*—Luna:
¿Había algo más tóxico que un hombre negando una infidelidad con pruebas?
Luna Stone no pudo evitar rodar los ojos por enésima vez mientras escuchaba a Peter Sullivan, su novio, insistir en que las fotos que recibiera en su teléfono—donde se le veía besuqueándose con otra mujer—habían sido manipuladas por inteligencia artificial.
En un mundo donde la gente empezaba a desconfiar de todo lo que veía, él trataba de desviar la atención, pero Luna sabía que esas imágenes eran reales. No necesitaba verlo en persona para reconocer la verdad: él la había estado engañando durante quién sabe cuánto tiempo.
Luna soltó un suspiro.
No lo entendía. No comprendía por qué siempre era así. Esta no era la primera vez que era engañada por su pareja; ya era la cuarta vez, y en ese momento, Luna se preguntaba a sí misma en qué estaba fallando.
¿Era ella? Era aburrida, tenía muy pocos pasatiempos y a veces entendía que era una persona descuidada con su aspecto, pero cuando decidía poner un poco de su parte, era pasable físicamente. Además, el estar mal ataviada era por una razón que no iba a decirle a Peter para que no buscará una pelea innecesaria.
¿Era el sexo? No es que era muy buena en él, pero sabía complacer a su pareja y darle lo que estos quisieran en la cama, así que tampoco era esto.
¿Era por dinero? Bueno, esto podría ser, Luna no era de una familia adinerada y su trabajo como secretaria de un abogado no tan reconocido no le daba tantas ganancias, por lo cual, quizás no podía darles una vida majestuosa a sus parejas, sin embargo, era generosa aun sin tener de donde caerse muerta y sus parejas siempre tenían trabajos mejores que ella, así que esto no podía ser.
Entonces, ¿qué era? ¿Por qué la engañaban?
Luna le dio una mirada aburrida a Peter, quien seguía explicando de cómo funcionaban las fotos modificadas o regeneradas con inteligencia artificial.
Debería sentirse más dolida de que su novio la hubiera engañado, tenían casi dos años saliendo y podía decir que esta era la relación que más le había durado, pero no se sentía tan rota como esperaba. Quizás era por esto que no le habían durado las relaciones y siempre la engañaban, era difícil para ella mostrar sus emociones y a veces tendía a parecer grosera, pero solo era que había cosas que le daban igual, como esta.
No quería sentirse dolida y que esto le afectara en su vida diaria, pues sabía qué situaciones como esta le pasaban a cualquiera y ella no era la primera ni la última. Además, se debía de recorrer un largo camino antes de encontrar a la persona ideal, por lo cual, aunque le pasaban estas cosas, creía en el amor y que algún día conocería a la persona indicada.
Luna sonrió y decidió terminar ya con esto.
—Deja de mentir, Peter —le pidió a su novio en medio de la verborrea de esta, quejándose de que las fotos eran falsas y de que él nunca la engañaría porque la amaba—. Ya sé que no es la primera vez que lo haces, pero me hacía la vista corta porque pensé que podías cambiar, sin embargo, ya estoy cansada —expresó para luego ponerse de pie—. Es mejor que cada quien camine por su lado y que no volvamos a contactarnos, ¿sí? —le pidió y vio como Peter abría sus ojos verdes ampliamente.
—No puedes dejarme de esta forma sin que me defienda, no te engañe, Luna… —insistió Peter, pero ya Luna estaba cansada. Podía escuchar que la engañaban, pero hasta que no hubiera pruebas o sospechara de ello, no daba el paso, sin embargo, esta vez las pruebas llegaron temprano y ya sabía qué hacer.
—Las pruebas están ahí, Peter —le espetó Luna aburrida—. No vas a convencerme de lo contrario, ¿de acuerdo? —le lanzó Luna sin dejarse convencer—. No me llames porque no te voy a tomar la llamada y tampoco me vuelvas a buscar al trabajo —le ordenó para luego sonreír—. Ten una buena vida, Peter —deseó a su ahora exnovio para luego darse la vuelta y salir del café en donde se habían reunido esa tarde para hablar, el cual quedaba en el primer piso del edificio donde Luna trabajaba.
Habían pasado días desde que las fotos de la infidelidad de Peter llegaron a su teléfono por un mensaje de texto de un número que, por el mensaje, Luna entendió que era la amante tratando de que terminaran para quedarse con él. Que se sintiera feliz, había ganado, pero que supiera que una vez que un hombre era infiel, siempre sería infiel.
