*—Luna:
Un día de perros era lo que había tenido Luna hoy.
El juicio había salido maravillosamente bien a pesar de que tuvieron inconvenientes, pero su jefe y el equipo de este habían cosechado una gran victoria y esto significaba que vendrían más trabajos, lo cual podía hacer que su jefe incrementara su paga. Era maravilloso si pensaba de esa manera positiva, no obstante, a pesar de que Kenneth fue grandioso como el abogado defensor, una cosa era como actuaba profesionalmente y otra personal.
Luna miró hacia su muñeca cubierta por pulseras de cuencas negras y doradas, la cual ocultaba la marca que Kenneth, su jefe, le había hecho cuando se le pasó demasiado la mano. En los dos años que tenía trabajando para él, se había acostumbrado a los comentarios y miradas, pero nunca pensó que Kenneth cruzaría la línea de esa manera.
Después de ganar el juicio, todo el equipo de la firma fue a almorzar y a Luna podía decir que pasó una grata velada con sus compañeros, hasta que cada quien tuvo que irse por su lado. Su jefe le ofreció un aventón y como siempre Luna declinó la oferta, pero después de tanta insistencia de Kenneth, decidió aceptar. Mala idea.
Ni bien llegaron a su casa, Kenneth bajó con ella y la acompañó a la puerta. Eran las tres de la tarde, nada iba a pasar a esa hora del día y el lugar donde vivía, no era uno con alta delincuencia. Por su insistencia, dejó que fuera a con ella hacia la entrada de su edificio. Otro error suyo.
Luna hizo una mueca de asco al recordar lo que pasó.
Kenneth la había besado. Cuando Luna trataba de abrir la puerta de su hogar, sintió como Kenneth se acercaba por detrás y cuando se volvió, las manos de este estuvieron sobre su rostro y luego sus labios sobre los suyos. Ni bien este la besó, Luna hizo acopio de sus fuerzas y empujó a su jefe tan fuerte que este trastabilló con los pies, terminando sobre su trasero en el pasillo del edificio donde vivía.
No habían dicho nada y se habían quedado asombrados por las acciones de ambos, sin embargo, Luna lo sabía, no podía continuar trabajando para su jefe ahora que este había cruzado una gran línea. Debía de renunciar. Kenneth solo le dio una mirada y luego se levantó, sacudió el polvo de su traje, y así, sin más, se dio la vuelta para regresar a su vehículo.
Luna se había quedado en la entrada, sintiendo una vorágine de emociones negativas.
No podía creer que Kenneth, después de tanto tiempo, actuara de esa forma. Sabía que podía demandarlo por acoso, pero aun así había traspasado los límites.
¿Qué había estado pensando su jefe? Luna nunca le había dado señales de que estuviera enamorada o que quisiera algo con él. Tenía su novio y Kenneth había conocido a Peter, pero era probable que desde que se enteró de que andaba soltera, decidió dar el paso. Un gran error suyo. Ahora Luna ya no quería trabajar con él.
Amaba su trabajo como su asistente, pero ya no podía continuar con Kenneth y era mejor que renunciara.
Ahora su vida comenzaba a tornarse en un caos. Con el pensamiento de dejar su trabajo y de que su relación no funcionara, empezaba a pensar que quizás necesitaba un descanso y luego un comienzo. Era joven, y aunque la vida la había golpeado, estaba positiva.
Mañana, iría al trabajo y pondría su carta de renunciar. Para su suerte, podía renunciar al instante y aprovecharía esa salida. Gracias a Dios que Peter, desde aquel último día en que se vieron, la había dejado en paz, comprendiendo que ya no iba a haber nada entre ellos. Se lo encontró una vez en el café, cerca de los trabajos de ambos y donde se habían conocido, pero Peter hizo como si no supiera de ella y Luna agradeció esa acción suya.
Todo estaba moviéndose para que Luna diera el paso y que mejor que comenzando a sacar todo el estrés que tenía encima.
