✧LUCAS✧
Desde el fatídico día en que recibí los resultados de mi examen de casta, mi vida dio un volantazo estrepitoso. Poco después de haber cumplido diez, todos mis sueños se vieron truncados cuando mi padre lanzó frente a mí la hoja que le llegó del laboratorio. Él esperó esos resultados con ilusión durante dos semanas, así que enterarse de que su único hijo, el cual estaba casi seguro sería un alfa, resultó ser un débil e inútil Omega. En la sociedad en la que vivo, los Omegas representaban el diez por ciento de la población total. Según las últimas encuestas realizadas, aquel número iba en descenso. Lo cual es extremadamente preocupante para la casta dominante, pero no tanto para los betas, quienes veían con buenos ojos que la sociedad de alfas se viera erradicada en su totalidad, al punto, de que la pirámide social predominante diera un giro en conveniencia a sus intereses. En la cima se encontraban los Alfas pura sangre, seguidos de los alfas comunes, los betas y por último, los Omegas.Superar los prejuicios, seguir una carrera en el campo de la medicina, y administrar mi propia clínica privada; una especializada en pacientes Omegas en situaciones vulnerables, es la manera en la que defino mi éxito. El trabajo que realizo junto a un puñado de fundaciones que me respaldan paso a paso, será mi legado al mundo. Eso… y mi bebé. Bien, ya basta de divagaciones, es hora de regresar a la realidad con el Señor Alfa Pura Sangre de mirada aterradora. Envolví mis brazos protectoramente alrededor de mi pancita. No confiaba en las intenciones de un extraño que irrumpe en oficinas ajenas como si fuera el dueño del mundo.Quizás él lo creía así. Y no necesitaba preguntarle cuál era su casta, ya que su contextura, aroma y exquisito gusto para vestir, hablaban por si solos. La boca del Alfa era una sola línea recta, cuando sus ojos grises se dirigieron a los míos. Su mirada inquisidora penetraba mi piel y carne hasta los huesos. —Supongo que tú eres el señor Chambers.Los niveles de desprecio en su tono iban en aumento segundo a segundo. —Disculpe, señor… ¿Quién es usted y por qué irrumpió en mi oficina de esa manera?Miré sobre su hombro, el cual era fuerte y amplio. Amelia había desaparecido de la oficina, y, de fondo, podía escucharla hablar por teléfono con los de seguridad.Gracias a Dios…—Iré al grano —dijo, para posteriormente, pasar una mano sobre su exasperado rostro—. Yo soy el padre del bebé que llevas allí —señaló mi pancita.Bufé como respuesta a aquel disparate. Aquello era imposible. Yo mismo me encargué de llenar cada forma, y leer cada cláusula para llevar a cabo el proceso de Inseminación Artificial. Además, escogí específicamente a un alfa común como donante.Incluso, me decanté por un pelirrojo. Así que estaba claro que mi bebé no tenía nada que ver con el alfa que se encontraba de pie frente a mí. Yo jamás leí la descripción de un hombre como él en el catálogo de muestras. Conseguir material genético de un Alfa Pura Sangre en un banco de esperma es —prácticamente— imposible. Si una clínica de Fertilidad tenía acceso al Santo Grial que salía de las bolas de un Alfa Superior, era única y exclusivamente para realizar procedimientos de fecundación extraordinarios. Como, por ejemplo: Un matrimonio de alfas que había optado por la Gestación subrogada, la que consistía en pagarle a un Omega de escasos recursos para que lleve en su vientre al hijo o hija de la pareja.Otra opción, y era la menos frecuente, radicaba en aquellos matrimonios donde el Omega tiene serias dificultades para concebir, y necesita ayuda especializada. Por lo general, no hablamos de Omegas comunes, ya que un alfa Supremo jamás se aferraría a una pareja