Ahora que estaba libre, se sintió feliz.
Luna salió del local y caminó por la acera para ir a tomar el transporte de regreso a casa. Ya que era fin de semana y no trabajaba, quizás podía comprar algunas cervezas y ver algo de su lista de series y películas en N*****x, había pasado tiempo desde que se dedicó un poco de tiempo a si misma.
No obstante, mientras caminaba hacia la estación más cercana de tren, sintió como su brazo era tomado con fuerza y como alguien la tiraba hacia atrás.
Se volvió airada para ver a Peter tras ella, quien la había seguido.
—¡¿Qué diablos te pasa, Peter?! —le gritó Luna al volverse.
—¡No vamos a terminar! —exclamó Peter delante de todos los que pasaban y estas personas viéndolos escandalizados, pero de igual forma ignorándolos. Odiaba las peleas en público y allí estaba Peter ocasionando una.
—Termine contigo, así que, por favor, déjame en paz —espetó mientras se separaba de él y seguía caminando, pero Peter no la dejó en paz y volvió a tomarla del brazo.
—¡Me niego a ello, Luna! —volvió a gritar Peter sin dejarla ir.
Luna suspiró cansada.
—Me vale tres hectáreas de m****a, Peter —le devolvió Luna zafándose de su agarre para continuar con su caminata.
Era tan vergonzoso esta escena. Era la primera vez que le pasaba. Cuando enfrentó a sus ex parejas que también la habían engañado, ninguno había reaccionado como Peter, más bien, solo se habían reído y comentado que son cosas que pasan, pero Peter estaba actuando muy erráticamente por una ruptura, que, en verdad, le convenía. Peter no iba a ganar nada con ella y Luna sabía que estaría mejor con otra.
¿En serio iban a tener esta escena en público? ¿Dónde estaba el educado licenciado en Economía del cual se enorgullecía que era? Un hombre con su educación no haría una escena así.
Luna alzó la mano y no se tardó en lanzarla hacia la cara de su exnovio, pegándole una bofetada.
—Cáptalo —le lanzó para continuar con su andar. Esto serviría para dejarla en paz, o eso creyó, pero parecía que Peter no iba a dejarla tranquila.
Peter volvió a atacarla y esta vez se pasó demasiado. La tomó del brazo y la apretó contra la pared de un local, anclando sus manos en sus hombros con tanta fuerza que Luna soltó un quejido de dolor.
—¡Suéltame, pedazo de m****a! —exclamó Luna hacia Peter mientras forcejeaba por ser liberada.
—Dame otra oportunidad, Luna —pidió Peter viéndola con una expresión de arrepentimiento—. Entiende, a mis padres les encantas y si terminamos, me echarán la bronca por esto y no lo voy a permitir —expresó y Luna volvió a poner los ojos en blanco. ¿Era por eso que quería seguir con ella? ¿No iba a decir que iba a cambiar, a ser mejor? ¿O no comentaría que la amaba y que era la mujer de su vida? ¡Esto era inaudito!
—¿Y qué pretendes? —le devolvió Luna ladeando la cabeza—. ¿Que siga contigo a pesar del engaño? —preguntó completamente incrédula por la falta de conciencia de Peter. ¿Cómo podía pensar que iba a continuar con él después de ser infiel? ¡Tenía principios y mucha dignidad!
—No volveré a hacerlo —suplicó su exnovio con una expresión dolida—. Sabes que te amo, Luna.
—¡Ha! ¡Por favor! —exclamó asombrada por su falsedad.
—Sabes que te amo —continuó Peter expresando falsos sentimientos—. Lo que hice estuvo mal y no lo volveré a hacer —Peter soltó un quejido, pero se escuchó tan actuado que Luna solo lo miró aburrida—. Lo prometo, Luna.
¿Lo prometía? Era una promesa vacía y como había comentado antes, si alguien era infiel una vez, lo volvería a ser en un futuro. Era obvio que Peter solo estaba con ella porque su propia familia la aceptaba como su nuera, porque tuvo muchas oportunidades para terminar y solo fue hasta que Luna recibió las fotos que, al fin, la relación pudo culminar.
