Capítulo37
—¡Huy, con tanto medicamento que trajeron, parece que el consultorio quebró!

—Sí, ese tan tacaño, ¡se lo merece!

—No les incumbe a ustedes—Faustino las ignoró y se abrió paso entre la multitud.

—¡Faustino, por acá!—Larisa estaba ahí y al verlo, agitó la mano emocionada. Parecía haber olvidado por completo que Faustino la había hecho llorar el día anterior.

La chica llevaba un vestido blanco con flores, pero su piel era más blanca que la tela. Su larga cola de caballo, que normalmente llevaba atada, ahora caía como una cascada sobre sus hombros. Con aquel flequillo, parecía una vecina inocente. A Faustino se le hizo agua la boca. Justo cuando iba a saludarla, vio la mirada fulminante de Federico.

Después de fulminar a Faustino con la mirada, le gritó a Larisa:

—¿Y a él qué lo llamas? ¿Estás aburrida o qué?

Larisa hizo un puchero y bajó la cabeza sin decir nada. Faustino no dijo nada, solo le guiñó un ojo a Larisa como respuesta.

—Quieres vender las hierbas, ¿verdad?

Faustino reconoció e
Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo