LUCASLa oscuridad era aterradora. Podía sentirla arrastrándome hasta el fondo de un vacío vicioso, si no fuera por la punzada que sentí en mi vientre, jamás habría abierto los ojos.Los párpados me pesaban, tal y como si estuvieran atados a un par de bloques de concreto, pero, cuando conseguí abrir los ojos, fui recibido por el color blanco más estéril que hubiese visto en mi vida. Junto a mí, el sonido incesante de una máquina de signos vitales fue mi saludo de bienvenida.Mis manos se posaron sobre mi vientre por inercia.Pero algo había cambiado…Algo era extraño…Algo hacía falta…Mi corazón se saltó un pálpito o dos… mientras las yemas de mis dedos frotaban aquel lugar donde debía encontrarse mi pequeño bebé.Bajé la mirada para corroborar si la horrible sensación en mi cuerpo era real. Y lo confirmé. Mi enorme vientre había desaparecido.Las lágrimas empaparon mi rostro contraído por el dolor.—¿Dónde está? —Murmuré con un hilo de voz—. ¿Dónde está mi cachorro?Intenté reincor
NATHANLucas lucia glorioso mientras sostenía a nuestro bebé entre sus brazos. Su rostro inflamado por el llanto empezaba a recuperar su color natural. —¿Cuánto tiempo estuve inconsciente? —Me preguntó.—Ha pasado más de una semana desde que te intervinieron, la cesárea fue inevitable considerando tu condición crítica, cielo.Lucas asintió quedadamente.—¿Qué sucedió con… ese hombre? —su voz tembló un poco al mencionar a “La Bestia”. Lo observé con tristeza, recordando todas aquellas sensaciones que aún me causaban pesadillas por las noches. Apreté los labios en un gesto involuntario. «Odiar» era una palabra muy poderosa, así que no la utilizaba a la ligera, pero, a ese maldito sí lo odiaba. —No sobrevivió, pero, por ahora, es mejor que no pienses en ese tema, ya hay alguien haciéndose cargo del caso…Fue el turno de Lucas de mirarme con preocupación. Sé lo que piensa. Él no sabe como sacar a colación el nombre de mi padre y su participación en todos los crímenes contra los Omegas
✧LUCAS✧—Es usted muy gentil, doctor Chambers.—Querida, llámame Lucas —dije, en cuanto tomaba la pequeña y delicada mano de la joven Omega que se encontraba en su sexto mes de embarazo. Su nombre era Dahlia, y al igual que yo, era una Omega con un lazo roto. Pero, la crucial y desafortunada diferencia, era que ella debía luchar con los efectos que el rompimiento del vínculo producía en su cuerpo, a la vez que este desarrollaba una nueva vida en su interior. De forma inconsciente, llevé una mano hacia la pequeña cicatriz bajo el cuello de mi camisa. A veces, aún podía sentir una ligera picazón en ese lugar en el que alguna vez llevé con orgullo la marca de mi alfa. Sí, solía ser un Omega ingenuo y estúpido por partes iguales. Pero, como dicen: “De los errores se aprende”. Y a mí, me tocó aprender de la manera más dura. Dahlia se puso de pie, y, sin vacilación, extendió sus brazos hacia mí para un abrazo repleto de cariño y gratitud. Le devolví el gesto, y una sonrisa afable se
✧LUCAS✧Desde el fatídico día en que recibí los resultados de mi examen de casta, mi vida dio un volantazo estrepitoso. Poco después de haber cumplido diez, todos mis sueños se vieron truncados cuando mi padre lanzó frente a mí la hoja que le llegó del laboratorio. Él esperó esos resultados con ilusión durante dos semanas, así que enterarse de que su único hijo, el cual estaba casi seguro sería un alfa, resultó ser un débil e inútil Omega. En la sociedad en la que vivo, los Omegas representaban el diez por ciento de la población total. Según las últimas encuestas realizadas, aquel número iba en descenso. Lo cual es extremadamente preocupante para la casta dominante, pero no tanto para los betas, quienes veían con buenos ojos que la sociedad de alfas se viera erradicada en su totalidad, al punto, de que la pirámide social predominante diera un giro en conveniencia a sus intereses. En la cima se encontraban los Alfas pura sangre, seguidos de los alfas comunes, los betas y por últi
