*—Theo:
A su abuelo se le había ido un poco la mano.
Theo cerró la puerta de su vehículo, quizás con un poco de fuerza, pero esto reflejaba su estado de ánimo y estaba encolerizado.
Era jueves por la noche y había aceptado una cena con su abuelo para ver si podía aliviar la situación entre ellos, Theo pensando que podía convencerlo, solo que cuando llegó al lugar del encuentro, su abuelo no estaba allí y una joven mujer esperaba por él.
Había sido un truco sucio del viejo de citarlo sin decirle en una cita a ciegas con la nieta de un viejo amigo. Theo tuvo que aguantar su furia y fingir que todo estaba bien mientras mostraba sus mejores sonrisas por educación.
¿Qué había estado pensando su abuelo al hacer esto? Le había dicho que quería que Theo encontrará el amor de su vida, pero ir a citas con mujeres desconocidas no iba a funcionar. Theo dio lo mejor hasta que la joven muchacha entendió que no iba a pasar más de una cena. Se disculpó con ella y cada quien se fue por su lado.
Aun así, su abuelo se había pasado de la línea y cuando tuviera el momento, iba a quejarse por ello. Entendía que quería que buscara a una mujer, pero se negaba a que fuera de esa forma, todo a su tiempo y por ahora, no estaba en ello. Tarde o temprano tenía que aceptar que su vida no giraba en torno a una mujer, había hecho muchas grandes transformaciones en su vida y había ganado reconocimiento por ello, y todo con su propio esfuerzo. No necesitaba a una mujer en su vida para conseguir su herencia y el liderazgo completo de la empresa familiar.
Después de maldecir por tanto tiempo, Theo sintió la garganta seca y dijo que necesitaba por lo menos un trago. Podía beberlo en casa, pero quería que alguien se lo sirviera, así que, aprovechando una luz en rojo, buscó en el mapa el bar más cercano y luego de encontrarlo, puso rumbo hacia dicho lugar.
Una vez en este, Theo pasó la mirada por el local. Era un bar tranquilo, la música que sonaba por los altavoces no era estridente y el estilo vintage de los 80 era predominante. Los clientes eran personas contemporáneas a él, quienes bebían y charlaban animadamente. Era un sitio maravilloso para ir a descargar el estrés del día y pasarlo sin problemas.
Con las manos en los bolsillos fue hacia la barra y tomó el lugar más alejado de la gente. Rápidamente, un hombre joven lo atendió. Theo notó que, a diferencia de los otros empleados, no tenía uniforme. ¿El dueño del bar quizás?
Theo le sonrió con su mejor sonrisa y pidió lo de siempre, dos dedos de whisky a las rocas. Solo tomaría un trago y se iría a casa. Mañana iría a ver a su abuelo y hablar con él de una vez por todas. Theo estaba decidido a darle un ultimátum también. Aquí iban a jugar los dos este juego.
Cuando tuvo el trago en sus manos, dio un largo sorbo y soltó un suspiro cuando el líquido se deslizó por su garganta. Esto era lo que necesitaba y claro, con el alcohol venían los pensamientos turbios. Theo comenzó a hundirse en su miseria.
No era muy dado a pensar en problemas, más bien, no tenía problemas. Siempre había vivido una vida maravillosa gracias a que su familia estaba bien posicionada y eso lo agradecía a estos diariamente. Era un hombre exitoso también, nunca había tenido faltas en su vida, sin embargo, este impedimento por su abuelo comenzaba a molestarle. Había trabajado desde niño para cumplir sus sueños y ser el heredero de Giovanni Santini, y que ahora viniera a eclipsarlo, le sentaba muy mal.
Theo volvió a dar otro trago y se cubrió la cara con las manos.
Empezaba a sentirse frustrado y se decía a sí mismo que no iba a dejar que esto lo afectara, pero el ultimátum de su abuelo comenzaba a hacer peso. Estaban finalizando noviembre y cumplía los treinta y cinco en abril, aunque faltan 5 meses y algo para ello, no dejaba de pensar que iba a ser difícil cumplir su pedido. No podría conocer a alguien en tan poco tiempo y pensar que era la indicada para él. Si, podía ligarse con cualquiera y quizás hasta embarazarla, no obstante, no estaba en sus planes hacer eso.
Si algún día daba el paso, quería que sucediera de forma natural, no presionando para que se diera, por lo que, Theo tenía que convencer a su abuelo que se olvidara de su propuesta y que lo dejara ser hasta que llegase ese momento.
Theo terminó el vaso de whisky y señaló al hombre de antes para que le sirviera otro trago. Un vaso más y regresaría a casa, a su soledad.
