que no pienses en ese tema, ya hay alguien haciéndose cargo del caso…Fue el turno de Lucas de mirarme con preocupación. Sé lo que piensa. Él no sabe como sacar a colación el nombre de mi padre y su participación en todos los crímenes contra los Omegas
LUCASLa oscuridad era aterradora. Podía sentirla arrastrándome hasta el fondo de un vacío vicioso, si no fuera por la punzada que sentí en mi vientre, jamás habría abierto los ojos.Los párpados me pesaban, tal y como si estuvieran atados a un par de bloques de concreto, pero, cuando conseguí abrir los ojos, fui recibido por el color blanco más estéril que hubiese visto en mi vida. Junto a mí, el sonido incesante de una máquina de signos vitales fue mi saludo de bienvenida.Mis manos se posaron sobre mi vientre por inercia.Pero algo había cambiado…Algo era extraño…Algo hacía falta…Mi corazón se saltó un pálpito o dos… mientras las yemas de mis dedos frotaban aquel lugar donde debía encontrarse mi pequeño bebé.Bajé la mirada para corroborar si la horrible sensación en mi cuerpo era real. Y lo confirmé. Mi enorme vientre había desaparecido.Las lágrimas empaparon mi rostro contraído por el dolor.—¿Dónde está? —Murmuré con un hilo de voz—. ¿Dónde está mi cachorro?Intenté reincor
NATHANLos disparos resonaron en el aire una vez más, acabando de lleno con mi cordura.Mi corazón dio un salto en mi pecho mientras observaba cómo un par de sombras emergían de la casa.Una de ellas estaba siendo arrastrada, obligada a dar pasos inciertos, y mi corazón se hundió al reconocer a Lucas.La furia y la angustia se apoderaron de mí en un instante. Sentí una oleada de calor recorrer mi cuerpo, y mis ojos se tornaron amarillos, revelando al lobo pura sangre que habitaba dentro de mí. Sin pensarlo, sin racionalizar, corrí hacia el imbécil que se había atrevido a llevarse a Lucas de su casa, y lo hice a una velocidad sobrehumana.Cada paso que daba resonaba como un trueno en la noche silenciosa. La adrenalina corría a borbotones por mis venas, nublando todos mis pensamientos excepto uno: llegar a tiempo para salvar a mi querido Omega y proteger al pequeño cachorro que crecía en su vientre. Mi corazón latía con una furia igual a la de un lobo en su caza, y mis sentidos se agudi
—Necesitamos toda la ayuda que puedas ofrecernos —dijo Jude, quien estaba a mi lado en la oficina del comisario.—Jude, amigo, sabes que dirigir una comisaría es un trabajo que requiere un accionar coordinado porque nos llegan al día entre dos o tres situaciones que requieren nuestra atención. Ya me informaron que hay un agente a cargo del caso del Omega embarazado. Tenemos otros casos pendientes así que no podemos poner a disposición de tu amigo todos nuestros recursos dejando de lado a otros ciudadanos. Ayer asesinaron a un Alfa en un bar, y a otros dos murieron en un accidente de tránsito.La calma con la que hablaba estaba comenzando a encender mi furia. Su tono de voz insinuaba que encontrar a Lucas no era una prioridad debido a su condición de Omega. Y eso explicaba por qué un desalmado como "La Bestia" seguía libre en las calles.Apreté los puños con fuerza y clavé mi mirada en el comisario con una intensidad abrasadora. El comisario era un Alfa común, por lo que se sintió incó
LUCASLos estridentes gritos, cargados de enojo, me sacaron de los brazos de Morfeo. De repente, me encontré en el suelo, acurrucado, dándoles la espalda a las dos personas que discutían acaloradamente al otro lado del pasillo.—¡Maldición! ¿Qué te pasó por la cabeza al traer a este Omega aquí? ¿Tienes idea de quién es?Esas palabras rompieron la niebla en mi mente. Mis recuerdos eran un caos, pero al menos sabía lo que estaba ocurriendo, aunque no tenía ni la menor idea de dónde me encontraba. Un escalofrío de horror recorrió mi cuerpo.No tenía ni idea de cuándo perdí el conocimiento, pero ahora estaba en ese rincón, siendo el espectador silencioso de una discusión que no hacía más que confundirme. El miedo me tenía atrapado en una pesadilla interminable.—Recuerde que fue usted quien me pidió encontrar a un Omega embarazado. Tanto usted como sus amigos querían algo diferente a los jóvenes Omegas de siempre —murmuró el hombre con frustración, su voz rebosante de rabia—. Lo he estado
