Asya sabía que el hijo de su pareja, Ilayen, volvería ese día. La festividad y el baile que ella haría sería en conmemoración de su cumpleaños. Solo no se esperó que aquella sensación que la había invadido nada más entrar a la sala, que le hacía quemar cada parte de su cuerpo y encima de ella casi hacerle perder la conciencia llevándola apuntar a esa persona con la espalda, más porque se sentía atraída que para atacarlo… era provocada por precisamente ese lobo.Tragó en seco apenas sin escuchar lo que decía el alfa a su lado. Había mucho bullicio en la sala, comentarios por lo que acababa de hacer, ella no le prestaba atención. Más bien estaba enfocada en que había cometido un error en el baile, al inicio pensó que Byron se molestaría, pero por el olor a alcohol y las risas que soltaba parecía ¿satisfecho? No creía, era un lobo que engañaba con su forma de actuar.Se mantuvo quieta en el lugar, pero nada comparado con su interior. Su corazón latía tan fuerte que era doloroso. Y esa fr
-Ah, que aburrido- fueron las palabras de Byron tras ver el cuerpo inconsciente de la loba en los brazos de su hijo- Ni para eso sirve. A veces me pregunto si hice bien en tomarla como reina- sonrió de forma sombría- Su hermana pequeña hubiera sido más divertida.Chasqueó la lengua y se levantó tambaleándose un poco de un lado a otro. Ilayen presionó el cuerpo de la loba más contra él de forma protectora. Analizó los movimientos del alfa, podría estar borracho pero las garras que tenía completamente desenfundadas eran peligrosas, sin contar que desde hacía rato estaba soltando feromonas. No era alfa por gusto. Incluso borracho estaba alerta.-Esclavos- lo escuchó gritar y dos lobos entraron corriendo arrodillándose delante de él- Lleven a cuatro esclavas a mi habitación- sonrió de forma lasciva- Quiero que me atiendan como es debido.Los dos lobos asintieron y miraron por detrás de él. Ilayen tensó sus brazos.-Yo la llevaré directamente a su pabellón padre. Estoy seguro que no querrá
La primera vez que la vio se quedó fascinado.Que bien olíaFue el pensamiento que tuvo Ilayen al ver a la loba que se convertiría en una de las tantas esposas de su padre, el actual alfa de la manada. Era la primera vez que alguien como él, todavía considerado un cachorro a sus 16 años había sentido algo tan delicioso que hacía que su cuerpo temblara y su boca salivara.La loba caminaba por el medio del pasillo, cubierta por un manto blanco que cubría gran parte de su cuerpo, pero que para él… no ocultaba nada. Aun cuando era joven era mayor que él. Con la edad suficiente para entrar en el harem de su padre donde su principal función era satisfacer el gran alfa.Pero a diferencia de otras veces esa idea no le gustaba nada. Cada fibra de su cuerpo dictaba que corriera y arrebatada la loba del lado de su padre y la hiciera suya. Más él no podía.Ella ahora tenía un dueño.Sin embargo, el destino siempre jugaba las cartas como quería y sus caminos se volvieron a encontrar un año más tar
Ilayen atravesaba el pasillo donde los cuerpos estaba desparramos de un lado a otro. Los cuerpos de lobos desgarrando y otros abriendo el camino para él. Los bordes de su túnica abierta estaban manchados de sangre de aquellos que se le habían opuesto, al igual que sus manos con sus garras desenfundadas.Él era más fuerte que todos ellos. Los genes alfas palpitaban en su interior y tras haberse manifestado los había desarrollados con un solo objetivo. Volver y tomar el lugar que le correspondía en la manada. Como el alfa absoluto de esta.Solo faltaba una cosa. Ya tenía el control de la manada, los demás lobos lo habían reconocido como el hijo del alfa actual y no habían puesto resistencia, años de sufrimiento y sumisión los había marcado al punto de desesperarlos por otra alternativa, por un nuevo camino. Sin embargo… él no tenía tan buen corazón como parecía tener. En su mente solo giraban dos cosas.Matar y vengarse. Y no a la misma persona.Con solo pensarlo apretó sus dientes y su
