Para Rose Burton, ese día era especial cargado de emociones y algunas lágrimas. Cuatro años habían transcurrido de la muerte de Tom, durante treinta años juntos, se habían amado como locos jóvenes cazadores de estrellas y deseos. Ahora eran recuerdos todos atesorados, uno por uno en el corazón anidados, aunque no quería mentir, también deseaba pasar esa hoja y que le dejaran vivir en el presente, en momentos sentía que eran sus hijos egoístas, queriendo que ella tejiese todo el día, y se olvidara del mundo allí afuera.
Quien hubiese pensado que Tom, se iría primero, pero sucedió, mientras pensaba en cada detalle, alisó las sábanas, encaminándose hacia el amplio baño, la bata se dejó caer con desgano en el pequeño aparador mientras ella ingresaba a la ducha, el agua estaba en su punto ideal, de modo que no tardó mucho, pero le habría gustado mucho en realidad pasar una hora allí en la sala de baño sin nada más que sentada en el enlozado mirando a la nada.
Era un día de tantas cosas por preparar, una cena para la noche, algún vinito, pastel negro envinado, el de chocolate hecho con tanto amor a última hora lo tuvo que desestimar porque su hija menor Lauren sencillamente no lo quería, por lo tanto, tuvo que hacer un nuevo pastel del gusto de todos. Se reunirían en casa todos a cenar, era la manera de sus hijos celebrar, ella gustaba ese día de ir a caminar, tomar algún vino en una cena fuera de casa con Mery y Gigi, sus dos grandes amigas, claro eso sería para ella lo ideal, si sus hijos lo entendieran, un día para recordarlo, pero de la forma que Tom y ella siempre lo habían planeado, en este caso no se vería bien que dejara a la familia en estado de espera. Solo que ni preguntaban cómo le gustaría a ella pasar ese día.
Mientras secaba su cabello castaño oscuro, lo contempló por un instante, lo llevaba largo a los hombros, así que cepilló su cabello, lo organizo y le hizo aquel moño que siempre usaba, dejando perfecto cada hebra de pelo. Se colocó un toque de brillo en sus labios, algo de rubor rosa magenta, lápiz con el que le dio un toque a sus cejas. Se colocó un pantalón de mezclilla, blusa azul a cuadros pastel, calzando sus tacones medios, se dió la última aprobación con deseos de animarse ella misma. -Vamos querida estás bien, no será hermoso quizá este tono, pero no puedo negar que tan mal no se ve-. Jajaja, ni que fuera a ir a una gran cita de amor-
Rose conducía con suma prudencia de manera nada acelerada, detestaba que Lili su hija mayor se ofreciera llevarla, ella era una mujer joven aun que podía conducir su propio auto, no faltaba más que ahora pensaran que era una decrepita anciana solo porque su documento decía con hincapié en los (51) años, que tontearía. Creían que le dolía los huesos, la columna, el hígado, páncreas y corazón. Porque esa era la impresión, querían limitarla, pero ella era dueña de su vida, su café, dinero y joyas que conservaba en perfecto estado.
Estacionaba en el parqueo del Café, mientras cerraba el auto, notó varios autos, eso significaba que había mucho trabajo, extrajo de su bolso, unos zapatos cómodos para trabajo, guardando los que traía, apresuró el paso, topándose de cara con Lenin quien ingresaba al café justo en el mismo momento.
-Oh, Rose, mi pensamiento te trajo justo a mí- avanzaron los dos por el salón.
-Si tú lo dices- Bien supongo que tanto halago es por dos huevos con jamón, café fuerte, y pan de queso, estoy segura de que Mely, ya estará en eso- Bien querido, ya regreso-
-Espero que salgamos a un lugar donde pases un momento fuera de esta cocina, trabajas mucho Rose, se acercó a ella, pasando su mano por la cintura, -Rose, sinceramente te hace falta algunos cariños y besos al amanecer, piénsalo- Lenin sonrió, rozando sus manos, haciendo gesto de un beso, fue directo a su lugar favorito junto a la ventana.
En ese instante Josef, y Ana, sus dos meseros ayudantes de barra, estaban a todo con los pedidos. Entrando en la cocina, se colocó su delantal, regresando a la barra, comenzó a despachar órdenes, la cocina era amplia, con una barra hermosa, le había remodelado junto al salón, ahora tenía tonos amarillos ocre y pastel, música, un lugar tranquilo, apaciguador, y sobre todo con olores que extasiaban a todos. El horno del pan emanaba desde las seis el olor que atraía a todos.