No era tan buena en el sexo como otras mujeres, lo disfrutaba, quién no. También, masturbarse no era tan complaciente cuando estabas acostumbrada a estar con alguien, así que, Luna iría a un sitio que había frecuentado con sus amigos y que pertenecía a uno de estos.
El taxi en el que se desplazaba, llegó al fin a su destino y Luna pagó al hombre mayor para luego bajar del vehículo. Miró hacía el letrero dorado en fondo negro en una esquina con el nombre del bar. La Perla Negra era el bar del hermano mellizo de su mejor amiga, Irene, por ende, habían venido un sinfín de veces, pero desde que ambas andaban en relaciones serias, habían dejado de frecuentar el lugar más que para tragos sociales que muy rara vez se tomaban por sus ocupadas agendas.
Era un sitio tranquilo, gente de su edad venía a sacar el estrés tomando o charlando, y claro, también venías a encontrar alguien si se daba el caso. A Luna le había funcionado varias veces, había conocido algunos hombres de una sola noche y aunque había pasado tiempo desde la última vez que hizo esto, no perdía nada intentarlo.
Se acercó a la entrada. Había un guardia de seguridad fuera y Luna se acercó con su mejor sonrisa. El alto y maduro hombre, al verla, abrió la boca enseñando sus dientes, sonriéndole muy alegre.
—¡Vaya, vaya, vaya! —exclamó el guardia de seguridad al verla.
Luna extendió la mano y la chocó con este en un dinámico saludo. Se conocían desde hace mucho tiempo, puesto que Joel, el guardia de seguridad, llevaba años trabajando en dicho lugar.
—Hola, Joel —le saludó Luna.
—¡Estás despampanante! —exclamó Joel pasando su mirada por ella, pero a diferencia de Kenneth, quien la miraba lascivamente, Joel fue muy educado y solo alabó su atractivo de forma muy educada.
Su color favorito era el negro, por lo que Luna vestía la mayor parte del tiempo con este y esa noche no era diferente. Había optado por una blusa manga larga de color negro, la cual tenía un pronunciado escote en V que mostraba el camino entre sus pequeños senos. No era una mujer con pechos enormes, apenas era una copa A, así que aprovechaba que eran pequeños para usar cierto tipo de prendas. Llevaba una falda negra por igual, la cual era corta y de cuero. El talle de esta era alto, así que, el escote de la blusa quedaba muy cerca de la pretina de la falda, viéndose como si fuera algo de una sola pieza.
Había optado por ondular su largo cabello, dándole un toque de vida y glamour, y se maquilló con esmero para la noche. Había pasado mucho tiempo desde la última vez que tuvo la oportunidad de sentirse así, y si iba a conquistar a alguien esta noche, lo haría con todo su esplendor. Ahora que estaba decidida a renunciar a su trabajo y finalmente era libre de Peter, ya no había necesidad de seguir vistiéndose como si estuviera derrotada. Esta era su noche para brillar, para recordar quién era realmente, y para recuperar la confianza que había perdido en medio del caos.
—Gracias, Joel —le agradeció por su comentario.
Joel asintió y en ese momento, llegaron más clientes y la cara de este se transformó en una dura. Claro, tenía que mantener su imagen de guardia de seguridad en el trabajo. Después de revisar las pertenencias de los clientes, Joel se volvió hacia ella.
—Te dejo, ve a la barra y dile a Izbel que la primera copa va por mí —sugirió Joel.
—Brindaré por ti, Joel.
Joel sonrió por última vez y Luna decidió entrar al bar del hermano de su amiga. Izbel tenía la misma edad que ella y había fundado su negocio hace cuatro años cuando a pensar recién salía de la universidad a los 24. Anteriormente, a este se le había dado bien trabajar ahora lugares de este tipo y con toda esa experiencia acumulada, decidió poner su propio lugar. Desde entonces, Luna había venido a visitar el bar y dada sus visitas al negocio, había conocido a grandes hombres y esperaba que esta noche tuviera suerte.
