La noche se veía larga para Owen, al principio la rabia no le permitió entablar una conversación con Gisselle, además de que ella era un océano de lágrimas, lo único que se permitió hacer fue sentarse a su lado en la silla del tocador, dejarla llorar y estar ahí con ella. —Vamos, gasela —Owen creyó oportuno que era suficiente de lamentos y al mermar la rabia su lógica predominó —, si no cenaste nada debes comer algo, los medicamentos son fuertes y no quiero que enfermes por eso.—Tienes razón —con los ojos inflamados y rojos de tanto llorar Gisselle esboza un intento de sonrisa—, pero primero quiero bañarme. —Ve, yo iré por algo ligero, ya Berta debe estar durmiendo.Con la rapidez de un rayo, el pelinegro preparó unos sándwiches de jamón y queso y un baso de jugo de fresa, la otra noche que cenaron vió que ella disfrutaba de ese sabor. Preparó una bandeja de esas de estar en la cama y la llevó arriba, Gisselle todavía encontraba en el baño, mas, no se escuchaba nada. Al cabo de unos
En el centro clínico los recibe el doctor, para comenzar, Gisselle se va con una enfermera, la mujer con una sonrisa amigable intentó que ella se relajara; sin embargo, sus nervios y terror estaba por encima de todo, no creía ser capaz de cumplir con el acuerdo, sus pensamientos se arremolinaba en torno a lo ocurrido la noche anterior, y en lo mucho que puede arruinarle la vida a Owen si Lowell se entera que ella está gestando al hijo del CEO de Clark corporation, la enfermera le entregó de una bata para que se cambiara y la dejó para que tenga un poco de privacidad, mientras Owen se quedó en la sala de espera fuera de la consulta.Pasado unoa minutos Owen se percató del nerviosismo y el cuchicheo del personal médico. Mas, continuó sentado y revisó su celular para resolver todo lo que puede de la empresa por esa vía hasta que vuelva de manera presencial a su puesto. Una media hora después de haberlo separado de Gisselle por fin el doctor se acercó a él con una cara que no auguraba nada
Las complicaciones en la compañía le impidieron regresar todo lo rápido que a Owen le hubiera gustado, eran pasadas las díez de la noche y apesar de que intentó mantenerse en contacto en los pocos ratos libres, no pudo quitarse la desazón de la boca del estómago.La última llamada con Berta fue el detonante para dejar todo atrás y salir como alma que lleva el diablo.—La señorita no quiso comer, dejó la bandeja intacta, y a la hora de la cena, igual señor, ni siquiera se movió de la cama.Dejando el auto en la entrada, corrió escaleras arriba una vez que entró a su casa, Berta lo interceptó con un jugo esperanzada en que él sería capaz de hacerla ingerir algo. Con el vaso en la mano Owen abrió la puerta y noto que Gisselle apenas se movió del sitio donde la dejó esta tarde, tuvo que respirar profundo unos segundos antes de acercarse, ya que la rabia y las ganas de sarandearla para que se espabile y vuelta a ser ella, lo dominó.Cuando ya se sintió más calmo pudo dar unos pasos hacia el
Abrazados sus corazones latieron acompasados, sintiendo dolor, culpa desesperación por sus situación, tan distintas pero a la vez tan similares. Se quedaron así por mucho tiempo consolándose, mas, ambos sintieron que era poco, Owen se giró para agradecerle el gesto cara a cara y lo que encontró en sus ojos lo dejó sin aliento.Se sintió doblegado ante su mirada empática de comprensión, amabilidad, ternura y hasta dolor, por él, nunca nadie, excepto su madre, lo llegó a ver así, como... como un ser humano.En un arrebato momentáneo y sin dar oportunidad de echarse para atrás, tomó a Gisselle por la nuca para acercarla más a él y con la otra mano rodeó su cintura elevándola unos centímetros para poder alcanzar sus labios, fundiéndose ambos en una vorágine de deseo y pasión, Gisselle respondió a la manera brusca de Owen abrazando las caderas de él con sus piernas, por momentos se sentían que iban a explotar, el roce de manos y bocas no se sentían suficientes, necesitaban más.Con ella col