✧LUCAS✧Todo esto debía tratarse de una broma. No era así como imaginé que atravesaría mi "Dulce Espera".Justo ahora me encontraba al teléfono con un viejo amigo, al que llevaba más de un año sin ver en persona. Él era el mejor abogado que conocía.Gracias a sus habilidades en el juzgado, conseguí conservar mi hogar y mi auto, tras el calamitoso divorcio por el que atravesé tiempo atrás. Gracias a él, mi exesposo se fue de casa con la vajilla que nos regaló su tía, la tostadora y la cafetera.Ese maldito imbécil pretendía dejarme en la calle, pero no lo consiguió.El alfa Jude Paltrow, abogado de profesión, respondió positivamente a mi pedido de ayuda, y ambos coordinamos reunirnos lo más pronto posible para hablar sobre el tema a profundidad. Minutos después, Amelia entró a mi oficina con una expresión asesina en sus bonitas facciones. —Jefe, el equipo de seguridad del centro comercial quiere saber si aún necesita ayuda con ese problema —dijo, volteando su mirada hacia el sofá p
✧LUCAS✧ —No era necesario que me trajeras a casa, Amelia. Puedo tomar el autobús que pasa frente a la clínica. Mi adorable y extrovertida secretaria negó enérgicamente, restándole importancia al hecho de que tuvo que desviarse de su ruta al menos unos diez kilómetros, para venir a dejarme a la puerta de mi hogar. Comprendía perfectamente la motivación detrás de este gesto, pero eso no evitaba que me sintiera mal por hacerla recorrer tantos kilómetros, si un bus era uno de los medios de transporte más seguros en este condado. —No se preocupe, doctor Chambers, me toma solo diez minutos desviarme a este lado de la ciudad. —Apagó el motor del auto, lo que me indicaba que hablaríamos sobre algo más—. Además, así me aseguro de que mi jefe llega sano y salvo a su casa… por cierto, ¿ya se enteró sobre la última víctima de «La Bestia»?Me preparé para reprenderla por volver a sacar a colación esa noticia que tenía a todo el condado en zozobra. —No quiero asustarlo, Doctor, pero según los r
✧LUCAS✧ —¡¿Otra vez usted aquí?! El desprecio en la voz de Amelia, y ese ligero aroma a cedro que se filtró por la puerta entre abierta de mi oficina, eran toda la información que requería para saber quién se encontraba de regreso veinticuatro horas después de nuestro primer —insólito— encuentro. —Vine a ver a Lucas Chambers —dijo el alfa con voz tensa. Solté un suspiro de resignación, antes de ponerme de pie para apaciguar los ánimos. Lo más probable, es que Nathan Sallow regresara con menos paciencia que ayer. Y no me sorprendería si al abrir la puerta, me topara con todos los miembros de su bufete de abogados, quienes me verían con sus sonrisas siniestras, listos para destruirme la vida si me rehusaba a someterme a las exigencias absurdas de su cliente. Caminé despacio hasta la puerta, y la abrí luego de tomar una respiración profunda, tan solo para toparme con la curiosa escena de un alfa pura sangre, sosteniendo una enorme canasta de frutas, que tenía un bonito moño colo
✧NATHAN✧—¡Señor Sallow! ¿Cómo le fue hoy?Rob, mi asistente, corrió tras de mí desde que bajé del ascensor esa tarde. El joven beta era extremadamente entusiasta. Él lo tenía todo: era entrometido, despistado, torpe, y preparaba el peor café de la ciudad, probablemente.—Rob, por favor, necesito descansar. Ha sido un día muy largo —murmuré entre dientes—. No quiero hablar con nadie, ¿de acuerdo?—Está bien, jefe. Como usted ordene. Cancelaré todos los compromisos en su agenda por hoy.Rob me miró con esos enormes ojos de cachorro feliz, incluso, podía imaginarlo con una pequeña cola revoloteando en su trasero. Aún no podía creer que ese pobre muchacho me tuviera como su ejemplo a seguir. En palabras de su madre, quien un día llegó a mi oficina con una caja de galletas recién horneadas, me contó que su hijo de veintidós años consideraba un gran honor trabajar para mí.Aquella breve reunión fue incómoda, pero cálida de cierta manera. Siempre admiraría el compromiso de una madre con