NATHAN.—Rob, no olvides mi impresora y la laptop vieja que guardo en el tercer cajón de mi despacho —le recordé a mi joven asistente mientras continuaba empacando cajas con la eficiencia que siempre lo caracterizaba.Hoy, sentía un alivio especial. Finalmente, estábamos haciendo realidad mi decisión de trasladar mi lugar de trabajo a la casa de Lucas. Estar cerca de mi Omega, especialmente ahora que se encontraba en las últimas semanas de su embarazo, era crucial para mi tranquilidad y la suya.La tarde descendía sobre nosotros, y el sol arrojaba sus últimos destellos de calor antes de desaparecer en el horizonte. Casi habíamos terminado de empacar cuando recibí esa llamada.Era Julie.Un sobresalto recorrió mi cuerpo al ver su nombre en la pantalla. Julie rara vez me llamaba, a menos que fuera una emergencia relacionada con Lucas. La ansiedad me inundó mientras contestaba la llamada, y mi voz temblaba, presagiando lo peor.—¿Julie? ¿Qué sucede? —pregunté, tratando de ocultar mi crec
LUCASLos estridentes gritos, cargados de enojo, me sacaron de los brazos de Morfeo. De repente, me encontré en el suelo, acurrucado, dándoles la espalda a las dos personas que discutían acaloradamente al otro lado del pasillo.—¡Maldición! ¿Qué te pasó por la cabeza al traer a este Omega aquí? ¿Tienes idea de quién es?Esas palabras rompieron la niebla en mi mente. Mis recuerdos eran un caos, pero al menos sabía lo que estaba ocurriendo, aunque no tenía ni la menor idea de dónde me encontraba. Un escalofrío de horror recorrió mi cuerpo.No tenía ni idea de cuándo perdí el conocimiento, pero ahora estaba en ese rincón, siendo el espectador silencioso de una discusión que no hacía más que confundirme. El miedo me tenía atrapado en una pesadilla interminable.—Recuerde que fue usted quien me pidió encontrar a un Omega embarazado. Tanto usted como sus amigos querían algo diferente a los jóvenes Omegas de siempre —murmuró el hombre con frustración, su voz rebosante de rabia—. Lo he estado
—Necesitamos toda la ayuda que puedas ofrecernos —dijo Jude, quien estaba a mi lado en la oficina del comisario.—Jude, amigo, sabes que dirigir una comisaría es un trabajo que requiere un accionar coordinado porque nos llegan al día entre dos o tres situaciones que requieren nuestra atención. Ya me informaron que hay un agente a cargo del caso del Omega embarazado. Tenemos otros casos pendientes así que no podemos poner a disposición de tu amigo todos nuestros recursos dejando de lado a otros ciudadanos. Ayer asesinaron a un Alfa en un bar, y a otros dos murieron en un accidente de tránsito.La calma con la que hablaba estaba comenzando a encender mi furia. Su tono de voz insinuaba que encontrar a Lucas no era una prioridad debido a su condición de Omega. Y eso explicaba por qué un desalmado como "La Bestia" seguía libre en las calles.Apreté los puños con fuerza y clavé mi mirada en el comisario con una intensidad abrasadora. El comisario era un Alfa común, por lo que se sintió incó
NATHANLos disparos resonaron en el aire una vez más, acabando de lleno con mi cordura.Mi corazón dio un salto en mi pecho mientras observaba cómo un par de sombras emergían de la casa.Una de ellas estaba siendo arrastrada, obligada a dar pasos inciertos, y mi corazón se hundió al reconocer a Lucas.La furia y la angustia se apoderaron de mí en un instante. Sentí una oleada de calor recorrer mi cuerpo, y mis ojos se tornaron amarillos, revelando al lobo pura sangre que habitaba dentro de mí. Sin pensarlo, sin racionalizar, corrí hacia el imbécil que se había atrevido a llevarse a Lucas de su casa, y lo hice a una velocidad sobrehumana.Cada paso que daba resonaba como un trueno en la noche silenciosa. La adrenalina corría a borbotones por mis venas, nublando todos mis pensamientos excepto uno: llegar a tiempo para salvar a mi querido Omega y proteger al pequeño cachorro que crecía en su vientre. Mi corazón latía con una furia igual a la de un lobo en su caza, y mis sentidos se agudi