que no pudiera darle cachorros. Así que, si era imperioso embarazar a un Omega a toda costa, significaba que había intereses económicos entre ambas partes, o, aún más extraño, sería saber que entre ese Omega y ese alfa que intentan ser padres, había amor y un profundo deseo por formar una familia. El hombre frente a mí elevó su espesa y estilizada ceja. Él aguardaba por mi reacción a lo que acababa de decir, y lo único que escapó de mis labios en ese preciso momento fue:—¿De qué rayos está hablando? —¿Quedaste embarazado gracias a un procedimiento de Inseminación Artificial en la clínica Life Fertility del doctor Evans? ¿No es así?Aquello era cierto, pero no dignifiqué su pregunta con una respuesta. No después de que ha sido tan grosero desde que llegó a mi oficina.—Mira, no sé cómo conseguiste mi nombre y esta dirección, pero déjame decirte que lo que estás haciendo es ilegal —mencioné de forma sosegada, o al menos lo intenté—. Cuando donaste tu esperma y recibiste una paga por ello, renunciaste a cualquier tipo de reclamo de esta naturaleza. Ni siquiera deberías saber en quién se usó tu material genético, ¿comprendes la gravedad del problema? Acabas de vulnerar mi derecho a la privacidad.—Eres médico, así que debes saber que eso es imposible. Soy un Alfa Pura Sangre, ¿por qué demonios donaría mi esperma por dinero? Claramente, la clínica cometió el error de utilizar mi esperma, el cual no estaba destinado al banco de donantes —dijo con dientes apretados. Y como si la situación no fuera de por sí aterradora, él se reclinó sobre mi escritorio, sus manos grandes y toscas hicieron ruido al chocar con la madera. Vaya, me queda claro que alguien con su perfil psicológico jamás habría pasado los filtros para convertirse en donante.—Lo mejor para ambos será que se calme —intenté mediar, pero él elevó su mano y me señaló con su índice. Mis ojos se abrieron de par en par ante tal falta de respeto. Iba a decir lo que opinaba sobre su falta de educación, cuando su voz profunda e intimidante se abrió paso entre ambos.—No aceptaré que me excluyas de la vida de mi hijo —bramó, solemne.Solté una risita floja por la pura incredulidad. Al alfa frente a mí no parecía importarle más la educación y el respeto que debía mostrar frente a alguien a quien acababa de conocer. Así que le devolví el favor. —¿Disculpa? ¿Quién rayos te crees que eres para venir a mi oficina y hablarme de esa manera?El extraño se echó para atrás con una sonrisa ladina. El muy presumido me miró con condescendencia en cuanto hurgaba bajo su traje a la medida. —Ahora que lo recuerdo, no me he presentado —me extendió una tarjeta negra con su nombre impreso, y un número de teléfono—. Mi nombre es Nathan Sallow, soy el propietario de la constructora SALLOW CORPORATION. —Me gustaría decir que me da gusto conocerlo, pero la verdad es que... —aclaré mi garganta con tirria—. Me desconcierta su visita, y me gustaría finalizar esta conversación aquí. —Sí, comprendo —dijo con calma, por primera vez desde que cruzó por la puerta—. Pero tenemos que tratar este tema con nuestros respectivos abogados.—¿Abogados?M*****a sea, ¿por qué me pasa esto a mí?✧LUCAS✧Todo esto debía tratarse de una broma. No era así como imaginé que atravesaría mi "Dulce Espera".Justo ahora me encontraba al teléfono con un viejo amigo, al que llevaba más de un año sin ver en persona. Él era el mejor abogado que conocía.Gracias a sus habilidades en el juzgado, conseguí conservar mi hogar y mi auto, tras el calamitoso divorcio por el que atravesé tiempo atrás. Gracias a él, mi exesposo se fue de casa con la vajilla que nos regaló su tía, la tostadora y la cafetera.Ese maldito imbécil pretendía dejarme en la calle, pero no lo consiguió.El alfa Jude Paltrow, abogado de profesión, respondió positivamente a mi pedido de ayuda, y ambos coordinamos reunirnos lo más pronto posible para hablar sobre el tema a profundidad. Minutos después, Amelia entró a mi oficina con una expresión asesina en sus bonitas facciones. —Jefe, el equipo de seguridad del centro comercial quiere saber si aún necesita ayuda con ese problema —dijo, volteando su mirada hacia el sofá p
