—Mercedes... Maybach...—Miguel se quedó boquiabierto. Frente a él estaba un auténtico automóvil de lujo, con un valor cercano al medio millón. ¡Era decenas de veces más costoso que su viejo y común Mercedes! Por un momento, se preguntó si aquella mujer sería alguien importante. Pero rápidamente descartó la idea. "No, seguro es solo una presumida que alquiló el auto para darse aires", pensó. "Tiene que ser eso. Es imposible que Faustino, un simple muchacho de la sierra, conozca a una mujer tan adinerada".Reconfortado por esta explicación que él mismo se dio, Miguel recuperó su confianza. El miedo se esfumó y, con paso decidido, se acercó al vehículo, alzando la voz:—¿Quién le dijo que se arrodillara y se disculpara?—¿Quién eres tú para decirle que se arrodillara?—¡Chanfle!Ximena se acercó con cara de pocos amigos y le dio una bofetada. Miguel quedó atónito. Ya lo había golpeado Faustino, ¡y ahora lo había golpeado una mujer! ¿Qué pasaba?Pero no era rival de Faustino, así que sacó
—¡Papá, no quiero terminar en la calle!—Miguel se sentó en el suelo y comenzó a llorar.—¡Entonces ve y pídeles perdón a la señorita y a su amigo! ¡O toda la familia terminaremos en la calle!—¡Sí, claro que sí!—Señorita Zambrano, sé que me equivoqué, no debí ser tan arrogante. Por favor, perdóneme...—Miguel, al darse cuenta de su error, se arrodilló frente a Ximena y Faustino, pidiendo perdón sin parar, incluso se abofeteó.—¿Qué está pasando?—Federico y los aldeanos se sorprendieron al ver el cambio de actitud de Miguel.Antes era tan arrogante, pero ahora estaba arrodillado y suplicando. No lo entendían.¡Faustino escuchó claramente! ¡Ximena era la nueva directora de Biovida! ¡Era una persona muy importante! Ayer, casi se había acostado con ella... Al pensar en esto, Faustino se sintió muy satisfecho.—Ahora que te arrepientes, ¿no crees que es demasiado tarde?—¿Dónde quedó tu arrogancia de antes?—Ximena miró a Miguel con frialdad.—Señorita Zambrano, me arrodillo ante Faustino y
Faustino, sin ganas de tratar con el oportunista de Federico, cedió ante la insistencia de Larisa: —No le doy importancia, señor alcalde. Le ruego que se retire.—¡Oye, esto no te incumbe! ¡Métete en tus asuntos!—Federico estaba molesto porque Faustino se había metido en su conversación con Ximena.—Alcalde Zamora, Faustino es mi mejor amigo y quiero que lo trates con respeto.—Ximena dijo sin rodeos.—¡Ay, caray!—Federico nunca esperó que Ximena defendiera tanto a Faustino. Estaba sudando frío. —Sí, sí, tienes razón...—Papá, qué vergüenza. Vete a casa.—Larisa le dijo a su padre con molestia.—Quédate aquí y aprovecha para acercarte más a Ximena —Federico, sin poder quedarse más tiempo, le dijo esto a Larisa antes de darse la vuelta y correr de regreso a casa.De repente, en toda la gran plaza solo quedaron Faustino, Ximena y Larisa.—Faustino, hoy debes mucho a la ayuda de Ximena, tienes que agradecerle apropiadamente —Larisa, viendo que Federico finalmente se había ido, inmediatament
—¿Se enojó acaso? No creo... —Faustino se rascó la cabeza instintivamente.Por supuesto que sabía que Ximena estaba enojada, pero con Larisa a su lado, no se atrevía a ir a consolarla. Viendo que el auto ya había arrancado y se alejaba lentamente, Faustino se sintió muy ansioso.—Eres un verdadero tonto, seguramente está enojada porque no fuiste lo suficientemente leal —dijo Larisa pellizcando el brazo de Faustino.—¿Ah, sí? —Faustino aún no había procesado la situación.—Claro que sí. Ella te ayudó a salir del apuro y te dio más de diez veces el dinero por las hierbas, y tú a regañadientes aceptaste sus condiciones. ¿Cómo no va a estar enojada? A menos que sea por mí —dijo Larisa irritada.—Sí, sí, seguramente la hice enojar. Entonces... ¿debería ir a disculparme? —preguntó Faustino, siguiéndole la corriente.—Ve, ve. De todos modos, tengo hambre y voy a casa a comer. Recuerda disculparte apropiadamente —le recordó Larisa antes de irse a casa moviendo las caderas.—¡Ximena, lo siento,