Ni uno ni el otro se dieron cuenta en el momento que llegaron a la habitación de Owen, solo estaban felices de conseguir un sitio privado donde poder desatar sus ganas y pasión. Entre besos desesperados, la ropa les fue estorbando y una a una las prendas fueron saliendo, los movimientos eran erráticos, las ganas de estar juntos superó cualquier vergüenza y entre los dos se ayudaron a sacar hasta la última prenda sin casi separar sus bocas.Ya desnudos los dos en medio de la habitación, Owen la guió hasta su cama, y la depositó en ella con tal delicadeza que Gisselle se sentía adorada, apesar de los nervios. Un beso profundo que arrasa con la poca cordura que le queda la hace gemir en la boca de Owen lo que provoca un gruñido en respuesta.—Cuidado, me puedo volver adicto a eso Gacela —una advertencia que la hace sonreír e incharse de emoción.Owen comenzó a dejar un reguero de besos desde su mandíbula bajando más hacia el sur, en busca de sus zonas erógenas activas. Rozando y adorando
Dejando dormir a Gisselle Owen se levantó para ponerse al día con su amigo de lo emocionantes de sus vidas al estar cada uno por su lado. —No puedo creerlo, me descuido y a ti te pasa de todo, como para grabar una película... Y mientras yo grabando una, no hay nada emocionante, aparte de la pelea entre Maggie, la protagonista y la maquillista —Roy de dejó caer en la silla de la isla a la espera de que Owen prepare la máquina de café—. Lo peor es que fue por mí. No por mi culpa sino por mi causa.—Seguro no hiciste nada para provocarlas.—Me conoces, soy un ángel —dice el rubio con falsa modestia.—Caido... —retruca el pelinegro poniendo la taza de café en sus manos.—Pero ángel al fin y al cabo.Los dos se sientan con su café a disfrutar del delicioso amargor de brebaje.—Y veo que al fin te decidiste por la vía natural después de todo.—Solo pasó, tú sabías que estaba decidió, pero esa mujer...—Esa mujer, te tienen agarrado de los guevos, como ninguna otra. Eso es lo que sé.Imposib
Por fuera, tanto la madre como la hija, eran hermosas, ambas altas y de cabello negro largo, con la tez blanca y sus ojos verdes, parecían más hermanas que cualquier otro parentesco, aunque por dentro, eran un par de víboras disfrazadas, déspotas, sin sentimientos por cualquier cosa que no sea el dinero, incluso Owen pensaba que si en algún momento la vida las ponía en una situación de vida o muerte, una sería, con facilidad, capaz de sacrificar a la otra si de ello dependiese mantener su estatus de vida.En un segundo la sangre le hirvio al CEO, al ver pasar a Ivonne y Sarah su hermanastra menor, pasar con la nariz en alto y como las dueñas y señoras de la casa.—Chica —dijó la señora, refiriéndose a Gisselle de manera altiva y prepotente—, no te quedes ahí parada, ve rápido por las maletas.—Ella no es tu empleada de servicio —la rabia emanaba del cuerpo de Owen a borbotones—, recuerda que estás en mi casa y cuando entras aquí, ni tu ni ella son nadie.La mujer se giró en redondo of
Por fortuna no todos los días son malos, unos cuantos después de las quimioterapias y antes de que le tocará la otra ronda, Owen amaneció de buenas, incluso adelantó trabajo, desde casa, claro, aún no tenía las suficientes ganas para salir y presentarse. No obstante, la empresa no se dirigía sola y pronto se acercaba la fecha de aniversario, un evento que no podía posponerse solo porque el CEO estuviese enfermo.De paso, Owen sabía que dejar desatendida la empresa y obviar esa fecha sería un punto a favor de Sarah, ya que desde el año pasado sus intentos por emparejarse con Connor, el hijo de uno de los accionista, por fin dio frutos, con ese enlace pretende sustituirlo y hacerse cargo de la compañía. Por eso están aquí y ahora menos que nunca puede flaquear, no les entregará lo que tanto le costó levantar para que ellas jueguen un rato hasta que se aburran.—¿Qué haces...? Es hora de dormir.Gisselle interrumpió las cavilaciones de Owen, vestida con un albornoz de pijama ya que estab