LUCASLa oscuridad era aterradora. Podía sentirla arrastrándome hasta el fondo de un vacío vicioso, si no fuera por la punzada que sentí en mi vientre, jamás habría abierto los ojos.Los párpados me pesaban, tal y como si estuvieran atados a un par de bloques de concreto, pero, cuando conseguí abrir los ojos, fui recibido por el color blanco más estéril que hubiese visto en mi vida. Junto a mí, el sonido incesante de una máquina de signos vitales fue mi saludo de bienvenida.Mis manos se posaron sobre mi vientre por inercia.Pero algo había cambiado…Algo era extraño…Algo hacía falta…Mi corazón se saltó un pálpito o dos… mientras las yemas de mis dedos frotaban aquel lugar donde debía encontrarse mi pequeño bebé.Bajé la mirada para corroborar si la horrible sensación en mi cuerpo era real. Y lo confirmé. Mi enorme vientre había desaparecido.Las lágrimas empaparon mi rostro contraído por el dolor.—¿Dónde está? —Murmuré con un hilo de voz—. ¿Dónde está mi cachorro?Intenté reincor
NATHANLucas lucia glorioso mientras sostenía a nuestro bebé entre sus brazos. Su rostro inflamado por el llanto empezaba a recuperar su color natural. —¿Cuánto tiempo estuve inconsciente? —Me preguntó.—Ha pasado más de una semana desde que te intervinieron, la cesárea fue inevitable considerando tu condición crítica, cielo.Lucas asintió quedadamente.—¿Qué sucedió con… ese hombre? —su voz tembló un poco al mencionar a “La Bestia”. Lo observé con tristeza, recordando todas aquellas sensaciones que aún me causaban pesadillas por las noches. Apreté los labios en un gesto involuntario. «Odiar» era una palabra muy poderosa, así que no la utilizaba a la ligera, pero, a ese maldito sí lo odiaba. —No sobrevivió, pero, por ahora, es mejor que no pienses en ese tema, ya hay alguien haciéndose cargo del caso…Fue el turno de Lucas de mirarme con preocupación. Sé lo que piensa. Él no sabe como sacar a colación el nombre de mi padre y su participación en todos los crímenes contra los Omegas
✧LUCAS✧—Es usted muy gentil, doctor Chambers.—Querida, llámame Lucas —dije, en cuanto tomaba la pequeña y delicada mano de la joven Omega que se encontraba en su sexto mes de embarazo. Su nombre era Dahlia, y al igual que yo, era una Omega con un lazo roto. Pero, la crucial y desafortunada diferencia, era que ella debía luchar con los efectos que el rompimiento del vínculo producía en su cuerpo, a la vez que este desarrollaba una nueva vida en su interior. De forma inconsciente, llevé una mano hacia la pequeña cicatriz bajo el cuello de mi camisa. A veces, aún podía sentir una ligera picazón en ese lugar en el que alguna vez llevé con orgullo la marca de mi alfa. Sí, solía ser un Omega ingenuo y estúpido por partes iguales. Pero, como dicen: “De los errores se aprende”. Y a mí, me tocó aprender de la manera más dura. Dahlia se puso de pie, y, sin vacilación, extendió sus brazos hacia mí para un abrazo repleto de cariño y gratitud. Le devolví el gesto, y una sonrisa afable se
✧LUCAS✧Desde el fatídico día en que recibí los resultados de mi examen de casta, mi vida dio un volantazo estrepitoso. Poco después de haber cumplido diez, todos mis sueños se vieron truncados cuando mi padre lanzó frente a mí la hoja que le llegó del laboratorio. Él esperó esos resultados con ilusión durante dos semanas, así que enterarse de que su único hijo, el cual estaba casi seguro sería un alfa, resultó ser un débil e inútil Omega. En la sociedad en la que vivo, los Omegas representaban el diez por ciento de la población total. Según las últimas encuestas realizadas, aquel número iba en descenso. Lo cual es extremadamente preocupante para la casta dominante, pero no tanto para los betas, quienes veían con buenos ojos que la sociedad de alfas se viera erradicada en su totalidad, al punto, de que la pirámide social predominante diera un giro en conveniencia a sus intereses. En la cima se encontraban los Alfas pura sangre, seguidos de los alfas comunes, los betas y por últi