Hizo una mueca y movió la cabeza, preguntándose de dónde vino ese pensamiento depresivo. Estar solo en casa nunca le había importado, más bien, le gustaba tener su espacio privado y le molestaba muchísimo que mujeres, que no eran nada serio de él, interrumpieran en este. Era muy privado con su lugar.
No obstante, no dejo de pensar en cómo sería tener a alguien. Sus hermanos menores tenían todos parejas. Diego tenía a Ariel, su novia desde el instituto. Gabriello a Victoria, con quien se había casado ni bien se graduaron de la universidad, y su hermana Sofía, tenía a su novio William, y por lo que veía, era algo serio y era cuestión de tiempo para que pisaran el altar.
Era el mayor y el único que no se había casado o que tenía a alguien para dar un paso importante. Ahora entendía en parte a su abuelo, pero era porque a diferencia de estos, no había encontrado la indicada. Theo era muy meticuloso con sus conquistas, siempre las elegía de alta sociedad para evitar obsesiones o diferencias entre estatus, pero si algún día buscaba a alguien para establecerse, le gustaría que fuera una mujer comprensible, que aceptara su pasado sin rechistar, que no cambiará por él o su estatus, y que fuera muy natural.
Theo ladeó la cabeza y el rostro de una mujer muy natural apareció en su mente. Una carcajada brotó de él al pensar en Luna toda ataviada con su traje mal hecho y que parecía dos tallas más grandes que ella. Tal vez Luna era material para una relación estable, pues, aunque no la conocía del todo, algo le decía que esta se ganaría a su abuelo. No obstante, era estúpido pensar en ella. Solo la había visto unas pocas veces, tres para ser exactos, y en cada ocasión fue de paso.
Aunque Theo tenía que admitir que había algo en ella que llamaba su atención.
La mirada de Theo se posó en el vaso frente a él.
Luna era hermosa de una manera exótica, pero había tenido mujeres más bellas en sus manos, también con mejores cuerpos, trajes y actitudes. Sin embargo, le daba curiosidad saber si era tan grosera y desafiante en la cama. Otra cosa que deseaba ver era su oscuro cabello derrapado por la almohada, sus enormes ojos grises observándolo con sus mejillas ruborizadas y sus labios rosados hinchados por sus besos llamaba su nombre.
Sintió como su sexo comenzaba a engrosarse en sus pantalones y Theo se movió en el asiento, sintiéndose un poco avergonzado por su reacción. ¿Estaba deseoso? No había pasado tiempo desde que estuvo con alguien, pero por alguna razón, estaba allí deseoso de Luna.
¿Debería intentarlo?
Luna estaba soltera, ya que había terminado con el mequetrefe de su infiel novio, y Theo estaba seguro de que esta quería hacerle pagar a Peter por engañarla. Una mujer dolida como ella aceptaría una propuesta indecente como la que Theo planeaba soltar la próxima vez que la viera. Y sí, quizás estaba sonando un poco obsesivo de que quería meterse con Luna, pero hasta que no la tuviera entre sus brazos, no iba a sacarla de la mente, así que era mejor que la probara y seguir su camino.
Decidido, Theo tomó su trago y terminó por beberlo por completo, soltando un suspiro de placer por ese magnífico líquido. Podría tomar otra copa más, pero tenía que conducir, así que era mejor que regresara a casa ahora que tenía la cabeza clara. Ya sabía qué hacer con las situaciones que tenía pendiente. Mañana iría a ver a su abuelo y cuando volviera a ver a Luna le preguntaría si quería tener relaciones con él, y todos felices.
Estaba levantándose de la silla cuando escuchó una voz muy conocida a unos pasos de él.
—Digamos que he estado ocupada y cierta persona no me dejaba ser —respondió esa voz femenina que Theo reconoció como la de la mujer que había estado rondando en su mente en estos últimos momentos.
Una sonrisa surcó en los labios de Theo, quien ladeó la cabeza hacia donde venía la voz.
Sentada a dos lugares de él, Luna estaba en la barra hablando con el hombre que le había atendido antes y demonios, estaba despampanante. Esa noche estaba muy diferente a los días anteriores. Aunque vestía de negro, estaba muy sexy con su falda corta de cuero y su blusa manga larga que tenía un profundo escote que terminaba en el inicio de la falda. Sus piernas eran esbeltas y en sus pies tenía unas botas de talón con un tacón fino. Llevaba un maquillaje de noche, pero lo que más le atrajo a Theo fue ver sus generosos labios pintados de rojo.
Luna había venido al bar para conquistar.
—Oh, ¿es así? —preguntó el hombre un tanto sorprendido.