NATHAN.—Rob, no olvides mi impresora y la laptop vieja que guardo en el tercer cajón de mi despacho —le recordé a mi joven asistente mientras continuaba empacando cajas con la eficiencia que siempre lo caracterizaba.Hoy, sentía un alivio especial. Finalmente, estábamos haciendo realidad mi decisión de trasladar mi lugar de trabajo a la casa de Lucas. Estar cerca de mi Omega, especialmente ahora que se encontraba en las últimas semanas de su embarazo, era crucial para mi tranquilidad y la suya.La tarde descendía sobre nosotros, y el sol arrojaba sus últimos destellos de calor antes de desaparecer en el horizonte. Casi habíamos terminado de empacar cuando recibí esa llamada.Era Julie.Un sobresalto recorrió mi cuerpo al ver su nombre en la pantalla. Julie rara vez me llamaba, a menos que fuera una emergencia relacionada con Lucas. La ansiedad me inundó mientras contestaba la llamada, y mi voz temblaba, presagiando lo peor.—¿Julie? ¿Qué sucede? —pregunté, tratando de ocultar mi crec
LUCASHan pasado dos días desde que a Nathan le dieron el alta luego del aparatoso accidente en el que se vio envuelto gracias a algún lunático que se dio a la fuga sin dejar rastro. En consecuencia, él tenía que seguir usando el cabestrillo en su brazo durante un par de semanas más, cosa que lo ponía un poco más irritable de lo usual cuando se trataba de las tareas del hogar.Miré por la ventana de la cocina hacia el pequeño patio de mi propiedad, sintiéndome particularmente nervioso hoy. Y para ser honestos, ¿quién no se sentiría así después de todas las emociones intensas con las que había tenido que lidiar durante las últimas semanas?—Desearía poder prepararte el desayuno, cielo —dijo el adorable e imponente alfa que tanto quería desde la mesa con un puchero en los labios—. Me siento como un inútil, sentado aquí sin hacer nada.Puse los ojos en blanco, pues, sabía que Nathan estaba tratando de ser amable, pero no me gustaba que se sintiera culpable por no poder hacer las cosas. M
LUCAS—Muchas gracias, Jude. Lamento haberte llamado a estas horas —dije mientras avanzaba a paso rápido por el jardín delantero. La inquietud por el estado de Nathan me consumía por dentro.Mi mejor amigo, Jude, se apresuró a mi lado para acompañarme el resto del camino hasta su auto. El voluminoso vientre de mi última etapa de embarazo dificultaba mis movimientos, y agradecí su apoyo.—Lucas, no te preocupes por eso —me tranquilizó mientras me ayudaba a subir al asiento del copiloto—. Aunque debo admitir que tu llamada me tomó por sorpresa. Sonabas muy angustiado, ¿qué pasó?El suave roce de la mano de Jude sobre mi cabello me reconfortó ligeramente, disminuyendo mi tormento interno.—Nathan tuvo un accidente y lo llevaron al hospital de Med. Por favor, ¿puedes llevarme hasta allá?Jude asintió sin dudarlo.—Claro, te llevo. Pero dime, ¿qué tipo de accidente fue?Mientras formulaba su pregunta, se movió con agilidad hacia el otro lado del vehículo y se aseguró de que mi cinturón de
LUCAS—Cielo, ven a dormir, ya es tarde —susurró Nathan con voz cálida mientras rodeaba con ternura mi vientre de ocho meses, acercando su cuerpo al mío. Su presencia siempre me reconfortaba, pero en esta ciudad, donde el misterio y la inquietud se entrelazaban, su abrazo se volvía aún más imprescindible.Sonreí con amor ante la manera en la que me llamaba "cielo". Desde que nuestra relación había evolucionado, aquel apelativo cariñoso se había convertido en una muestra constante de su afecto por mí. Ahora éramos una pareja oficial, algo que ambos celebrábamos con orgullo.Como cada noche, me encontraba frente a la ventana, mi mano apartando la cortina blanca que apenas nos brindaba algo de privacidad. El vecindario residencial en el que vivíamos solía ser tranquilo y seguro, pero desde hace un par de semanas, una inquietante sensación de ser observado me atormentaba en mi propio hogar. Sin embargo, no quería preocupar a Nathan con eso; sabía que se pondría ansioso y tomaría medidas d