Se acercó a la barra y vio a un hombre alto y rubio en una esquina hablando con un cliente, pero en el instante que la vio, se disculpó con la persona que hablaba y fue hacia ella.
—Mira que trajo el viento —bromeó Izbel.
—Hola Izbel —saludó Luna mientras le sonreía amablemente.
—¿Qué te trae por aquí, mi querida Luna? —preguntó el hombre viéndola un poco extrañado.
Había pasado tiempo desde que estuvo por este lugar, Peter e Izbel no se llevaban bien, más porque Peter había comentado que el hermano de su amiga estaba enamorado de ella sin saber que Izbel bateaba para el otro lado. También, el otro hombre no pasaba la actitud de imbécil de Peter, así que la cosa era mutua. Sin embargo, ahora que estaba libre, era maravilloso venir a dar la cara y disfrutar de su vida.
—Digamos que he estado ocupada y cierta persona no me dejaba ser —respondió luna encogiéndose de hombros, lo que hizo que Izbel soltara una carcajada, dando a entender que Peter seguía sin agradarle, como casi la mayoría de los amigos de Luna que lo conoció.
—¿Oh, es así? —preguntó Izbel con la sorpresa reflejada en sus ojos azules.
—Ujum, estoy libre de Peter —expresó Luna, orgullosa de ello.
—Luna ha vuelto a sus andanzas, ¿eh? —continuó el hombre—. Hay buenos prospectos esta noche, así que… —Izbel no prosiguió y solo sonrió maliciosamente, pero Luna entendía.
Oh, sí, no había echado el ojo por completo, pero lo haría desde que tuviera la primera copa en su sistema e iría a cazar. Luego de que se quitara el estrés, iba a recoger los pedazos de su vida y comenzar de nuevo.
—Así es, hoy voy a buscar a alguien con quien divertirme, Izbel —expresó Luna mientras echaba su cabello hacia atrás y alzaba el montón, decidida.
Ni bien lo dijo, alguien apareció en su radar. El alto e imponente hombre, se colocó tras ella, pero esa presencia era muy conocida para ella, por lo que, cuando se volvió y vio la cara del tipo, se sorprendió bastante y más cuando cierto comentario salió de los generosos labios de este.
—Ya que eso es lo que deseas, ¿qué tal si nos divertimos juntos esta noche, Luna? —preguntó el señor Theodore Santini de la nada y dejando a Luna sorprendida por su aparición.
¿Desde cuándo estaba allí? Rápidamente, miró hacia Izbel, quien se encogió de hombros y en silencio se fue de allí. ¡Qué traidor! Luna volvió los ojos hacia Theo, quien, con movimientos ligeros, tomaba el taburete a su lado, girando completamente hacia ella y mirándola con una expresión curiosa.
—Oh, señor Santini —saludó Luna colocándose derecha y tratando de arreglar su ropa. Las veces que se habían visto, siempre había tenido la ropa del trabajo y se había visto diferente a esta noche. Debía de ser una sorpresa para este al verla con otro aspecto.
Vio como las cejas oscuras del señor Santini se arqueaban.
—¿Señor? —cuestionó y movió la cabeza para luego extender una mano hacia ella en un saludo—. Llámeme Theo, por favor —pidió este presentándose, pero Luna se sentía un poco incómoda con su presencia tan intimidante. Era un tiburón y si le dejaba cruzar solo un poco la línea, terminaría devorada. Era mejor que se alejara de él a tiempo.
