Capítulo31
—¡Ay, Faustino, pero que bruto eres! ¡No tienes ni una pizca de consideración! —sollozó Larisa.

Larisa esperó a que sus padres se durmieran para ir a escondidas. Pero para su mala suerte, Faustino la confundió con un intruso y terminó dándole con el palo de una escoba, haciéndola llorar de inmediato.

—¡Larisa! Pensé que eras un ladrón, no tenía idea de que eras tú —se disculpó Faustino apresuradamente.

—Si hubiera sabido que eras tú, jamás te habría pegado —continuó, mientras empezaba a masajearle la cabeza con las técnicas que había aprendido recientemente. Pronto, el dolor de Larisa se desvaneció.

Sin embargo, Larisa seguía molesta y no quería hablarle a Faustino, por más que él intentara contentarla.

—Larisa, de verdad lo siento. Te prometo que no volverá a pasar —insistió Faustino, cada vez más desesperado—. Haré lo que tú quieras si me perdonas, ¿sí?

—¿En serio? —respondió Larisa, dejando de llorar—. Entonces mañana, si Miguel te provoca, no puedes pelear con él.

—De acuerdo, ento
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