—Ujum, estoy libre de Peter —expresó Luna y la sonrisa de Theo se ensanchó más y más.
—Luna ha vuelto a sus andanzas, ¿eh? —continuó el hombre—. Hay buenos prospectos esta noche, así que…
Theo observó cómo Luna tiraba con su mano su cabello ondulado por encima de su hombro en un gesto que denotaba seguridad.
—Así que, hoy voy a buscar a alguien con quien divertirme, Izbel —sentenció Luna con mucha decisión.
¿Era así? No estaba tan lejos de lo que quería y Theo sabía que podía darle lo que esta deseaba, así que se colocó derecho, se bajó del taburete y con dos pasos se detuvo tras Luna, quien, al instante de sentir su presencia, giró la cara hacia él, viéndolo con sus ojos grises sorprendidos.
—Ya que eso es lo que deseas, ¿qué tal si nos divertimos juntos esta noche, Luna? —preguntó Theo soltando su propuesta y esperando que la mujer accediera a pasar una noche con él.
*—Luna:Un día de perros era lo que había tenido Luna hoy.El juicio había salido maravillosamente bien a pesar de que tuvieron inconvenientes, pero su jefe y el equipo de este habían cosechado una gran victoria y esto significaba que vendrían más trabajos, lo cual podía hacer que su jefe incrementara su paga. Era maravilloso si pensaba de esa manera positiva, no obstante, a pesar de que Kenneth fue grandioso como el abogado defensor, una cosa era como actuaba profesionalmente y otra personal.Luna miró hacia su muñeca cubierta por pulseras de cuencas negras y doradas, la cual ocultaba la marca que Kenneth, su jefe, le había hecho cuando se le pasó demasiado la mano. En los dos años que tenía trabajando para él, se había acostumbrado a los comentarios y miradas, pero nunca pensó que Kenneth cruzaría la línea de esa manera.Después de ganar el juicio, todo el equipo de la firma fue a almorzar y a Luna podía decir que pasó una grata velada con sus compañeros, hasta que cada quien tuvo q
*—Luna:A sabiendas de que Luna necesitaba crear un límite entre ellos, decidió actuar profesionalmente y puso su mejor sonrisa.—No hay confianza entre nosotros, señor Santini —expresó Luna, aclarando la línea entre ellos y esto parecía molestarla a este, puesto que el hombre a su lado la miró con una mirada penetrante para luego soltar una carcajada, la cual resonó con una fuerza arrolladora. Su risa era profunda y grave, llena de una confianza innata que captaba la atención de todos a su alrededor.Los ojos de color miel se posaron en ella y los hombros del señor Santini se alzaron.—Siempre hay una primera vez, ¿no?Luna fingió una sonrisa. Lo sentía, pero no iba a ceder. Era una persona que pensaba demasiado en las consecuencias y con Theodore Santini iba a tener una gran lista de ellas. No le respondió.—Sin embargo, veo que estás levantando una pared entre nosotros —continuó el señor Santini para luego soltar un suspiro—. ¿Es por tu jefe? —quiso saber y Luna parpadeó con confus
*—Luna:Había enloquecido. Hace un momento había ido al bar de Izbel para tomar una copa y buscar una conquista de una sola noche, solo que no había esperado que la persona que atraparía en sus redes sería nada más y nada menos que el hombre que la había rescatado en dos ocasiones del tirano de su novio.Theo, el hombre que siempre aparecía en los momentos menos esperados para salvarla, ahora estaba frente a ella, y la coincidencia de sus encuentros la dejó sin aliento, así como sus besos. Cada vez que sus labios rozaban los suyos, un escalofrío recorría su espalda. Era como si el destino los hubiera unido en un juego impredecible y lamentablemente no podía negar la atracción magnética que sentía hacia él.Ahora, en el ambiente tenue de aquella habitación de hotel y con el sonido de sus respiraciones agitadas de fondo, la tensión entre ellos se sentía más palpable que nunca. Luna se preguntó si el destino había jugado sus cartas para reunirlos aquí y ahora, ofreciéndoles una oportuni
*—Luna:El hombre la besó nuevamente con pasión, barrió su lengua con la suya mientras giraba en la cama y empujaba su cuerpo contra el colchón. Luna abrió las piernas y rodeó la cintura de Theo, quien rompió el beso para comenzar a quitarse la ropa. Parecía desesperado, puesto que se deshizo rápidamente de la chaqueta, de la corbata azul y de la camisa en un santiamén, y cuando estuvo libre de estas, volvió a buscar sus labios.Se enfrascaron en ardientes besos, tirando de sus bocas y lengua con ganas. Sintió las grandes y suaves manos de Theo sobre sus senos, los cuales abarcó y apretó con estas. Luna comenzó su juego por igual. Aprovechando que rodeaba su cintura con sus piernas y que sus pelvis estaban una contra a otra, comenzó a frotarse contra esta. No podía esperar para sentirlo deslizándose por ella y Theo parecía que tampoco quería prolongar más el momento.Su hombre se deshizo de las últimas piezas que cubrían su cuerpo, quedando como vino al mundo y Luna se empapó de él. E