*—Luna:A sabiendas de que Luna necesitaba crear un límite entre ellos, decidió actuar profesionalmente y puso su mejor sonrisa.—No hay confianza entre nosotros, señor Santini —expresó Luna, aclarando la línea entre ellos y esto parecía molestarla a este, puesto que el hombre a su lado la miró con una mirada penetrante para luego soltar una carcajada, la cual resonó con una fuerza arrolladora. Su risa era profunda y grave, llena de una confianza innata que captaba la atención de todos a su alrededor.Los ojos de color miel se posaron en ella y los hombros del señor Santini se alzaron.—Siempre hay una primera vez, ¿no?Luna fingió una sonrisa. Lo sentía, pero no iba a ceder. Era una persona que pensaba demasiado en las consecuencias y con Theodore Santini iba a tener una gran lista de ellas. No le respondió.—Sin embargo, veo que estás levantando una pared entre nosotros —continuó el señor Santini para luego soltar un suspiro—. ¿Es por tu jefe? —quiso saber y Luna parpadeó con confus
*—Luna:Había enloquecido. Hace un momento había ido al bar de Izbel para tomar una copa y buscar una conquista de una sola noche, solo que no había esperado que la persona que atraparía en sus redes sería nada más y nada menos que el hombre que la había rescatado en dos ocasiones del tirano de su novio.Theo, el hombre que siempre aparecía en los momentos menos esperados para salvarla, ahora estaba frente a ella, y la coincidencia de sus encuentros la dejó sin aliento, así como sus besos. Cada vez que sus labios rozaban los suyos, un escalofrío recorría su espalda. Era como si el destino los hubiera unido en un juego impredecible y lamentablemente no podía negar la atracción magnética que sentía hacia él.Ahora, en el ambiente tenue de aquella habitación de hotel y con el sonido de sus respiraciones agitadas de fondo, la tensión entre ellos se sentía más palpable que nunca. Luna se preguntó si el destino había jugado sus cartas para reunirlos aquí y ahora, ofreciéndoles una oportuni
*—Luna:El hombre la besó nuevamente con pasión, barrió su lengua con la suya mientras giraba en la cama y empujaba su cuerpo contra el colchón. Luna abrió las piernas y rodeó la cintura de Theo, quien rompió el beso para comenzar a quitarse la ropa. Parecía desesperado, puesto que se deshizo rápidamente de la chaqueta, de la corbata azul y de la camisa en un santiamén, y cuando estuvo libre de estas, volvió a buscar sus labios.Se enfrascaron en ardientes besos, tirando de sus bocas y lengua con ganas. Sintió las grandes y suaves manos de Theo sobre sus senos, los cuales abarcó y apretó con estas. Luna comenzó su juego por igual. Aprovechando que rodeaba su cintura con sus piernas y que sus pelvis estaban una contra a otra, comenzó a frotarse contra esta. No podía esperar para sentirlo deslizándose por ella y Theo parecía que tampoco quería prolongar más el momento.Su hombre se deshizo de las últimas piezas que cubrían su cuerpo, quedando como vino al mundo y Luna se empapó de él. E
*—Luna:El recuerdo de una maravillosa noche era lo que podía llevarse consigo.La mirada de Luna se posó en el hombre acostado boca abajo en la cama de doble plaza, el cual dormía tranquilamente sin saber que, cuando despertara, lo haría en soledad. Luna no planeaba continuar con lo que había comenzado esa noche.Se levantó con cuidado, asegurándose de no hacer ruido que pudiera despertarlo. Theo había sido todo lo que podría haber soñado en un amante: apasionado, atento, y sorprendentemente tierno, pero Luna sabía que dejarse llevar por lo que sentía solo complicaría las cosas más adelante.Recogió su ropa del suelo y se vistió lentamente, cada movimiento impregnado de una tristeza silenciosa. Sabía que lo correcto sería marcharse sin decir adiós y sin promesas que no estaba segura de poder cumplir. Aunque su corazón latía con fuerza al pensar en la intensidad de su momento juntos, su mente le decía que debía ser sensata.No había cometido un error, claro que no, era sexo casual, el
