62.

Se levanta con la poca dignidad que le queda, se acerca a su tridente y sin quitarlo del trono corta su mano pasándola por sus filosos dientes para después tomar el diamante, este empieza a palpitar y deja sin fuerzas al rey que de nuevo cae postrado ante ella.

La hechicera ve fijamente el diamante palpitando frente a ella, la luz que despide es hipnotizante y una sonrisa se forma en sus labios sintiéndose satisfecha por haber cumplido con su propósito. El enorme tiburón blanco se mueve lentamente hacia ella con ese nado cadencioso, superando su miedo por entrar a un reino muerto. Sin temor a perder uno de sus tentáculos, la hechicera sujeta el collar con este y lo deposita en las fauces de la bestia que sale a toda prisa del lugar.

—¿Qué es lo que quiere hechicera? Sabes muy bien en qué consiste el ritual… Sabes perfectamente que nadie podrá usar esa magia hasta que mi sangre lo diga… Si nadie toma el poder… Entonces…

—Entonces habrá anarquía… Desorden… —Gumbora se inclina hacia d
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