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Capítulo 4 Entre Amigas

Rose contuvo la respiración al ver a Lenin avanzar por la barra en dirección a ella, tenía un jean de color negro, camisa a cuadros grises, que resaltaban sus ojos enormes verdes, no se podía negar que era atractivo. Pero para ella solo Lenin un buen amigo, era alto, atlético, se jactaba de tener un físico imponente, blanco, cabellos rubios claros.

Lenin llegó al mostrador y se quedó fijamente mirándole.

-Hola Rose, aquí esta lo prometido, entradas para nuestra película de esta noche, como de costumbre deberíamos hacerlo-

-Pues esa costumbre deberás dejarla, de hecho, no iré a cine Lenin, haré algo que tenía pensado hace un tiempo-

-Rose, por Dios, tú no tienes nada que hacer- Lenin tomó la taza que Rose le acercaba, se fijó en las galletas, mientras tomaba mano de varias.

-No deberías subestimar el poder de una mujer independiente, trabajadora, en especial no recibo ordenes de nadie, soy mi propio jefe, algo sumamente confortable-

-Rose, deberías ir al cine conmigo, muchas mujeres desearían ir-

-Pues invita a una de tus amigas- Rose se acomodaba su delantal para dejarlo colgado en el gancho de la cocina, despidiéndose partió rumbo al encuentro para almorzar, Gigi de seguro ya estaría en el lugar, Mery llegaría algo retrasada lo cual era costumbre.

Rose llegaba en punto al Restaurante donde siempre solían reunirse, Gigi extendió sus brazos, un cálido encuentro entre amigas, a la vez que Mery llegaba en alboroto de felicidad.

-Oh, Rose que bueno verte, no estaba segura que vinieras-.

-No hay razón para faltar-. Rose mirando a Mery se inclinaba hacia adelante sonriendo. –Decidí librarme de los compromisos que Lili siempre me da, tareas, horarios, y demás, así que me siento libre como el viento.

En el momento una chica se presentaba extendiéndoles la carta para tomar sus órdenes.

-Bien, comeré una pizza personal cuatro porciones, la quiero de queso, pollo, tomate- Rose miraba a Mery de reojo –Si, aunque te parezca increíble, comeré una deliciosa pizza, ahora quiero que me cuenten…nuestra comida de esta noche. ¿Dónde iremos? -.

Gigi levantaba la mano para pedir tiempo-. Creo que en el nuevo que está a la salida, es estupendo, buenos vinos, ensaladas, todo es exquisito, y claro yo invitaré-.

-Vaya, nuestra querida amiga se ha lucido con esta magnífica invitación-. Mery sonreía, -Por cierto, chicas mi Rob fue dado de alta, en la tarde iré a llevarlo a su casa, no quiere venir a la mía, creo que quiere estar con su amiga especial, así es como ahora les llaman-.

-Sí, supongo que no se siente aun listo para ¡comprometerse! -Exclamó Rose, suena en cierto modo, salgamos, cenemos, algo de acción y adiós, te llamaré lo prometo-. Las tres soltaron sus risas jocosas.

-Rose, deberías tener algún amigo especial, sales, te diviertes un poco, vas al cine y después cada quien, a su casa, eso sí, con algún romántico momento incluido-. Gigi le miraba con interés.

-No soy de salgamos a pasarlo bien, luego vete a tu casa, por cierto, espera a que te llame para otra cita-. No tendríamos nada, solo nos rozaríamos la ropa, un leve calor, cenar, café, té con limón, o sin él, y ya… ¿resultados? No es una relación, solo seria, ven chica ruda pasemos un minuto extra, vaya chica ruda, tu sí que me entiendes-.

- ¿Es en serio Rose? ¿Te pasarás el resto de tu vida sola? Gigi le palmoteaba la espalda con cariño.

-Creo que el amor no me ha sorprendido, pero a ti sí que te ha dado sorpresas Gigi-. La mirada de Rose le examinaba su expresión.

-Oh, por Dios Rose, curiosa-. Sí que es un lindo galán, tiene cinco años menos que yo, no está mal, nos vemos hermosos, y te puedo asegurar que es apasionado, ardiente, justo lo que deseo-.

- ¿Y Gary? -Cariño, creo que sigues enamorada de él, estoy segura que volverías con él, pueden rehacer su vida-.

-Gary es un egoísta, ya ves que solo es trabajo, nada de diversión, así que no creo que podamos arreglar las cosas entre nosotros-. Gigi suspiraba ahora con mirada que emanaba algo de nostalgia.

-Que afortunada-. Mery suspiraba, -Después de nuestro divorcio con Trevor, solo me han estado llamando viejos amigos, todos quieren conmigo, solo que yo no quiero nada con ninguno-.

-Vaya, jamás saldría con amigos en plan de citas, no es que tenga muchos amigos-.

