60.

—¡Ya basta! —grita Carlos cubriéndose los oídos, tratando de ignorar esas palabras llenas de lascivia que arroja su madre.

—Ya te dije, un doctor la revisará… si tuvo relaciones con ese mercader, vete haciendo a la idea de que esa mujer saldrá de tu vida, ¿entiendes? —Con esa última advertencia, la reina sigue su camino.

Sus tacones suenan en la habitación, ante el silencio del príncipe que parece empezar a llenarse de dudas, angustiarse por todas las posibilidades. Su cuento de hadas empieza a desmoronarse junto con su corazón.

La reina sin más que decir o que hacer continúa su camino, sabiendo que puede agarrarse de lo que le acaba de mencionar a su hijo para deshacerse de esa criatura que le trae tantos malos recuerdos, simplemente no quiere verla, no quiere ver esos ojos, lo único que se le viene a la mente que justifica su existencia es que tal vez sea hija de aquella mujer muda que mató a su esposo. ¿Qué otra posibilidad habría?

Llega hasta el despacho que alguna vez fue de Fel
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