A la mañana siguiente la señora Liz hizo lo que dijo, se llevó a Gisselle a su clínica con Roy como chófer y mudo, ya que su madre lo amenazó con la "maldición de la bata negra" si intentaba entablar conversación ni con ella ni con Giselle, debido a que aún no se le pasaba el enojo. Roy sabía que cosas muy muy malas podían pasarle si su madre invocaba dicha maldición, por eso nunca tuvo el valor para desafiarla cuando ella mencionaba esas palabras.Ella misma le realizó todos los exámenes sin dejar que ni siquiera una de las enfermeras la ayudará. En tanto, Owen seguía castigado y exiliado del lado de Gis, decidió por el bien de su salud mental, centrar sus esfuerzos en conseguir la nueva casa y hacer la respectiva mudanza.Ese mismo día encontró la casa soñada para ellos, estaba prácticamente amoblada y solo las habitaciones necesitaban un toque, que en cuyo caso, el CEO contrató a un decorador de interiores para tenerla lista por la tarde. Y por primera vez Owen sintió la necesitad
"Todo está yendo muy rápido". —Fue el único pensamiento de Gisselle que ni el dolor de ellas contracciones logró despejar de su cabeza. La señora Liz corrió hacia ella no antes de que Owen la tomara entre sus brazos y comenzara a ordenar el caos.—Roy, ve y enciende el auto —el actor acató la orden sin chistar—, Liz, en la habitación de los bebés están los bolsos necesarios para ir a la clínica, ve por ellos mientras ayudo a Gissel a cambiarse y la llevo a Gisselle hasta la entrada.Como todo una locomotora con sus engranajes y piezas engrasada, lista para trabajar, funcionaron en favor del parto de los niños, y más aparecía que lo ensayaron con anterioridad. A la llegada de ella clínica el dolor para Gis, era intenso y las contracciones ocurrían cada cinco minutos, según el reloj de Owen.—Todo estará bien, no te preocupes —el CEO intentó calmarla, el terror se reflejó en su rostro y era algo que Gisselle no podía evitar sentir—, estás en buena manos y ya viste que todo estaba bien c
Los bebés se atendieron con todo el rigor y la dedicación que implicaba ser un paciente exclusivo de la doctora Liz y diez minutos más tarde descansaban en una cuna en el área neonatal.En cambio, Giselle se encontraba en la sala de recuperación, según los estudios todo estaba bien; sin embargo, la espera a que abriera los ojos estaba llevando al límite a Owen. Se supone que en menos de dos horas la anestesia debió dejar su cuerpo y permitir que el CEO viera una vez más esos hermosos ojo azules. El pasillo fuera de la habitación seguro tendría que arreglarse luego, ya que Owen dejó las suelas de sus zapatos en su ir y venir.—No entiendo por qué aún no la pasan al cuarto... Ya van cuatro horas y nada que sale, ni siquiera tu madre dice nada...Owen le reclamo a Roy sin saber que más hacer, mientras el actor por su parte solo le quedó levantar sus manos en rendición antes de responder.—Hermano, no porque yo sea su hijo quiere decir que sepa más o menos que tú, ¿soy actor recuerdas? La
Gisselle abrió los ojos y la luz cegadora la obligó a cerrarlos con rapidez, no recordaba ni qué día era o cómo se llamaba, en su segundo intento de abrir los ojos todo volvió a ella como una locomotora a su máxima velocidad. El secuestro, el dolor, la angustia, el parto, el susto, la emergencia, la expresión de terror y preocupación en la cara de Owen, los médicos y enfermeras apresurados atendiendola y el pitido incesante de las máquinas de monitoreo descontroladas de fondo, para Giselle fue todo un caos hasta que le colocaron la mascarilla de la anestesia y ya no sintió nada solo un alivio, un sueño y por último el silencio.Ahora las máquinas de monitoreo se escuchan tranquilas, calmadas y ese pitidos la relaja; en ese momento nota ella su mano tibia resguardada entre otras manos más grandes, más fuertes, espero a que poco a poco sus ojos se adaptasen a la luz, estando ya consciente de su situación, pudo ver una cabellera negra y corta recostada en el borde de su cama.Tenía que se