-Rose, creo que más que amigos, tus clientes sí que quieren invitarte a una loca noche… ahí tienes a Lenin, babea por ti-.

- ¿Lenin? Es solo un cliente, no saldría con él ni que estuviera loca, además no me gusta para nada, sé que habrá varias esperando una invitación a cine, pero no seriamos felices, Lenin se siente el chico malo, aparte que vive con su madre, y saca a pasear al gato-.

-Pero es apuesto, sus ojos son hermosos-. Mery comentó con timidez

-Creo que sería una linda pareja para ti, tu horneas galletas de coco, el pasearía los gatos de los dos-. No estaría mal-. Rose lo meditó y acertadamente animó a Mery -Serian una pareja muy peculiar-

En ese momento el teléfono de Rose, repicaba insistentemente, miro de reojo quien llamaba, pero tomó la decisión de no responder y continuar disfrutando de su almuerzo, de manera amena hablaron sobre su salida esa noche.

-Entonces nos veremos a las ocho, Rose yo paso por tu casa, de camino pasaremos por ti Mery, así que espero que estés lista-.

-Rose… ¿Tú crees que Lenin pueda cuidar de Sam? Mery preguntó con voz baja.

-Le preguntaré querida estoy segura que quedará encantado con Sam, podrían quedarse en el sofá mientras platican, tomarán algunas cervezas, Sam es un gran chico-.

-Avísame, no quiero dejarlo solo, mañana tengo todo el día ocupado-.

-Aunque puedes dejarlo en mi casa, te lo cuidaré- Rose lanzaba una mirada de suspicacia.

-Rose, no creo que lleves a Sam al café, no puede darte una mano-.

-Puede estar en el segundo piso, allí tengo un bello balcón, o en la terraza, pasan chicas bellas por allí-.

-Oh Rose, muchas gracias lo tendré en cuenta-. Mery recogía su chal, saliendo hacia su auto, se verían más tarde.

Rose se levantaba de la mesa, Gigi dejaba el pago más la propina de la chica, tomando su bolso, caminaron hacia el auto, cada una iría a sus labores.

El auto de Gigi se alejó del lugar, Rose encontraba las llaves dentro de su gran bolso, se retocaba los labios con un rojo oscuro, le resaltaba sus ojos profundos.

Rose aceleraba con rumbo al centro, iría a la tienda de “Sousis” era un lindo lugar, perfumería, ropa, calzado, maquillaje, quería darse un cambio de color, corte, y rejuvenecerse, aunque lucia hermosa. Avanzaba por los pasillos de la gran tienda, en la sección de perfumes se detuvo a contemplar las novedades, vaya, un nuevo perfume le vendría muy bien, mirando su reloj, marcaba al café para avisar que se tomaría la tarde, haría bien en relajarse, solo era una mujer que madrugaba a servir desayunos, hacer pan, organizar pagos, y su vida estaba escapando de sus manos. Como se escapa el agua, el barro, y se marchitan las flores, sus grandes ojos se fijaron en el bolso color ámbar, le encantaba, era magnifico, elegante y delicado.

Le vendría a tono con aquel vestido negro, largo con dos sutiles aberturas a los costados, esperaba que una buena oportunidad surgiera para estrenarlo.

-Rose, estas soñando despierta, pero no puedes evitar sentir una atracción por salir, una cita, cena, vino, algún paseo bajo una luna brillante, no te vendría mal querida, nada mal-.

Miró a todas partes para notar que nadie le había escuchado, hablar sola se le estaba tornando algo que a menudo le pasaba.

-Creo que un poco de hablar conmigo misma no viene mal, puedo hacerle preguntas a Rose, y me contestará desde la honestidad-. Mirando al espejo, se acomodaba sus cabellos, en ese instante tomó un vestido rojo en capas, probó con aquel hermoso color.

-Rose, este color definitivamente habla mucho de ti, esta para una noche casual, lo mejor de todo es el precio, que rebajas que he encontrado hoy, es como hecho a mi medida en todo sentido, Rose hoy es tu día, tómalo, no te pongas a pensar tanto-.

Y sí que se decidió a llevarlo, se encaminó por la tienda, admirando, un suéter nuevo, pantalones de mezclilla, dos bufandas, dos vestidos más, una hermosa falda plisada, zapatos de tacón medio, un elegante abrigo color miel, de allí a la sección de bisutería, algunos collares, una hermosa pulsera, un pendiente, regresando con todo en su cesta de compras, reía, estaba feliz, ella no lo podía evitar, por primera vez estaba gastando en ella sin reparos, sin medirse, era como si hubiera tomado el salario del mes para ella, el teléfono repicaba, por lo que decidió atender.

-Madre te estoy llamando desde hace horas, necesito un gran favor-.

-Lili, por Dios, ¿Será posible que invadas mi descanso? Le miraba con seriedad.

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