Capítulo 660
Al escuchar estas palabras, Lorenzo, arrodillado en el suelo, sintió tanta frustración que casi escupía sangre.

¡Se suponía que sería su familia quien forjaría lazos con los Amenábar! Pero Faustino no solo lo había humillado, sino que también le había arrebatado esta oportunidad dorada. ¡Maldito sea!

Además, con la protección futura de los Amenábar, vengarse de Faustino y Diego sería prácticamente imposible.

Mientras Lorenzo se sumía en la desesperación, Luisa apenas había entrado al salón interior cuando dos hombres irrumpieron forzosamente por la puerta principal.

Uno de ellos, un hombre de unos cuarenta años, vestía una bata blanca, pantalones holgados que dejaban ver sus tobillos y zapatos tradicionales de tela negra con suela blanca. Su rostro reflejaba una intensa furia.

Al ver a Diego entre la multitud, exclamó inmediatamente:

—¡Maestro Diego, me ha costado encontrarlo!

—Maestro Dylan, ¿a qué debo su visita hoy? —respondió Diego, quien naturalmente reconoció al hombre.

Dylan er
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