El comentario deja confundida a Cirice. ¿Por qué dijo eso? Claramente la señora sabía de la mala fama del joyero, era de las personas más cercanas a él y sabía perfectamente sus malas mañas. Todos esos asuntos indiscretos que ella tuvo que callar al ser su empleada en esta hacienda y no quería que la pequeña «Ariel» fuera a ser una víctima más, una más de las que simplemente son abusadas y desaparecidas. Al no tener a nadie con ella era más que obvio que el tipo atacaría, tarde o temprano, pero eso era algo que la ama de llaves quería retrasar lo más posible. Sin dar más explicaciones salió de la habitación dejando a Cirice aún confundida. El consejo de la señora Galindez no fue suficientemente interesante, se encontraba concentrada pensando en lo que tenía que hacer para llegar al diamante y salir con vida de ahí. Estaba tan absorta en sus pensamientos y viendo por la ventana que no se esperó que la puerta se abriera lentamente dando paso al monstruo que habitaba en ese momento en
Cuando entregó el diamante a la hechicera, cuando lo llevó hasta la superficie, incluso cuando lo dejó en la mesa de regalos mientras veía por última vez a la mujer que le había arrancado el corazón, jamás imaginó que lo necesitaría, nunca pensó que un día esa joya tendría que regresar a él. Pasaron los años y el viejo rey, su padre, decidió dejar que el curso de vida continuara. Aunque son criaturas muy longevas e incluso algunos miembros de la realeza eran inmortales, no significaba que no puedan o quieran morir, una vida larga no asegura la felicidad, y al estar solo, el pobre rey con su hijo, extrañando cada día a su amada reina, cuando por fin vio que su hijo era adulto y tenía a su lado a una joven sirena de buena familia y de noble corazón, y aparentemente la madurez se había asentado en él, decidió ir a aquella zanja donde existía el único artefacto que podría transferir su fuerza, fue por el diamante que por fin convertiría en un rey al príncipe. Reunidos en el salón, ante
—No quieres que nadie se entere de que su rey es un mediocre, que era un niño consentido que creía que podía tomar lo que quería, no quieres que se enteren que por un momento de pasión y venganza pusiste el futuro del reino en manos de una mujer humana. —Gumbora nada hasta plantarse frente al rey y ve como este se sume en la miseria—. No quieres que nadie más sepa lo estúpido que fuiste y no te culpo, pero aquí no tendrás la ayuda que esperas. —Levanta el rostro del rey para que este la vea directo a los ojos—. Yo te quise y me usaste hasta que ya no te serví más, me desechaste y creíste que esto era lo mejor que podías hacer por mí… ¡Que te jodan!… Que tu reino se acabe, que tu vida se consuma y que no seas capaz de pasarle el cargo a ninguno de tus hijos, que todo colapse y el mar se quede sin dueño… Felicidades, rey Adrián, aquí tienes el resultado de tu venganza. El rey dolido por las palabras de la hechicera, sintiendo que todas sus esperanzas se iban a la misma zanja que no lo d
—Bueno… Hay unos negocios aquí, unas… joyas que quiero que Tavernier venda y mi madre me envió para cerciorarme de que todo estaba saliendo bien, pero mi sorpresa fue que al llegar aquí el bergantín donde iban a salir había sido atacado, si no fuera por un informante anónimo hubiéramos perdido mucho… Cirice solo presta atención sin voltear hacia él, esa historia ya la conoce no necesita que nadie se la cuente. Ella vio perfectamente la destrucción del bergantín y las consecuencias de su atraco. De nuevo se le viene a la cabeza el pirata, sus ojos, como se veía desmayado bajo el agua, tan inofensivo. —Nos has contado que tu barco pereció con toda tu familia, pero no sé de dónde vienes, qué hacían tú y tu familia en un barco hacia la Habana. —Mi padre es… mercante… traía un cargamento de azúcar… —Piensa de inmediato en Bradley y se agarra de eso para inventar su historia. —¿De dónde venían? La pregunta deja pensando a Cirice, lo ve directo a los ojos y los caballos se detienen com
