*—Luna:¿Había algo más tóxico que un hombre negando una infidelidad con pruebas?Luna Stone no pudo evitar rodar los ojos por enésima vez mientras escuchaba a Peter Sullivan, su novio, insistir en que las fotos que recibiera en su teléfono—donde se le veía besuqueándose con otra mujer—habían sido manipuladas por inteligencia artificial. En un mundo donde la gente empezaba a desconfiar de todo lo que veía, él trataba de desviar la atención, pero Luna sabía que esas imágenes eran reales. No necesitaba verlo en persona para reconocer la verdad: él la había estado engañando durante quién sabe cuánto tiempo.Luna soltó un suspiro. No lo entendía. No comprendía por qué siempre era así. Esta no era la primera vez que era engañada por su pareja; ya era la cuarta vez, y en ese momento, Luna se preguntaba a sí misma en qué estaba fallando.¿Era ella? Era aburrida, tenía muy pocos pasatiempos y a veces entendía que era una persona descuidada con su aspecto, pero cuando decidía poner un poco d
*—Theo:—Mi empresa, mis reglas, Theo —expresó su abuelo frente a él con tanta decisión que, aunque Theo Santini era un experto en el arte de la convicción, sabía que a su abuelo no iba a hacerlo cambiar de opinión. Cuando algo se le metía a la cabeza a Giovanni Santini era difícil que este tomara una decisión diferente a la que ya había tomado. Un suspiro cansado salió de Theo, quien desvió la mirada lejos de los claros ojos de su abuelo, mirando hacia otro sitio en aquel café, menos a la cara de este. Sabía que era una pérdida de tiempo, sí, pero nunca estaba de más intentarlo y Theo tenía que intentar convencer a su abuelo de que podía tomar su puesto aun cuando no estaba casado.Era una época moderna y viejas tradiciones como la que tenía tatuada su abuelo en la cabeza de que, para recibir una herencia u obtener un puesto, debía de saciar un requisito tan importante como hacer una familia. A sus treinta y cuatro años, Theo no tenía planes de ello. Se había pasado los mejores año
*—Luna:De todos los problemas que tenía, Peter se había convertido en el más molesto de todos.Cuando comenzó con él, Peter había sido un amor. Lo conoció de casualidad en un café a medio día cuando sus órdenes habían sido colocadas erróneamente. A Luna le había encantado la sonrisa de este y había caído por él al instante. Coincidieron tantas veces en ese café que comenzaron a compartir mesa, consejos y chistes, hasta que intercambiaron números y el resto ya es historia. Su relación fue bonita hasta que los indicios de la infidelidad de Peter empezaron a llegar a ella, pero había querido darle una oportunidad. No obstante, la gota que derramó el vaso fueron esas últimas fotos enviadas por su amante. Luna no podía perdonarlo y por eso decidió cortarlo de raíz, pero Peter era como hierba mala que seguía crecido sin parar.Con el dedo, Luna presionó el icono rojo en la pantalla táctil de su teléfono, rechazando la llamada que entró por enésima vez ese día. Peter había estado buscándol
*—Theo:A su abuelo se le había ido un poco la mano.Theo cerró la puerta de su vehículo, quizás con un poco de fuerza, pero esto reflejaba su estado de ánimo y estaba encolerizado. Era jueves por la noche y había aceptado una cena con su abuelo para ver si podía aliviar la situación entre ellos, Theo pensando que podía convencerlo, solo que cuando llegó al lugar del encuentro, su abuelo no estaba allí y una joven mujer esperaba por él.Había sido un truco sucio del viejo de citarlo sin decirle en una cita a ciegas con la nieta de un viejo amigo. Theo tuvo que aguantar su furia y fingir que todo estaba bien mientras mostraba sus mejores sonrisas por educación.¿Qué había estado pensando su abuelo al hacer esto? Le había dicho que quería que Theo encontrará el amor de su vida, pero ir a citas con mujeres desconocidas no iba a funcionar. Theo dio lo mejor hasta que la joven muchacha entendió que no iba a pasar más de una cena. Se disculpó con ella y cada quien se fue por su lado.Aun a
