La conversación con Angelo Paulini durante el almuerzo, se torna bastante agradable para Antonella. Su jefe parece ser un hombre, no sólo honesto e inteligente, sino además de ello, muy respetuoso. Minutos después, retornan a la empresa, ella se dirige a su oficina, mientras su jefe aguarda por uno de sus proveedores. Sin embargo, en ese preciso instante, recibe una llamada importante, que lo obliga a retirarse dejando a su nueva administradora a cargo de recibir la mercancía. —Te dejo a cargo, Antonella; debo resolver un asunto familiar. —No se preocupe, yo me ocupo de recibir la mercancía. —Gracias, Antonella. —suspira, sintiéndose aliviado— Has llegado a esta empresa como una especie de ángel caído del cielo. La pelirrubia sonríe levemente, mientras su jefe toma las llaves de su coche y sale del local. Se dispone a subir a su oficina, cuando un par de segundos después de su jefe retirarse, se detiene un camión de licores frente a la edificación. Antonella se regresa pa
Antonella se llena de impaciencia viendo como las horas parecen transcurrir a cuenta gotas. No puede creer que aquello pueda ser verdad. Necesita salir de esa duda cuanto antes o terminará volviéndose loca. Justo cuando el reloj marca la hora de salida, toma su bolsa, cierra bien la puerta de su oficina y baja las escaleras, los empleados comienzan a salir, mientras el vigilante nocturno se ocupa de revisar que todo esté en orden. Sale hasta la calle y se dispone a caminar hacia la parada, cuando oye la bocina de un coche detenerse a su lado. Antonella continúa caminando sin prestar atención, hasta que repentinamente oye su nombre y reconoce aquella voz.“Fabiano” piensa. Lo que menos necesita ella, en ese momento era sentir el acoso emocional de su ex. Sin embargo, ya comenzaba a oscurecer y luego de cinco años fuera de su país, las calles no eran tan seguras como en su juventud. —Ven, sube. —dice, abriendo la puerta. La pelirrubia le sonríe, resignada a su destino. Entre li
A pesar de los ruegos y súplicas de Antonella, la realidad es otra. Toma el dispositivo luego de cinco minutos de espera. Las dos rayitas son la respuesta más obvia. Apenas cubre su rostro con ambas manos negándose a aceptar aquella verdad.¿Embarazada? Embarazada de un hombre que está con otra mujer, y que a su vez volverá a tener un hijo con su esposa. Debía estar soñandoAntonella abre la llave del lavabo, moja su rostro con ambas manos para despertarse, en caso de que realmente sea un mal sueño. Mas, nada de lo que hace para evadir su realidad, le sirve; excepto para confirmar sus miedos. ¿Qué debía hacer? Se pregunta, intentando hallar en medio del caos un poco de calma. Las manos le tiemblan y su corazón late con rapidez, se recuesta del lavabo y deja que las lágrimas contenidas hallen su cauce. ¿Qué especie de castigo era aquel? ¿En qué había errado para merecerlo? Primero su madre muere, luego descubre que su padre es un hombre que no desea saber nada de ella y ah
Esa misma mañana, en la mansión Moretti, Marcos aguarda en su habitación por la visita del médico familiar, quien se hará cargo de su caso. Por alguna razón, Marcos estaba teniendo cierta dificultad para recordar algunas cosas anteriores al accidente, excepto la escena del impacto entre ambos coches y el sonido de las sirenas que se repite en su cabeza una y otra vez. —¿Dr Valverde, qué está pasando con mi hijo? —pregunta con visible interés. —Es muy normal y hasta lógico que luego de un episodio neurológico como el que ha vivido, Marcos, algunas áreas de su cerebro se hayan visto afectadas. En especial la del hemisferio derecho, donde se desarrollan los procesos de la memoria. Mas, suelen ser efectos temporales. Estuve revisando el expediente que me suministro el neurólogo y no hay daños severos en tu cerebro. —afirma— Puedo asegurarles que, poco a poco, Marcos volverá a ser como antes. Incluso podría volver a caminar. El médico termina de realizarle un chequeo general, midie