Pero cuando Faustino intentó ir más abajo, ¡Ximena lo empujó con fuerza!—¡No! ¡Ni de broma! Ya no puedes aprovecharte de mí, tienes novia. ¡Y la próxima vez que me veas, compórtate!Ximena respiró hondo y se arregló la ropa. Tenía la piel muy blanca, con un tono rosado como de durazno.—Te llevaré a casa y luego tendré que irme —dijo Ximena, sacudiendo su mano adolorida y arrancando el auto para dar la vuelta.—¿Vendrás mañana? —preguntó Faustino con cierta añoranza.Pensaba que Ximena era más fácil de complacer que Larisa y le gustaba pasar más tiempo con ella.—Mañana quizás no tenga tiempo, pero pasado mañana tal vez pueda venir. Si no tienes nada que hacer estos dos días, ayúdame a recolectar más hierbas medicinales. Pasado mañana vendré a recogerlas —dijo Ximena después de pensarlo un momento.—De acuerdo, pues pasado mañana puedes venir directamente a la clínica a buscarme —Faustino asintió con la cabeza. ...Larisa acababa de terminar de comer y se preparaba para subir a descan
En el sueño, Faustino aparecía de nuevo, alto, guapo, irresistible. Larisa compartía emocionada las buenas noticias.—¿De verdad? ¡Qué bien, Larisa, sigamos haciendo el amor…Y Faustino iba a empezar a desvestir a Larisa.—Larisa, ¿te gusta que te haga el amor?—La voz de Faustino era muy sensual.—Me… gusta… quiero que me folles todos los días…Larisa, ruborizada, bajó la cabeza, y luego, emitió unos gemidos que te erizaban la piel……Faustino, por su parte, acompañó a Ximena hasta el comienzo del pueblo y luego regresó.—Ximena, pasa a verme cuando quieras.—Faustino la despidió con la mano, observándola alejarse, y luego se encaminó a casa.Al pasar por la casa de Lara, Faustino escuchó a los suegros de Lara regañándola. Se detuvo en seco.—¡Salimos dos días y ni siquiera nos recibiste al volver, solo te quedaste en la cama durmiendo! ¡Ni lavaste la ropa, ni regaste la huerta, ni limpiaste la casa, esperabas que lo hiciéramos nosotros? ¡Quieres matarnos de trabajo!El enfado de Manolo
—¿Qué haces aquí?—Manolo y Ana se sobresaltaron con el grito de Faustino y lo miraron con el ceño fruncido.Lara, al ver a Faustino, no se atrevió a hablar, solo le hizo señas furtivas para que se fuera. ¡Tenía miedo de que la descubrieran y Faustino se metiera en problemas! Pero Faustino estaba furioso, ¿cómo iba a irse? Les gritó a Manolo y Ana:—Quiero saber qué ha hecho Lara para que la traten así. ¿Van a desnudarla en público? ¿Es que no la consideran una persona?—¡Lárgate, esto es asunto nuestro, no te metas!—Manolo respondió con el cuello tieso.—Sí, es una desvergonzada, se acuesta con otros hombres a nuestras espaldas. Somos sus suegros, tenemos derecho a pegarla y regañarla, ¿qué te importa?—Ana le escupió a Faustino.—¡Mienten! ¿Con qué ojos la han visto con otro hombre?—Faustino les gritó.—No la hemos visto. Pero tiene sangre en los pantalones y apenas puede caminar, ¡eso es prueba de que se ha acostado con otro!—Ana estaba furiosa, temblaba de rabia.—Qué mala suerte, me
—¿Tienes o no tienes huevos? Ah, se me olvidaba, los tuyos ya están rotos, ni siquiera eres un hombre.—Manolo se burló, sin saber que el —inútil—Faustino había estado con Lara.—Malditos, ¡esperen!—Faustino, incapaz de soportar la humillación de Lara, sacó su viejo Nokia y llamó a la policía. La policía llegó rápidamente.—¡Maldito, tú… realmente llamaste a la policía?—Manolo se acobardó.—¿Para qué tener miedo? Aunque llame a la policía, no nos pueden arrestar, somos sus suegros, pegarla es nuestro derecho.—Ana estaba tranquila.—¡Que te jodan! ¡Ya verán cómo lloran! Lara, no tengas miedo, yo te protegeré, se arrepentirán.—Faustino la abrazó, protegiéndola.—Faustino… gracias…—Lara estaba tan conmovida que lloraba sin parar.Era la primera vez que alguien la defendía. Faustino era su verdadero hombre. Aunque la mataran por acostarse con él, valía la pena.—¿Y todavía te sientes humillada, perra? ¡Ven aquí, te voy a matar!—Manolo estaba furioso al ver a Lara llorando detrás de Faustino