*—Luna:Era tiempo de comenzar de nuevo.Nunca tenía problemas para tomar riesgos, lo había hecho con sus parejas y cuando salió de su pequeño pueblo para conseguir una mejor vida en la ciudad, por lo cual, dejar su hogar hasta ahora y empezar otra vez, no era impedimento para ella. Además, lo hacía para descansar un poco y para aligerar su mente.Luna se despertó temprano esa mañana, con los primeros rayos de sol filtrándose por las cortinas de su pequeño apartamento. El silencio del amanecer la envolvía, un contraste bienvenido después del caos de los últimos días. Se sentó en la cama, observando las maletas que había empacado la noche anterior. Hoy era el día.Después de aquella noche con Theo, la cual sucedió hace dos semanas, Luna había tomado una decisión. La situación con su jefe, Kenneth, se había vuelto insostenible, y la sombra de su exnovio Peter aún la perseguía por las calles de la ciudad. Necesitaba escapar y comenzar de nuevo en un lugar donde pudiera encontrar paz.Con
*—Luna:Había llegado a su pueblo natal al atardecer, después de un largo viaje en autobús, y lo primero que notó, fue que la estación apenas había cambiado, seguía viéndose abandonada. Al bajar del autobús, sintió una mezcla de nostalgia y alivio. Estaba de vuelta, en el lugar donde todo comenzó.Aun cuando todo en su pueblo quedaba cerca, tuvo que tomar otro transporte por sus maletas para ir a la casa familiar. En el camino hacia esta, Luna notó que, aunque la estación era la misma, en el pueblo sí había cosas que habían cambiado. Las casas, los edificios, el ambiente, la gente. Todo era diferente.¿Tanto tiempo había pasado?Se fue de Springvalley tan pronto como terminó sus estudios secundarios y no había vuelto ni siquiera para las celebraciones familiares o el nacimiento de sus sobrinos. Simplemente, Luna había ignorado todo lo relacionado con su familia. Y sí, tal vez por eso era considerada la oveja negra que ahora regresaba, pero tuvo sus razones. En una familia convencional
*—Theo:¿Por qué estaba obsesionado con una mujer con la que solo había tenido una aventura de una sola noche?Theo maldijo por enésima vez ese día y miró su teléfono, pero luego lo guardó, puesto que era obvio que no iba a recibir un mensaje o llamada de una persona con la que no había intercambiado contacto. Tuvo el momento para pedirlo o para saber más de ella, pero cuando estuvieron unidos en cuerpo, solamente pensaron en satisfacerse mutuamente. Sin embargo, ahora se arrepentía de ello.Luna había sido magnífica en la cama, para Theo, había sido la amante perfecta si se lo preguntaban. Aunque no era muy experimentada como otras que había tenido en sus manos, había algo en ella que lo había atrapado. Quizás era su forma de moverse, sus toques delicados y la intensidad con la que se entregaba al momento, que había dejado una impresión profunda en él. Quién sabe, pero lo que sí sabía era que fue diferente en comparación con otras ocasiones. Además, la conexión que había sentido con
*—Theo:Su abuelo seguía haciéndose el difícil. Un pesado suspiro salió de Theo mientras entraba al elegante restaurante, que vibraba con la energía festiva de la época navideña. Las luces brillantes decoraban el lugar, reflejándose en los adornos dorados y plateados que colgaban de las paredes. El aroma de pino y canela llenaba el aire, mezclado con el de la comida gourmet que se servía en las mesas bien vestidas.Se quitó el abrigo, doblándolo en su brazo mientras sentía el contraste entre el frío exterior y el cálido ambiente interior. La música suave de villancicos en vivo, tocada por un pequeño grupo de músicos en un rincón del restaurante, creaba una atmósfera encantadora que contrastaba con el estado de ánimo aburrido de Theo. Theo buscó a su acompañante entre la multitud de comensales y empleados que se movían con agilidad, y finalmente lo encontró sentado en una mesa cerca de las ventanas. La luz suave de las bombillas del lugar iluminaba su rostro mientras él tomaba una co