Una vez a solas, Marcos le dicta a la enfermera, el texto que deberá enviarle a su amado Blas. —¿Anotaste todo? —Sí, está listo, señor. Al llegar a casa esta noche, se lo enviaré al correo a su novio. —Gracias, Estefanía. Me has devuelto las ganas de vivir —dice y un brillo especial, se enciende en sus ojos. —Es el efecto del amor, quien se la ha devuelto. —Estefanía sonríe y Marcos suspira. —Estefanía quiero volver a caminar, ¿me ayudas? —Por supuesto, Sr Marcos. Nada me haría tan feliz como verlo levantarse de esa cama. Mientras la adrenalina de aquel momento se intensifica, Marcos junto a su nueva aliada, organiza las actividades y estrategias que les permitirán poner en marcha su plan secreto sin que sus padres puedan intervenir. —Una vez que pueda caminar, me ayudarás a escapar con él, serás la madrina de nuestra boda, te lo prometo. —¿En verdad seré su madrina? —pregunta, un tanto incrédula. —Palabra de un Moretti —Levanta su mano derecha. Mientras tanto, e
Mauro se dispone a subir a su coche, cuando ve que su flamante esposa se estaciona justo al lado de su auto. —¿A dónde vas querido? —¿Qué haces aquí? Deberías estar en casa cuidando de cualquier cosa que necesite nuestro hijo. —¿Acaso no puedo venir a invitar a mi esposo a almorzar? Mauro mira su reloj, efectivamente era hora de mediodía. No se percató que el tiempo se le pasó mientras estuvo revisando documentos. —Justo iba a almorzar. —Perfecto ¿Vamos en tu coche o en el mío? —En el tuyo —Se encoge de hombros. —Sube, yo conduzco —sonríe. Mauro exhala un suspiro, aquella visita inesperada de su esposa, le parece algo rara. ¿Qué realmente hacía en la empresa? ¿Acaso lo estaba vigilando? Claudia se había vuelto algo paranoica ante la idea de que Antonella pudiera ir a la empresa y contarle quien era en realidad. Había guardado ese secreto por treinta años, por lo que no podía permitir que aquella hija bastarda echara a perderlo todo. Mucho menos que pretendiera qui
Marta continúa ansiosa, esperando un mensaje en su Intergram de aquel desconocido; es su segunda noche sin saber de él. Albert sale del baño, con su albornoz blanco puesto y frotando con la toalla de mano su cabello húmedo. —¿Qué haces? —pregunta al verla entretenida en la PC. —Sólo veo mis redes. —contesta sin levantar la vista. —Es un poco tarde, ¿no crees? —¿De cuando acá te preocupa lo que hago? —El tono de su voz hostil, deja a Albert sorprendido. —Me iré a la habitación de huéspedes, así no te molesto. —Como quieras Albert —exhala un suspiro. Frustrada ante aquella situación, decide dar el paso de enviarle un mensaje. “Buenas noches. Me preguntaba si mi reclutador ya encontró a alguien para su nueva campaña” Aguarda ansiosa la respuesta, mientras cruza sus dedos y murmura:—Que responda, por Dios, que responda. Blas, quien no logra dormirse, después de recibir el correo de Marcos, da vueltas de un lado a otro en la cama. —Marc, mi Marc —dice, mientras re
Marcos despierta con un excelente ánimo y deseo de ver entrar por la puerta a su enfermera. La puerta se abre lentamente y éste se emociona.—Entra de una vez, Estefanía. Mauro asoma ligeramente la cabeza en la habitación. —Soy yo hijo. —dice mientras entra y cierra la puerta.— Me alegra verte y escucharte de buen ánimo. —¿Qué quieres papá? —pregunta en tono hostil.—Vine a ver como te sientes y a traerte esto —dice mostrando la caja en su mano— Sé que debes necesitarlo. —¿Un celular? —pregunta desconcertado— ¿En verdad crees que podrás comprarme como cuando tenía once años, Mauro Moretti? —espeta.—Marcos es sólo para que puedas comunicarte conmigo, con tu madre, por si necesitas algo, hijo. Es sólo eso. —Siempre haces lo mismo, siempre quieres comprar a la gente con buenos regalos. —grita visiblemente alterado. —Cálmate, hijo. No fue mi intención que te sintieras así. —Ese es el detalle, siempre actúas pensando en lo que crees tú y no en lo que piensan o sienten los