El pedido de Lenin llegaba a la barra, envió a Josef que lo llevara, y colocó un pan de queso y mantequilla cortesía de la casa, en puerta siempre había un pequeño toque cuando un cliente ingresaba, en ese instante avanzaba el hombre de traje por el salón, tomando lugar en la barra descargó su teléfono al costado.
-Buenos días caballero- que desea. mientras revisa la carta puedo ofrecerle café- Rose fue a la maquina regresando con una taza de café-
-Vaya que eficiencia, me asombra mucho, no he podido lograr que me preparen uno así de rápido, sencillo- Bien, quiero un sándwich de pollo y queso, con lechuga y tomate-
-Con gusto en siete minutos lo tendrá- ella solicitó el pedido, en una pequeña cesta de pan, trajo unos panes de queso, - cortesía del café, mientras llega su pedido-
-Que bien, pan de queso recién horneado, le diré que soy muy exigente con el pan, lo partió en dos, tomando otro pedazo más pequeño lo llevaba a su boca. -Es una verdadera delicia, ¿Dónde lo compra-? le haré un pedido a menudo, claro que, si usted no me quiere decir, tranquila, lo llevaré de aquí-
-Puede pasar a las seis en punto, a esa hora ya sale del horno, señaló hacia el lugar donde estaba el horno- en ese instante llegaba el pedido- Eficientes y rápidos, su pedido de pollo, queso, con lechuga, tomate- ¿Algo más?
La miró con cierta gracia. -Está perfecto-
-Busque fallas, no las encontrará- ella se dirigió a dejar unos pedidos a las mesas.
El murmuró entre si -Que mujer presumida, el pan sale del horno a las seis, puede venir a buscarlo. - ¡Vaya, y no es fea! Dando un bocado se entregó a su desayuno por completo, Rose lo observaba de cierta distancia, se fijó en los zapatos, eran de un tono que iba con su traje, impecables, aunque era ciertamente algo vanidoso, mínimo era algún insoportable de esos que eran ricos, buen auto, una quinta, viajes y demás. Ella era una señora de café, cajera, mesera y dueña de su propio horario. Lenin en ese momento cancelaba en la caja, se despidió de ella con beso en mejilla, le susurro que su jean sentaba sus curvas hermosas, ella sonrío con desgano, Lenin siempre tenía palabras tan exactas, sutiles, respiró aliviada por suerte no era su tipo, todo lo contrario.
Rose regresó a la caja, tomando lugar en su puesto, la silla era giratoria y le encantaba lo cómoda, haber realizado los cambios fué lo mejor, aunque eso sí... sus hijos con reparos al principio no aprobaron mucho, pero bien que iban por pan, café, importante detalle, no pagaban casi nunca, excepto de Omar que cancelaba siempre su pedido, así debería ser. Pagaban en otros lugares era lo mínimo que les correspondía en el suyo, pero para que los había invocado, Lili entraba por la puerta en ese instante, haciéndole ademan que tomaran lugar las dos,
-Mamá, que bien que estas hoy, espero que puedas pasar por Sebas- por favor, no alcanzo- Lili tomaba su café a prisa.
-Como te parece que tampoco puedo querida, tu esposo puede hacerlo estoy segura-
-Madre sinceramente, eres su abuela y como tal podrías hacerlo- ni sé para qué, te pedí el favor-.
-Está bien, lo iré a buscar a su clase de natación, pero lo llevaré a tu casa, tengo cosas que hacer, trabajo por si te has dado cuenta-
-Ay mama, es un cafecito, ni que aquí entrara tanta gente, que hicieran filas enteras-
-Por si lo has notado querida- Dijo Rose en ese momento levantándose de la mesa con tono serio y seco- están esperando mesa varios clientes, así que puedes tomarte el café en la cocina, eres de la familia, y tu puesto, lo podría ocupar la familia que está allí- La mirada de Rose se posó de costado, se alejó de la mesa, acto seguido Lili se irguió y fue a la cocina.
-Supongo que aquí te encanta que tome el café-Lili la miró con obstinación
-Me parece bien, es una hermosa barra, aquí tomamos nosotros el desayuno-
Rose salió de la cocina a la barra, acomodando los clientes, el café estaba rebozar, el hombre del traje ya había cancelado marchándose, le había visto por la ventana cuando encendió su auto y se marchaba. Pero eso sí, con su bolsa de pan recién horneado, presuntuoso, sonrío para ella misma.