✧LUCAS✧ —No era necesario que me trajeras a casa, Amelia. Puedo tomar el autobús que pasa frente a la clínica. Mi adorable y extrovertida secretaria negó enérgicamente, restándole importancia al hecho de que tuvo que desviarse de su ruta al menos unos diez kilómetros, para venir a dejarme a la puerta de mi hogar. Comprendía perfectamente la motivación detrás de este gesto, pero eso no evitaba que me sintiera mal por hacerla recorrer tantos kilómetros, si un bus era uno de los medios de transporte más seguros en este condado. —No se preocupe, doctor Chambers, me toma solo diez minutos desviarme a este lado de la ciudad. —Apagó el motor del auto, lo que me indicaba que hablaríamos sobre algo más—. Además, así me aseguro de que mi jefe llega sano y salvo a su casa… por cierto, ¿ya se enteró sobre la última víctima de «La Bestia»?Me preparé para reprenderla por volver a sacar a colación esa noticia que tenía a todo el condado en zozobra. —No quiero asustarlo, Doctor, pero según los r
✧LUCAS✧ —¡¿Otra vez usted aquí?! El desprecio en la voz de Amelia, y ese ligero aroma a cedro que se filtró por la puerta entre abierta de mi oficina, eran toda la información que requería para saber quién se encontraba de regreso veinticuatro horas después de nuestro primer —insólito— encuentro. —Vine a ver a Lucas Chambers —dijo el alfa con voz tensa. Solté un suspiro de resignación, antes de ponerme de pie para apaciguar los ánimos. Lo más probable, es que Nathan Sallow regresara con menos paciencia que ayer. Y no me sorprendería si al abrir la puerta, me topara con todos los miembros de su bufete de abogados, quienes me verían con sus sonrisas siniestras, listos para destruirme la vida si me rehusaba a someterme a las exigencias absurdas de su cliente. Caminé despacio hasta la puerta, y la abrí luego de tomar una respiración profunda, tan solo para toparme con la curiosa escena de un alfa pura sangre, sosteniendo una enorme canasta de frutas, que tenía un bonito moño colo
✧NATHAN✧—¡Señor Sallow! ¿Cómo le fue hoy?Rob, mi asistente, corrió tras de mí desde que bajé del ascensor esa tarde. El joven beta era extremadamente entusiasta. Él lo tenía todo: era entrometido, despistado, torpe, y preparaba el peor café de la ciudad, probablemente.—Rob, por favor, necesito descansar. Ha sido un día muy largo —murmuré entre dientes—. No quiero hablar con nadie, ¿de acuerdo?—Está bien, jefe. Como usted ordene. Cancelaré todos los compromisos en su agenda por hoy.Rob me miró con esos enormes ojos de cachorro feliz, incluso, podía imaginarlo con una pequeña cola revoloteando en su trasero. Aún no podía creer que ese pobre muchacho me tuviera como su ejemplo a seguir. En palabras de su madre, quien un día llegó a mi oficina con una caja de galletas recién horneadas, me contó que su hijo de veintidós años consideraba un gran honor trabajar para mí.Aquella breve reunión fue incómoda, pero cálida de cierta manera. Siempre admiraría el compromiso de una madre con
