El CEO "Un Falso Prometido para Navidad"
El CEO "Un Falso Prometido para Navidad"
Por: Karerina
El almanaque

Antonella, mira el almanaque digital sobre su escritorio. Ver la proximidad de aquella fecha, era un poco estresante para ella. Su madre, no hacía otra cosa que esperar ansiosa la noche de navidad sólo con la esperanza de ver a su hija llegar acompañada de algún pretendiente.

Sin embargo, el sueño de su madre de verla frente al altar, no es el sueño de Antonella. Ella es una mujer liberal, con convicciones diferentes, segura e independiente. Decir que no creía en el amor es exagerar un poco; mas, si de ella dependía, jamás se casaría por complacer a los demás.

Blas entra en la oficina, coloca sobre el escritorio el lote de carpetas, dejándolos caer abruptamente para que su amiga volviese a la realidad.

Antonella dio un brinco sobre la silla al escuchar el estrépito cerca de ella:

—¿A ver, qué tiene mi geme, que está fuera de cobertura y sin señal satelital? —dice, cruzándose de brazos y elevando su ceja izquierda.

—¡Qué me has asustado, tío! —exclama.

—Es que entro a tu oficina, cierro la puerta, grito, y geme, que no me prestas atención, joder.

—Disculpa, es que he estado pensando en mi madre, ya pronto será navidad y no hay una reunión familiar donde no pregunte cuando llevaré a mi pretendiente. —frota su rostro con ambas manos.

—Pues no sé qué esperas para buscarte uno. De verdad geme, yo a tu edad tenía no uno, ni dos, sino hasta tres pretendientes. —bromea con su ‘geme’ como suele llamarla para referirse a que ella es su gemela.

—Es que para mí una relación debe ir más allá de lo físico y de lo sexual, tío. Mira que he salido con varios gilipollas y todos terminan buscando lo mismo “Sexo express” y si es sólo por eso, con tener mi dildo personalizado con el rostro de Chris Evans, pues me es suficiente.

—Wow! ¿Lo usas personalizado? Me dejas loco y dando vuelta en un tacón. —Antonella sonríe brevemente y su rostro vuelve a entristecer.

—Es en serio, Blas. Mi madre ha estado algo enferma y no quiero ser una preocupación más para ella. No entiende de una vez por todas que no tengo que casarme para ser feliz.

—No lo seas, entonces; busca algún chico en finding love y listo, problema resuelto. Luego le inventas a tu madre que no funcionó, que era gay, que estaba casado. Lo primero que se te ocurra, geme.

—El problema no es decirle a mi madre que no funcionó. Es que luego tendré que acostarme con ese chico. ¿No entiendes mi punto, cierto? —dice cruzándose de brazos.

—Claro que te entiendo, geme. Pero si no cambias tu forma de pensar, te volverás la tía solterona con la casa llena de gatos.

—Eso es lo que menos me importa, me encantan los gatos, los perros… —hace una pausa para luego preguntarle a Blas— ¿Y por cierto, como vas con Marcos?

—Ni me lo menciones, terminamos hace dos días. ¡Pero esta vez, es definitivo! Geme, te lo juro —contesta mientras forma un puñado de cruces con sus dedos y los besa.

—Si me pongo a creerte las veces que me has dicho que ya no andan juntos…

—Pero esta vez sí, geme. Llevamos dos años saliendo y simplemente no quiere presentarme a sus padres. El año pasado era muy reciente y este, es muy tardío, joder que se avergüenza de mí.

—No mereces estar con alguien que no se sienta orgulloso de ti. Eres demasiado increíble, Blas.

—¿De verás crees que lo soy? —pregunta con la mirada baja.

—Eres el mejor de los chicos con el que pueda toparse, Marcos. —sonríe.

—Pues sí, lo soy —responde algo envanecido por las palabras de su amiga.

Antonella observa a su amigo de pie a cabeza, siempre le ha parecido bastante varonil, incluso cuando lo vio por primera vez en la empresa, estuvo coqueteándole, y fue allí donde Blas, rompió todas sus ilusiones diciéndole aquella verdad: “No me veas linda, soy homo”.

Aquel recuerdo le dio una idea a Antonella, por lo que se acerca a su amigo acunó su rostro entre sus manos y le pide:

—Hazte pasar por mi novio, Blas.

—¿Te has drogado y no me has dicho? —pregunta horrorizado con la propuesta de su compañera de trabajo.

—Blas, de verdad necesito que me hagas ese favor, pliz. Hazlo por mi madre, mejor dicho nuestra madre, siempre dices que soy tu gemela.

—Déjame pensarlo —Antonella le pone un par de caritas de suplica y Blas termina accediendo.— Considerando que apenas faltan cinco días para Navidad y que Marcos y yo, terminamos, acepto ir. Pero… con una condición —dice paseándose de un lado a otro de la oficina— Nada de besos y abrazos OK.

—Gracias, Blas —Se abalanza sobre él, rodeando su cuello con sus brazos y besándole en ambas mejillas.

—Empezamos mal geme, recuerda que soy gay pero mi polla no está muerta —Apunta con su boca hacia la parte baja de su pantalón, Antonella sonríe.

—No te preocupes por besos y arrumacos, mi madre es bien conservadora y anticuada, jamás le daría un beso a nadie delante de ella.

—Entonces, seguimos con el plan. Te acompaño esa noche y me regreso, ¡ah! y por favor le tienes que decir a vuestra madre que soy un empresario famoso y que estoy constantemente viajando. Quiero que piense que soy el hombre perfecto, pero no para su hija. —la mira de pie a cabeza, sabe que Antonella es extremadamente guapa— Por cierto, no tienes algún primo o medio hermano que me presentes.

—Joder tío, que soy única hija y mi padre el único hombre que era fiel en el planeta y a cuenta de ello, mi madre piensa que el resto de los hombres son iguales.

—¡Hostia, tía, yo soy fiel! —la pelirrubia pone los ojos en blanco.

Si eso era posible, Blas sería el amor perfecto pero en el pasado imperfecto.

—¿Y cómo te preparas para la fiesta de fin de año? Será este viernes.

—No he pensado en eso, la verdad. Me preocupan otras cosas que tener que ver al Sr Miller haciendo alarde de su poder y riqueza, es un prepotente, nariz respingada y creído.

—Vaya con tanto halago, voy a creer que estás enamorada del jefe.

—Que gilipolleces dices tío, nunca andaría con un hombre como él y menos casado.

—Casado, pero no capado. —ella ríe a carcajadas.— Por Dios baja la voz, pareces una urraca.

—Entonces, ¿cuento contigo? —se cuelga de su hombro.

—Sí, joder que eres insistente más que mi ex cuando tenía ganas de… —la conversación es interrumpida cuando escuchan la puerta abrirse.

—Srta Cerati, venga a mi oficina por favor —le ordena el CEO y ella se apresura a ir detrás de él.

—Seguro que te ha escuchado y ahora te quedarás sin curro. —susurra.

—No lo digas ni en broma, gilipolla…

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