—Déjame ir o el lunes tendrás en tu mesa una m*****a orden de alejamiento, Peter —le amenazó. No haría tal cosa, pero era bueno amenazarlo y que tuviera miedo. Trabajaba para un abogado y sabía lo despiadado que estos podían ser. La gente les temía y vio como el comentario hizo dudar a Peter, pero en ese momento, alguien los interrumpió.
—Eso sería excelente —dijo una tercera voz y tanto Luna como Peter miraron hacia el lugar donde está venía.
Un hombre estaba de pie a unos pasos de ellos. ¿Cuándo se había acercado?
El desconocido, alto, imponente y con una elegancia innata, sonrió con una perfecta hilera de dientes blancos y se acercó más hasta que estuvo a su lado, respirando el mismo aire. Los ojos claros del desconocido miraron hacia Peter y luego recorrieron sus brazos hacia Luna. Vio cómo fruncía el ceño al ver que Peter apretaba sus hombros con mucha fuerza.
—¿Quién diablos eres? —preguntó Peter con un tono molesto.
Los hombros anchos del desconocido se alzaron por debajo de su traje de color negro.
—Un transeúnte que pasaba por aquí y no quiso ignorar la escena como otros —expresó el alto hombre y Luna no pudo evitar mirarlo un poco más porque, aunque había visto hombres guapos en su vida, era la primera vez que veía a uno tan cerca y siendo amable.
Era muy alto, más que Peter, que medía uno con ochenta. Su cabello era de un tono castaño oscuro que caía en ondas suaves sobre su frente, resaltando su rostro de facciones marcadas. Los claros ojos que había notado antes eran de un color miel cálido que tenían una mirada penetrante. Sus facciones y piel bronceada no eran las habituales de un americano, por ello Luna podría decir que su sangre estaba mezclada con otra etnia.
Definitivamente, un adonis la había rescatado.
—No te metas en nuestros asuntos y piérdete —escuchó que Peter le decía al desconocido, aun así, el hombre no hizo caso a su pedido. Más bien, se cruzó de brazos y frunció el ceño.
—Creo que le estás haciendo daño a la señorita —murmuró el hombre para luego extender una mano hacia Peter. Luna observó como la mano enguantada en negro, se cerraba sobre la muñeca derecha de su exnovio y como el desconocido la apretaba. Peter soltó un alarido de dolor y rápidamente dejó caer las manos lejos de Luna.
—¡Hijo de perra! —exclamó Peter para luego acariciar el área lastimada.
El desconocido miró hacia ella y Luna se apartó más de Peter, buscando refugio en su salvador. Pudo golpear a Peter en la ingle y salvarse a sí misma, pero también se sentía bien cuando otro te protegía.
—¿Quieres esa orden de alejamiento en tu mesa al inicio de la próxima semana? —preguntó el hombre y Peter volvió a asustarse. Si algo así llegaba a las manos de sus padres, Peter, quien era un hijo mimado, iba a verse bien jodido y era mejor que se alejara de ella por las buenas.
Peter maldijo en voz baja y miró hacia ella quién estaba tras el imponente hombre.
—Tú y yo hablaremos después —espetó para luego caminar lejos de ellos.
Luna soltó un suspiro cuando la presencia de Peter desapareció y miró hacia su salvador con una amplia sonrisa. Llámenla soñadora, pero este casual encuentro le había hecho pensar en una historia de amor, pensando en que había sido el destino que había hecho que ese hombre tan atractivo se cruzara en su camino y viniera en su asilo.
—Analizando lo que pasó, a veces pienso que las mujeres son las que se ponen en la línea roja —soltó el desconocido en ese instante y la sonrisa que Luna había tenido en sus labios, se congeló.
¿Qué había dicho? ¿Acaso estaba diciendo que fue culpa suya que esta situación pasara?
Luna soltó una carcajada incrédula.
—Ese sí que fue un comentario machista —soltó hacia el desconocido, quien arqueó sus oscuras cejas.
—¿Machista? —preguntó sonando algo ofendido por su comentario, pero quien debería estar de esa manera era Luna. Era como si le hubiera dicho que era una estúpida por elegir a un hombre así.
Luna movió la cabeza y se arregló la correa del bolso. No iba a perder el tiempo con este hombre. Era muy bueno para ser verdad y su comentario había matado completamente su atractivo, y sí, quizás estaba exagerando, pero literalmente había dicho que era su culpa de que Peter hubiera actuado así sin saber ni una m****a sobre ellos. Típico comentario machista.
—No necesitaba tu ayuda —espetó Luna mientras alzaba el mentón—. Iba a resolverlo.
