Capítulo30
Gabriela, decidida a divorciarse, le escupió con rabia y se fue sin mirar atrás. Sin embargo, al pasar junto a Faustino, se detuvo por un breve momento.

—Lo siento mucho, Faustino. En verdad, me equivoqué al culparte. Si no fuera por ti, no habría descubierto la verdadera cara de esta miserable bestia. En el futuro, si necesitas ayuda, contáctame sin dudarlo. Faustino no dijo más.

—¡Maldición! ¡Toda esta situación es solo culpa tuya! No te dejaré pasar esto por alto, ¡te lo aseguro!

Viendo que no podía convencer a Gabriela, César se lo gritó con gran resentimiento a Faustino.

—Todo esto es culpa tuya por meterte con mi cuñada. ¿Crees que estarías así si no la hubieras secuestrado?

Faustino refunfuñó con gran frialdad y se marchó en ese momento con Rosalba.

En cualquier caso, César ahora no era muy diferente de un desecho humano, con la mitad de sus huesos rotos. Faustino ya no estaba preocupado de que pudiera causar graves problemas.

—Faustino, ¿cómo terminaste enemistándote con todos
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