*—Luna:Un día de perros era lo que había tenido Luna hoy.El juicio había salido maravillosamente bien a pesar de que tuvieron inconvenientes, pero su jefe y el equipo de este habían cosechado una gran victoria y esto significaba que vendrían más trabajos, lo cual podía hacer que su jefe incrementara su paga. Era maravilloso si pensaba de esa manera positiva, no obstante, a pesar de que Kenneth fue grandioso como el abogado defensor, una cosa era como actuaba profesionalmente y otra personal.Luna miró hacia su muñeca cubierta por pulseras de cuencas negras y doradas, la cual ocultaba la marca que Kenneth, su jefe, le había hecho cuando se le pasó demasiado la mano. En los dos años que tenía trabajando para él, se había acostumbrado a los comentarios y miradas, pero nunca pensó que Kenneth cruzaría la línea de esa manera.Después de ganar el juicio, todo el equipo de la firma fue a almorzar y a Luna podía decir que pasó una grata velada con sus compañeros, hasta que cada quien tuvo q
*—Luna:A sabiendas de que Luna necesitaba crear un límite entre ellos, decidió actuar profesionalmente y puso su mejor sonrisa.—No hay confianza entre nosotros, señor Santini —expresó Luna, aclarando la línea entre ellos y esto parecía molestarla a este, puesto que el hombre a su lado la miró con una mirada penetrante para luego soltar una carcajada, la cual resonó con una fuerza arrolladora. Su risa era profunda y grave, llena de una confianza innata que captaba la atención de todos a su alrededor.Los ojos de color miel se posaron en ella y los hombros del señor Santini se alzaron.—Siempre hay una primera vez, ¿no?Luna fingió una sonrisa. Lo sentía, pero no iba a ceder. Era una persona que pensaba demasiado en las consecuencias y con Theodore Santini iba a tener una gran lista de ellas. No le respondió.—Sin embargo, veo que estás levantando una pared entre nosotros —continuó el señor Santini para luego soltar un suspiro—. ¿Es por tu jefe? —quiso saber y Luna parpadeó con confus
*—Luna:Había enloquecido. Hace un momento había ido al bar de Izbel para tomar una copa y buscar una conquista de una sola noche, solo que no había esperado que la persona que atraparía en sus redes sería nada más y nada menos que el hombre que la había rescatado en dos ocasiones del tirano de su novio.Theo, el hombre que siempre aparecía en los momentos menos esperados para salvarla, ahora estaba frente a ella, y la coincidencia de sus encuentros la dejó sin aliento, así como sus besos. Cada vez que sus labios rozaban los suyos, un escalofrío recorría su espalda. Era como si el destino los hubiera unido en un juego impredecible y lamentablemente no podía negar la atracción magnética que sentía hacia él.Ahora, en el ambiente tenue de aquella habitación de hotel y con el sonido de sus respiraciones agitadas de fondo, la tensión entre ellos se sentía más palpable que nunca. Luna se preguntó si el destino había jugado sus cartas para reunirlos aquí y ahora, ofreciéndoles una oportuni
*—Luna:El hombre la besó nuevamente con pasión, barrió su lengua con la suya mientras giraba en la cama y empujaba su cuerpo contra el colchón. Luna abrió las piernas y rodeó la cintura de Theo, quien rompió el beso para comenzar a quitarse la ropa. Parecía desesperado, puesto que se deshizo rápidamente de la chaqueta, de la corbata azul y de la camisa en un santiamén, y cuando estuvo libre de estas, volvió a buscar sus labios.Se enfrascaron en ardientes besos, tirando de sus bocas y lengua con ganas. Sintió las grandes y suaves manos de Theo sobre sus senos, los cuales abarcó y apretó con estas. Luna comenzó su juego por igual. Aprovechando que rodeaba su cintura con sus piernas y que sus pelvis estaban una contra a otra, comenzó a frotarse contra esta. No podía esperar para sentirlo deslizándose por ella y Theo parecía que tampoco quería prolongar más el momento.Su hombre se deshizo de las últimas piezas que cubrían su cuerpo, quedando como vino al mundo y Luna se empapó de él. E