El día avanzó entre clientes y pedidos, llegando la tarde, dejó a Josef encargado de la caja y facturas a pagar, eran las cuatro, su café tenía servicio hasta las siete de la noche, Emi la mesera del segundo turno estaba aprovechando para limpiar, era ágil en hacerlo, dejando impecable el lugar. En ese momento recordó que debía pasar por su nieto sebas para llevarle a casa. Ni modo, tomando su bolso dio aviso que regresaría para buscar algunas cosas e irse a casa. Mely le dijo que le tendría todo empacado.
Llamó a Josef para darle su cheque, era día de pago, todos habían recibido el suyo menos el, Josef le contó que había estado haciendo arreglos en la segunda planta, le había dado color, empapelado, la bodega le había dado un orden a todo. En la segunda planta quedaba la bodega, un baño amplio, oficina, salita de descanso, una habitación con baño privado tenía balcón, closet, allí vivía Josef, era un buen chico, ya cumplía cinco años trabajando con ella, había entrado muy joven, Tom había apelado a darle la oportunidad, pasaba el tiempo veloz, -muy veloz- se dijo para sí misma.
Rose condujo espacio de unos quince minutos los cuales se le hicieron casi media hora, al llegar a la escuela de natación subió las cortas gradas e hizo su entrada al recinto. Aunque ella había nacido en California y sus padres habían vivido allí toda su vida, Tom y ella eligieron a Lewiston desde el mismo día que llegaron, allí encontraron la propiedad con la que habían soñado siempre. Era la segunda ciudad más grande del estado de Maine. Tenía sitios hermosos, era conocida como una ciudad multicultural con un muy bajo costo de vida, era una ciudad tranquila, su café era producto de años de trabajo, sacrificios y luchas, pero había valido la pena.-Rose -Se dijo a si misma- Ha valido la pena, lo has hecho bien nena, así que ahora disfruta el paisaje- se reía feliz, era su momento.Llegando a la escuela de su nieto, esperó aparcada, le había llamado antes, para tener que evitar entrar y esperar por largos minutos.En un costado observó a Sebas, agitó su mano para hacerse notar, ante
Rose con sus manos en su boca ahogó las emociones que fluían, no quería gritar, sus nietos eran pequeños y que sabían de emociones desbordadas, tenía los ojos perdidos en cada imagen, toda su mente giraba en un torbellino de fotografías, Tom y ella habían sido felices, aunque pasaron sus días grises, esos grises que nunca faltan colocando a prueba el amor, dejando descorrer las cortinas de una intimidad, donde se viven momentos y se guardan secretos, ellos habían superado las adversidades del camino, gente perfecta no existía, eso sería como que ella solicitara que sus rosas, se convirtieran en tulipanes, como todas las cosas en la vida, tiempo ayuda a sanar, y Rose, no quería llorar más, no quería recordarlo de aquella manera. Lo haría a su manera, a cinco años que justo ese día se cumplían, ella lo haría a su manera para una próxima. Se secó las lágrimas, y solo miró al vacío.-Lili, para la próxima creo que es mejor que sencillamente hagamos algo diferente- Lauren le miró fijamente
Rose contuvo la respiración al ver a Lenin avanzar por la barra en dirección a ella, tenía un jean de color negro, camisa a cuadros grises, que resaltaban sus ojos enormes verdes, no se podía negar que era atractivo. Pero para ella solo Lenin un buen amigo, era alto, atlético, se jactaba de tener un físico imponente, blanco, cabellos rubios claros.Lenin llegó al mostrador y se quedó fijamente mirándole.-Hola Rose, aquí esta lo prometido, entradas para nuestra película de esta noche, como de costumbre deberíamos hacerlo--Pues esa costumbre deberás dejarla, de hecho, no iré a cine Lenin, haré algo que tenía pensado hace un tiempo--Rose, por Dios, tú no tienes nada que hacer- Lenin tomó la taza que Rose le acercaba, se fijó en las galletas, mientras tomaba mano de varias.-No deberías subestimar el poder de una mujer independiente, trabajadora, en especial no recibo ordenes de nadie, soy mi propio jefe, algo sumamente confortable--Rose, deberías ir al cine conmigo, muchas mujeres de