La noticia del nacimiento de los gemelos del CEO de Clark Enterprise corrió como pólvora en todos los periódicos y redes sociales, el nombre de Gisselle se mencionó como "La Cenicienta moderna", que obtuvo su final feliz, no faltaron los comentarios maliciosos a los cuales Owen se enfrentó con mano de hierro, poniendo a su equipo legal y de marketing a cubrir el ataque.En las afueras de la clínica abundaban los periodistas dispuestos a lo que sea, por una fotografía de la familia, otro asunto de lo que se encargó sin demora, contrató a un equipo de seguridad para que se mantuviesen vigilantes y que nadie que no fuera personal médico lograra acceder al sitio sin autorización.Antes de la salida, tanto Owen como Gissel lograron ponerse de acuerdo en el nombre para los gemelos, no quisieron repetir ninguno suyo ni los de sus abuelos, por lo que pensaron en unos acordes y fuera de lo común, entonces la niña se llamaría Naia y el niño Liam. A ambos les encantó la elección, lo mejor de todo
A pesar de las apariencias de estar en un sueño idílico, Owen presentía que no duraría para siempre, algo en el fondo le decía que la estadía de la madre de Gisselle, no era para nada bueno y no tardó en comprobar que era del todo cierto.Le bastaron dos semanas de vida familiar feliz para comenzar a notar el ambiente raro, desde el primer momento que Gisselle pisó su casa, puso a su disposición una cuenta para sus gastos, cosa que él se aseguraba de que cada mes el dinero asignado estuviese en esa cuenta; por otro lado, en los quince días en los cuales su suegra estuvo con ellos, vió a Gisselle melancólica en lugar de feliz.Owen no le quiso comentar nada al respecto; sin embargo, desde el primer momento él noto algo raro con su suegra, la avaricia y la ambición eran algo con lo que Owen llevava años tratanto, sabía cómo se veía la gente sin escrúpulos, y esperaba con todo su ser que Gisselle se diee cuenta más temprano que tarde.Y cuando llegó el día dieciséis, le apareció una noti
Una semana después del parto Roy regresó al set de grabaciones, por muy popular y querido que fuera entre los fanáticos que agolpan los cines, la producción y la directiva encargada de las películas no podian esperarlo eternamente, así que dejó a los tórtolos al cuidado de su madre y se fue a seguir con su vida. Todo estaba normal, sin embargo, Roy se sintió vacío, su mayor amor la actuación ya no lo llevaba, la fama y el ver a miles de personas gritar su nombre al pasar, por primera vez en su vida no se sintió como la felicidad plena que experimentó meses atrás cuando estaba con ella... —¡No! —exclamó sin aceptar el nombre que le susurró su subconsciente, por lo que alejó esos pensamientos para seguir actuando frente a los flashazo de las cámaras. Al final de la jornada era lo mismo, ir a su tráiler para descansar, aunque lo que menos hacia era descanzar, las botellas de alcohol vacías apiladas debajo de la cama estaban de colección, una tras otra cada noche, adormecian el vacio y
Owen se encontraba sentado tomando su café sin azúcar y su típico ceño fruncido, dibujado en su perfecto rostro, señal inequívoca para cualquier mortal de que no se atrevan a acercarse a él, ya sabían que si estaba en la cafetería de Clark Comunication, no debían, ni por educación, darle los buenos días. Sus pensamientos eran todo un caos, a sus treinta y cinco años, siendo el CEO de la compañía de marketing más exitosa de California, heredada de su padre, haber vivido la mitad de toda su vida en opulencia, lujos y derroche, cualquiera pensaría que tiene el resto de su vida arreglada y feliz, solo a la espera de vivirla. Sin embargo, justo en este momento era todo lo contrario. Desde muy temprana edad supo lo que quería, dirigir la compañía, que todos lo respetaran y bajaran la cabeza mientras él pasaba, tal cual lo hacían con su padre, una familia y uno o dos hijos, eso era su meta, pero no sabía que lo único que le faltaría a esa ecuación bien calculada desde sus diecisiete años, s