✧NATHAN✧—La cuestión aquí es la siguiente, señor Sallow —comenzó mi abogado luego de acomodarse en su asiento con la habitual serenidad que lo caracterizaba. Detuve el camino de la taza de café hacia mis labios crispados cuando escuché al beta mencionar uno de mis más grandes temores.—No podemos presentar una demanda contra Lucas Chambers, no es viable.De repente, perdí el apetito. Esta reunión a la hora del desayuno fue una mala idea. —¿Por qué?El representante de mi bufete de abogados me mostró una pila de documentos que trajo consigo.—Estas son las causales que presentaremos contra la clínica que realizó el procedimiento de inseminación artificial. Lucas Chambers está libre de toda responsabilidad. Él es una víctima de negligencia.Llevé mis manos a la cabeza. Definitivamente, hoy sufriría una migraña. —Pero... él no me permitirá estar cerca de mi hijo si un juez no ordena lo contrario.—No tenemos ningún recurso que nos ampare en ese tema —dijo el abogado con pesar—. Per
✧LUCAS✧Mi cuello crujió tras estirarme cuanto pude. Mi jornada de trabajo estaba a punto de llegar a su fin, así que comencé a alistar todo para cerrar mi oficina. Mi pancita día tras día dificultaba mis actividades en la clínica. El volumen de mi vientre hacía complicado mi desplazamiento por el área sin tropezar con alguien o tirar cosas.¡Apenas puedo reclinarme sobre mis pacientes para realizar algún chequeo rutinario!Y, como si fuera poco, hoy tiré mis utensilios al suelo. Mi panza los empujó al otro lado de la sala.Amelia hacía todo lo posible por asistirme durante los procedimientos médicos más básicos, a pesar de que eso no formaba parte de sus obligaciones diarias.Mi asistente era un amor.Mi dulce y letal Amelia.De todas las maneras en las que hubiese podido imaginar que mi día empeoraría, jamás se me ocurrió que vería a ese alfa idiota en medio de la sala de espera.Durante los últimos días había recibido varios obsequios de su parte. Los cuales no iban muy acorde co
✧NATHAN✧En el arte de la guerra se debe conocer al enemigo.Y yo necesitaba saber quién demonios era Jude Paltrow.Por su aroma a chocolate amargo, estaba claro que se trataba de un alfa.Mi nariz se arrugó con tan solo recordar el olor a feromonas que este tipo utilizó para apaciguar a Lucas.Era irritante saber que ese Omega testarudo se sentía tan cómodo junto a un alfa de casta inferior.No necesitaba ser un genio para deducir que existía un lazo entrañable entre ambos, pero no lo suficientemente íntimo como para que Lucas le pidiera ayuda para tener un bebé.—Ellos hacen una linda pareja, ¿no cree? —dijo la secretaria de Lucas de repente.La joven chica de melena castaña llevaba un collar que decía "Amelia". Y sí, podía recordar haber escuchado ese nombre recientemente.—¿Eso crees? —pregunté con sarcasmo.—Sí, el señor Paltrow es un abogado muy prestigioso, además, mi jefe y él llevan siendo amigos desde la secundaria.La tal Amelia estaba tan ansiosa de contarme el chisme comp
✧LUCAS✧ —¿Te encuentras bien? ¿Qué pretendía ese sujeto al ir a tu trabajo? ¿Te está intimidando? El rostro de Jude se arrugó como pocas veces lo hacía. Y es que mi mejor amigo se encontraba molesto y preocupado por partes iguales. —No, Jude, las visitas de Nathan no me intimidan, pero debo reconocer que me siento un poco asfixiado con lo insistente que es… Jude gruñó, noté como sus nudillos se tornaron blancos mientras apretaba el volante con más fuerza de la requerida. Cubrí con mi mano una de las suyas, antes de subirle el volumen a la bonita canción que sonaba en la radio. —No te preocupes, Jude —dije con una suave sonrisa en el rostro—. Por lo que sé, él jamás me haría daño, al menos, no mientras este en cinta. A ese tipo realmente le importa mi bebé… quizás solo sea su instinto paterno de alfa pura sangre, ¿sabes? Jude negó en desacuerdo. —Legalmente, él no es el padre de tu hijo, no tiene derecho a acosarte de esa manera —sentenció. Su mandíbula se tornó más tensa de lo