—¿Me puedes dar las gracias al menos?
Ni una m****a iba a agradecerle, pero era demasiado educada, así que solo sonrió con falsedad y sin decir más nada, siguió con su rumbo, dejando al guapo hombre tras ella con una mirada perpleja por la forma en la que actuó.
Por muy guapo que estuviera, no necesitaba otro machista en su vida, sin embargo, el destino parecía tener otros planes para ella, ya que, dos semanas después, cometió una locura y en el presente, su vida estaba de patas arriba gracias a Theodore Santini.
*—Theo:—Mi empresa, mis reglas, Theo —expresó su abuelo frente a él con tanta decisión que, aunque Theo Santini era un experto en el arte de la convicción, sabía que a su abuelo no iba a hacerlo cambiar de opinión. Cuando algo se le metía a la cabeza a Giovanni Santini era difícil que este tomara una decisión diferente a la que ya había tomado. Un suspiro cansado salió de Theo, quien desvió la mirada lejos de los claros ojos de su abuelo, mirando hacia otro sitio en aquel café, menos a la cara de este. Sabía que era una pérdida de tiempo, sí, pero nunca estaba de más intentarlo y Theo tenía que intentar convencer a su abuelo de que podía tomar su puesto aun cuando no estaba casado.Era una época moderna y viejas tradiciones como la que tenía tatuada su abuelo en la cabeza de que, para recibir una herencia u obtener un puesto, debía de saciar un requisito tan importante como hacer una familia. A sus treinta y cuatro años, Theo no tenía planes de ello. Se había pasado los mejores año
*—Luna:De todos los problemas que tenía, Peter se había convertido en el más molesto de todos.Cuando comenzó con él, Peter había sido un amor. Lo conoció de casualidad en un café a medio día cuando sus órdenes habían sido colocadas erróneamente. A Luna le había encantado la sonrisa de este y había caído por él al instante. Coincidieron tantas veces en ese café que comenzaron a compartir mesa, consejos y chistes, hasta que intercambiaron números y el resto ya es historia. Su relación fue bonita hasta que los indicios de la infidelidad de Peter empezaron a llegar a ella, pero había querido darle una oportunidad. No obstante, la gota que derramó el vaso fueron esas últimas fotos enviadas por su amante. Luna no podía perdonarlo y por eso decidió cortarlo de raíz, pero Peter era como hierba mala que seguía crecido sin parar.Con el dedo, Luna presionó el icono rojo en la pantalla táctil de su teléfono, rechazando la llamada que entró por enésima vez ese día. Peter había estado buscándol
*—Theo:A su abuelo se le había ido un poco la mano.Theo cerró la puerta de su vehículo, quizás con un poco de fuerza, pero esto reflejaba su estado de ánimo y estaba encolerizado. Era jueves por la noche y había aceptado una cena con su abuelo para ver si podía aliviar la situación entre ellos, Theo pensando que podía convencerlo, solo que cuando llegó al lugar del encuentro, su abuelo no estaba allí y una joven mujer esperaba por él.Había sido un truco sucio del viejo de citarlo sin decirle en una cita a ciegas con la nieta de un viejo amigo. Theo tuvo que aguantar su furia y fingir que todo estaba bien mientras mostraba sus mejores sonrisas por educación.¿Qué había estado pensando su abuelo al hacer esto? Le había dicho que quería que Theo encontrará el amor de su vida, pero ir a citas con mujeres desconocidas no iba a funcionar. Theo dio lo mejor hasta que la joven muchacha entendió que no iba a pasar más de una cena. Se disculpó con ella y cada quien se fue por su lado.Aun a
*—Luna:Un día de perros era lo que había tenido Luna hoy.El juicio había salido maravillosamente bien a pesar de que tuvieron inconvenientes, pero su jefe y el equipo de este habían cosechado una gran victoria y esto significaba que vendrían más trabajos, lo cual podía hacer que su jefe incrementara su paga. Era maravilloso si pensaba de esa manera positiva, no obstante, a pesar de que Kenneth fue grandioso como el abogado defensor, una cosa era como actuaba profesionalmente y otra personal.Luna miró hacia su muñeca cubierta por pulseras de cuencas negras y doradas, la cual ocultaba la marca que Kenneth, su jefe, le había hecho cuando se le pasó demasiado la mano. En los dos años que tenía trabajando para él, se había acostumbrado a los comentarios y miradas, pero nunca pensó que Kenneth cruzaría la línea de esa manera.Después de ganar el juicio, todo el equipo de la firma fue a almorzar y a Luna podía decir que pasó una grata velada con sus compañeros, hasta que cada quien tuvo q