*—Luna:El recuerdo de una maravillosa noche era lo que podía llevarse consigo.La mirada de Luna se posó en el hombre acostado boca abajo en la cama de doble plaza, el cual dormía tranquilamente sin saber que, cuando despertara, lo haría en soledad. Luna no planeaba continuar con lo que había comenzado esa noche.Se levantó con cuidado, asegurándose de no hacer ruido que pudiera despertarlo. Theo había sido todo lo que podría haber soñado en un amante: apasionado, atento, y sorprendentemente tierno, pero Luna sabía que dejarse llevar por lo que sentía solo complicaría las cosas más adelante.Recogió su ropa del suelo y se vistió lentamente, cada movimiento impregnado de una tristeza silenciosa. Sabía que lo correcto sería marcharse sin decir adiós y sin promesas que no estaba segura de poder cumplir. Aunque su corazón latía con fuerza al pensar en la intensidad de su momento juntos, su mente le decía que debía ser sensata.No había cometido un error, claro que no, era sexo casual, el
*—Luna:Era tiempo de comenzar de nuevo.Nunca tenía problemas para tomar riesgos, lo había hecho con sus parejas y cuando salió de su pequeño pueblo para conseguir una mejor vida en la ciudad, por lo cual, dejar su hogar hasta ahora y empezar otra vez, no era impedimento para ella. Además, lo hacía para descansar un poco y para aligerar su mente.Luna se despertó temprano esa mañana, con los primeros rayos de sol filtrándose por las cortinas de su pequeño apartamento. El silencio del amanecer la envolvía, un contraste bienvenido después del caos de los últimos días. Se sentó en la cama, observando las maletas que había empacado la noche anterior. Hoy era el día.Después de aquella noche con Theo, la cual sucedió hace dos semanas, Luna había tomado una decisión. La situación con su jefe, Kenneth, se había vuelto insostenible, y la sombra de su exnovio Peter aún la perseguía por las calles de la ciudad. Necesitaba escapar y comenzar de nuevo en un lugar donde pudiera encontrar paz.Con
*—Luna:Había llegado a su pueblo natal al atardecer, después de un largo viaje en autobús, y lo primero que notó, fue que la estación apenas había cambiado, seguía viéndose abandonada. Al bajar del autobús, sintió una mezcla de nostalgia y alivio. Estaba de vuelta, en el lugar donde todo comenzó.Aun cuando todo en su pueblo quedaba cerca, tuvo que tomar otro transporte por sus maletas para ir a la casa familiar. En el camino hacia esta, Luna notó que, aunque la estación era la misma, en el pueblo sí había cosas que habían cambiado. Las casas, los edificios, el ambiente, la gente. Todo era diferente.¿Tanto tiempo había pasado?Se fue de Springvalley tan pronto como terminó sus estudios secundarios y no había vuelto ni siquiera para las celebraciones familiares o el nacimiento de sus sobrinos. Simplemente, Luna había ignorado todo lo relacionado con su familia. Y sí, tal vez por eso era considerada la oveja negra que ahora regresaba, pero tuvo sus razones. En una familia convencional
*—Theo:¿Por qué estaba obsesionado con una mujer con la que solo había tenido una aventura de una sola noche?Theo maldijo por enésima vez ese día y miró su teléfono, pero luego lo guardó, puesto que era obvio que no iba a recibir un mensaje o llamada de una persona con la que no había intercambiado contacto. Tuvo el momento para pedirlo o para saber más de ella, pero cuando estuvieron unidos en cuerpo, solamente pensaron en satisfacerse mutuamente. Sin embargo, ahora se arrepentía de ello.Luna había sido magnífica en la cama, para Theo, había sido la amante perfecta si se lo preguntaban. Aunque no era muy experimentada como otras que había tenido en sus manos, había algo en ella que lo había atrapado. Quizás era su forma de moverse, sus toques delicados y la intensidad con la que se entregaba al momento, que había dejado una impresión profunda en él. Quién sabe, pero lo que sí sabía era que fue diferente en comparación con otras ocasiones. Además, la conexión que había sentido con