-Mamá, por favor puedes pasar por la tintorería, necesito el traje, estaré en una reunión esta noche, es muy importante-.-Lo siento querida, yo también tengo una reunión con mis amistades muy importante por cierto, así que envía a alguien que te haga el favor, o pídeselo a tu esposo, en lejano caso tendrías que ir tu misma, quiero que te hagas cargo de tu vida-.- ¿Estás saliendo con alguien a escondidas?- ¿Y si así fuera en que te afecta hija? –-La verdad, en todo cuanto puedas imaginar mamá, deberías dedicarte a nosotros, a disfrutar de ser abuela, sé que te gusta servir café y todo ese rollo mamá, no se ve bien a tu edad que…-.- ¿A mi edad? –Rose sacudió su cabello –En mi edad las mujeres cenan, toman vino, hacen caminata, van donde les da la gana ir, y si, tienen citas, hacen el amor, no están oxidadas, viviendo la vida a medias, también sienten, se apasionan, ya cuidé y crie tres hijos, tu hijo es tu responsabilidad, no seré una viejecita tejiendo calcetas en navidad, abnegad
La noche llegaba a prisa, en su sala de baño Rose se daba los últimos toques, algo de color en sus mejillas, un chocolate en sus labios, era un tono que le gustaba para usarlo de noche.Apagando las luces de su habitación, en la cocina tomaba un té, no había comido nada para no arruinar la cena, ni muchos menos la compañía.El reloj daba siete cuarenta y tres minutos, sus amigas la pasarían genial, estaba segura que así seria.Ella quizá se atrevería a tomar una copa de vino, alguna caminata por un parque, como que su imaginación iba muy de prisa, y Charles solo le había invitado una cena, su teléfono repicaba en ese momento.-Hola…oh no te preocupes Charles, comprendo bien, si son situaciones que se presentan-.-Lo lamento mucho Rose, pero a mi llegada te llamaré-.-No tienes que hacerlo, mañana será otro día-.Rose colgaba la llamada, Charles no vendría, tenía una situación entre manos que resolver, pues ella iría a cenar, había un restaurante en la zona que quería conocer, mirándos
En su habitación Rose se desmaquillaba, había llamado a Charles para disculparse, era tarde y mejor tomarían el café en otro momento. Charles lamentaba que el imprevisto le hubiese demorado también ante lo cual prácticamente le había quedado mal. Rose le dijo que todo estaba bien, otro día se daría cenar, ¡Y sí que los imprevistos eran a veces una buena noche!En su cama dio varias vueltas, la conversación con Víctor había fluido como si fueran dos viejos amigos del colegio y ahora se reencontraban, eso le había parecido a ella, era agradable, educado, lo que gustaba en Víctor era su sencillez, sin ninguna pose, sin ningún ritual, sencillamente natural.No quería que su mente siguiera haciendo preguntas, era hora de dormir y ella tenía una cita en la peluquería.Mientras en otro lugar de la ciudad, Lenin abría la puerta a Mery, quien pasaba por Sam,-Mery…pasa, no te preocupes, Sam está dormido en el sillón, es un buen chico-.-Gracias Lenin-.- ¿Quieres un café? Te lo hare con gusto,
-Mamá quiero que hablemos esta noche de algo importante, en algún momento si tu faltaras… ¿De quién sería el café? -.-Oh por Dios Lili, que pregunta más inoportuna, mamá es una mujer sana, joven y no es oportuno ahora salir con eso-. Lauren se quedó mirando a Lili.-Lauren no es para que te molestes, sencillamente era una pregunta-.-Pues bastante fuera de lugar-. Lauren se despedía después de pasar por la caja y pagar las cajas de galletas para sus compañeras, no la perdonarían que llegara sin ellas.-Madre creo que este café debe ser mío, tengo los medios para sostenerlo, soy estable y soy la mayor, espero que eso lo tengas en cuenta-.-Querida, no te preocupes tanto por el café, seguirá funcionando tal cual como está, y tengo muy claro que cuando no pueda, o no me de mi fuerza para seguir al frente, entonces lo venderé, creo que Josef, o Mely serán buenas opciones, pero no estoy de muerte Lili-.Lili la miró con frialdad, seguro que su preferido seria Omar, quizá se lo dejaría a é
En el café Charles le comentó que había cancelado la salida por un tema de trabajo, aunque se había desocupado con tiempo para llegar, pensó que no era buena idea, la apreciaba, no estaba quizás del todo listo para algo más, solo era una cita.-Aunque no niego que me gustas Rose, eres una mujer muy hermosa, y tu encantadora personalidad es aún más hermosa-.-Si, tal cual lo dices, seamos amigos, no es una relación ni un compromiso-.Rose tomaba su café, algo lejana a la plática de Charles quien en ese momento le contaba de su secretaria, se le había declarado, cosa que no le había hecho para nada gracia.-Una secretaria enamorada, una heroína sin lugar a dudas-. Dijo Rose.-Una mujer que estuve a punto de despedir-.-Menos mal, hubiese formado parte de la lista de desempleo-.-Rose, sueles tener sentido del humor-.-El sentido del humor ayuda en momentos críticos, que sería de la vida sin reírnos un poco de nosotros mismos, de los errores, o de las situaciones, ¿No te parece Charles?