*—Luna:A sabiendas de que Luna necesitaba crear un límite entre ellos, decidió actuar profesionalmente y puso su mejor sonrisa.—No hay confianza entre nosotros, señor Santini —expresó Luna, aclarando la línea entre ellos y esto parecía molestarla a este, puesto que el hombre a su lado la miró con una mirada penetrante para luego soltar una carcajada, la cual resonó con una fuerza arrolladora. Su risa era profunda y grave, llena de una confianza innata que captaba la atención de todos a su alrededor.Los ojos de color miel se posaron en ella y los hombros del señor Santini se alzaron.—Siempre hay una primera vez, ¿no?Luna fingió una sonrisa. Lo sentía, pero no iba a ceder. Era una persona que pensaba demasiado en las consecuencias y con Theodore Santini iba a tener una gran lista de ellas. No le respondió.—Sin embargo, veo que estás levantando una pared entre nosotros —continuó el señor Santini para luego soltar un suspiro—. ¿Es por tu jefe? —quiso saber y Luna parpadeó con confus
*—Luna:Había enloquecido. Hace un momento había ido al bar de Izbel para tomar una copa y buscar una conquista de una sola noche, solo que no había esperado que la persona que atraparía en sus redes sería nada más y nada menos que el hombre que la había rescatado en dos ocasiones del tirano de su novio.Theo, el hombre que siempre aparecía en los momentos menos esperados para salvarla, ahora estaba frente a ella, y la coincidencia de sus encuentros la dejó sin aliento, así como sus besos. Cada vez que sus labios rozaban los suyos, un escalofrío recorría su espalda. Era como si el destino los hubiera unido en un juego impredecible y lamentablemente no podía negar la atracción magnética que sentía hacia él.Ahora, en el ambiente tenue de aquella habitación de hotel y con el sonido de sus respiraciones agitadas de fondo, la tensión entre ellos se sentía más palpable que nunca. Luna se preguntó si el destino había jugado sus cartas para reunirlos aquí y ahora, ofreciéndoles una oportuni
*—Luna:El hombre la besó nuevamente con pasión, barrió su lengua con la suya mientras giraba en la cama y empujaba su cuerpo contra el colchón. Luna abrió las piernas y rodeó la cintura de Theo, quien rompió el beso para comenzar a quitarse la ropa. Parecía desesperado, puesto que se deshizo rápidamente de la chaqueta, de la corbata azul y de la camisa en un santiamén, y cuando estuvo libre de estas, volvió a buscar sus labios.Se enfrascaron en ardientes besos, tirando de sus bocas y lengua con ganas. Sintió las grandes y suaves manos de Theo sobre sus senos, los cuales abarcó y apretó con estas. Luna comenzó su juego por igual. Aprovechando que rodeaba su cintura con sus piernas y que sus pelvis estaban una contra a otra, comenzó a frotarse contra esta. No podía esperar para sentirlo deslizándose por ella y Theo parecía que tampoco quería prolongar más el momento.Su hombre se deshizo de las últimas piezas que cubrían su cuerpo, quedando como vino al mundo y Luna se empapó de él. E
*—Luna:El recuerdo de una maravillosa noche era lo que podía llevarse consigo.La mirada de Luna se posó en el hombre acostado boca abajo en la cama de doble plaza, el cual dormía tranquilamente sin saber que, cuando despertara, lo haría en soledad. Luna no planeaba continuar con lo que había comenzado esa noche.Se levantó con cuidado, asegurándose de no hacer ruido que pudiera despertarlo. Theo había sido todo lo que podría haber soñado en un amante: apasionado, atento, y sorprendentemente tierno, pero Luna sabía que dejarse llevar por lo que sentía solo complicaría las cosas más adelante.Recogió su ropa del suelo y se vistió lentamente, cada movimiento impregnado de una tristeza silenciosa. Sabía que lo correcto sería marcharse sin decir adiós y sin promesas que no estaba segura de poder cumplir. Aunque su corazón latía con fuerza al pensar en la intensidad de su momento juntos, su mente le decía que debía ser sensata.No había cometido un error, claro que no, era sexo casual, el