Capítulo44
En el sueño, Faustino aparecía de nuevo, alto, guapo, irresistible. Larisa compartía emocionada las buenas noticias.

—¿De verdad? ¡Qué bien, Larisa, sigamos haciendo el amor…

Y Faustino iba a empezar a desvestir a Larisa.

—Larisa, ¿te gusta que te haga el amor?—La voz de Faustino era muy sensual.

—Me… gusta… quiero que me folles todos los días…

Larisa, ruborizada, bajó la cabeza, y luego, emitió unos gemidos que te erizaban la piel…

Faustino, por su parte, acompañó a Ximena hasta el comienzo del pueblo y luego regresó.

—Ximena, pasa a verme cuando quieras.—Faustino la despidió con la mano, observándola alejarse, y luego se encaminó a casa.

Al pasar por la casa de Lara, Faustino escuchó a los suegros de Lara regañándola. Se detuvo en seco.

—¡Salimos dos días y ni siquiera nos recibiste al volver, solo te quedaste en la cama durmiendo! ¡Ni lavaste la ropa, ni regaste la huerta, ni limpiaste la casa, esperabas que lo hiciéramos nosotros? ¡Quieres matarnos de trabajo!

El enfado de Manolo
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