Él, su mate, la estaba… rechazando. Asya sintió como un balde de agua helada sobre ella.¿Por qué? ¿Por qué estaba haciendo eso? ¿No entendía? ¿Por qué la odiaba si ella… si ella…?Sin embargo, su conciencia en medio del rechazo y del rompimiento del enlace en su cuello nubló toda su mente ni siquiera permitiéndole patearle el trasero a aquel lobo que le hacía aquello después de todo el sacrificio que ella había hecho por él.Ilayen notó que ella se quedó tiesa y se fue girado para dejarla allí, no tenía nada más que hablar con ella cuando el brillo de algo filoso apareció en su rango de visión. El cuchillo en su mano. Acaso ella iba a hacerle lo mismo que a su padre. Realmente ella no amaba a na…No… no iba en dirección a él sino a…Su cuerpo se movió rápido, su mano atrapó la hoja de la daga que iba directo al cuello de la loba donde la punta se enterró a milímetros de la vena palpitante. La sangre tanto de él como de ella se mezcló cayendo al suelo.-¿QUÉ DEMONIOS CREES QUE ESTÁS H
Muchos años antes.Ilayen apretaba sus manos en su regazo delante de la tumba de su madre. Ella, una loba más del harem de su padre había muerto sola y olvidada. Aun cuando él le había pedido tantas veces a su padre que la fuera a ver, él nunca le había mostrado más interés del necesario y tras tenerlo a él, su único cachorro macho ni siquiera la había atendido más.Varios años habían pasado desde su nacimiento y su madre, sola y dolida, había muerto de tristeza, con la marca en la nuca irritada y anhelando, aunque fuera una última vez una visita. Que tontas podían ser las hembras marcadas, siempre esperando por el lobo que las había unido a ellas, o, aunque fuera un poco de su atención.Si el tuviera una pareja no le podría hacer eso. Como lobo macho sería detestable si la hacía sufrir así.Y era una de las razones por las que odiaba a su padre, no solo por haberle hecho eso a su madre, sino la facilidad con la que la reemplazaba, como ese día que entraría al harem la loba que borrar
Ver a la loba que sería estaba destinada a él convertirse en la compañera de su padre, había sido realmente desgarrador para él. Repugnante. Incluso, no tenía muchos recuerdos de aquello, solo un dolor atormentador mientras ella creaba un lazo al lado de alguien que no era él. Lo peor, ella… no había hecho nada para impedirle.Tampoco era que ella supiera que él era su mate.Era una hembra, las lobas no podían detectarlo a menos que su compañero cumpliera la mayoría de edad y exudaran las feromonas que lo identificaran y la llamaran. Y él en ese momento tenía solo 16 años, ahora 17. Así que incluso si sus caminos se cruzaban ella ni siquiera lo notaría. Todo lo contrario, a él que con solo una mirada supo que ella era su destinada.Y no es como que se hubieran encontrado. A pesar de vivir en la residencia principal a las reinas no se les dejaba salir de sus pabellones a menos que fuera estrictamente necesario por lo que después de todo ese tiempo él no la había visto. No sabía cómo er
Eso… hizo que el gruñera inconscientemente. Por lo visto ella las estaba llevando como si fueran un adorno. Hasta que la brisa llegó a él trayendo consigo una leve fragancia, además de la dulce que ella a yerbas. Medicina.Y al parecer ella se dio cuenta de a dónde estaba fija su mirada pues agarró los bordes de la túnica superior con una mano y se cubrió, aunque su rostro mostró una leve mueca de dolor. Acto seguido apretó el palo en sus manos de nuevo en guardia.-Sabes que está prohibido que estés aquí- ella alzó su mirada hacia él con el ceño fruncido. Sus párpados se movían lento, como analizándolo- Dime una sola razón para no gritar y llamar a los soltados-Ilayen dio un paso hacia ella lo que ocasionó que la loba retrocediera. La luz de las antorchas de iluminó el rostro de él mostrando sus rasgos hacia ella.-Y que me toquen- le recordó casi gruñendo en completa alerta, cautelosa, aunque su cuerpo parecía rígido.El lobo la recorrió con la mirada de arriba abajo. Si supiera que