Los dos se quedan paralizados, la han encontrado y no comprenden la situación, el tiburón suelta al pirata dejándolo caer al suelo de nuevo, justo en ese momento Cirice voltea hacia ellos y los reconoce, su sorpresa hace que el príncipe se asome por el ventanal y vea el espectáculo de borrachos con reproche. —Bien, me lo llevo, creo que te queda divino —dice el príncipe regresando su atención hacia Cirice. —Sí, está hermoso, pero creo que no deberíamos de salir en este momento, parece que dos hombres están peleando allá afuera —dice Cirice algo nerviosa mientras baja de un pequeño banco donde la costurera había revisado el dobladillo del vestido. —No temas, no te harán daño… Además, vienes conmigo y no debe de tardar en llegar algún guardia para poner paz entre esos dos. Cirice, sin dejar de ver fijamente al par de hombres, asiente con la cabeza y con cuidado toma la mano del príncipe para bajar del pequeño banco y retirarse a un apartado donde le ayudarán a quitarse cada prenda d
—Pero que hermoso vestido. —La ama de llaves entra por la puerta maravillada por la fina prenda que pende de unos ganchos. Después de un suspiro, Cirice decide dejar de soñar despierta y concentrarse, pero es demasiado tarde, la mujer ya vio su semblante y empieza a imaginar cosas. —Creo que no es lo único con lo que regresaste o ¿me equivoco? —No entiendo. ¿A qué se refiere? —Cirice se pone de pie y empieza a despojarse de su ropa, la fiesta no debe de tardar en comenzar y debe de estar lista. —Criatura, yo también fui joven. —Se ríe la señora Galindez como si sospechara que la sirena le oculta lo que es obvio—. También me enamoré… —Su comentario toma por sorpresa a Cirice que se pone pálida después de pegar un brinco de sorpresa. Pareciera que le han deseado la muerte o el peor de los infortunios. Mientras estaba fantaseando con Morgan jamás se le vino a la mente esa palabra hasta que la pronunció la ama de llaves, haciendo que se sintiera traicionada. ¿Cómo pudo estar dejánd
—Dicen que es una joya muy hermosa. —Cirice le da un beso en la mejilla al hombre—. Que cualquier mujer se sentiría dichosa de tenerla alrededor de su cuello. —Besa el cuello del joyero lentamente haciendo olvidar sus miedos y preocupaciones—. Hagamos un trato previo a nuestra… «boda» o «unión» o como quieras decirle… Muéstrame la joya, déjame portarla… —Antes de que Tavernier pueda quejarse sobre las palabras dichas por Cirice, esta pone su dedo en sus labios haciéndolo callar— …y me entregaré a ti, es más… deja que sea lo único que porte cuando me hagas tuya. —Robándole la idea a Anne Bonny la usa en contra del joyero y parece funcionar, dejándolo sin aliento. Con una sonrisa aún en los labios Cirice se levanta de sus piernas, si no puede buscar la joya entonces el joyero se la traerá. De pronto la puerta de la habitación suena y el señor Tavernier todavía atolondrado por el momento que despertó sus más bajas pasiones, se levanta y la abre levemente al principio, después por complet
—¿Cómo vas a permitirlo si simplemente no te has puesto a conversar con ninguna? Para conocerlas tendrías que acercarte a ellas y dialogar —le reprocha Cirice como si la única forma en la que ella pudiera descansar es deshaciéndose del príncipe. —¡Claro que he dialogado con ellas y con sus padres! Solo hablan de propiedades, dinero y negocios. Ninguna ha parecido tener afinidad por algo, tocar algún instrumento, compartir algún gusto… ¿Entiendes lo frustrante que es eso? —Seamos sinceros, esa información no depende de ellas. Los padres son los que guían la conversación. Tendrías que darte el tiempo de tomar a una de la mano, la que más te guste y llevarla a un lugar apartado de sus padres, tal vez a algún balcón, y por fin hablar de forma más tranquila y personal. —Mientras la sirena decía eso, paseaba su mirada entre todas las señoritas que se veían ansiosas por tener un poco de la atención del apuesto príncipe. —Creo que tienes razón. Cirice voltea sorprendida hacia el príncipe,