Ethan despertó, aturdido, pero con una energía y fuerza que nunca había sentido. La muerte lo había liberado por fin de aquel dolor intenso e interminable que le hacía sentir que cada parte de sus cuerpo se iba a resquebrajar.Ojalá hubiera sabido que aquel viaje tendría esas consecuencias tan desastrosas para ellos, le habría quitado las ganas a su hermana de hacerlo y habría intentado sacarla de aquel bosque en el que tanto parecía ahogarse, pero lo hecho ya no tenía vuelta atrás y solo esperaba que su sacrificio la salvara a ella.Él comprendió su naturaleza mucho antes que Emma. Ella siempre se negó a creer que lo que su madre contaba era cierto, pero Ethan, en secreto, soñaba con que aquellos desvaríos de la anciana se hicieran realidad.Una parte de él anhelaba ser un lobo, quizá porque había crecido como el único hombre rodeado de mujeres y quería con todo su alma ser el que las protegiera siempre, pero su constitución física no indicaba que aquello fuera posible.Era más alto
La cueva, el dolor, el rostro de Tala mojado por las lágrimas y sus palabras:«Iré a buscar a tu hermana, aguanta, ella sabrá qué hacer». Aquello no podía estar ocurriendo.Recordaba haberle confiado a Tala su secreto mientras estaba sumido en aquel terrible dolor y también le pidió que cuidara de Emma cuando él no estuviera, pero en lugar de respetar su última voluntad, hizo lo contrario.Salió a buscar a Emma y, si él estaba vivo, es que había conseguido su propósito.Tenía fogonazos de recuerdos que no eran claros, pero logró discernir el momento en el que Emma llegó, la forma en que rompió en llanto, la desesperación al ver que estaba muriendo y después ella unió los medallones.—Claro, por fin lograste completar tu transformación, eres un alfa, Ethan, es maravilloso —la voz de Astrid interrumpió sus cavilaciones y la creciente ansiedad que se estaba adueñando de su pecho—. ¡Por fin hay un nuevo alfa en nuestra manada! Podremos derrotar a Asher y juntos seremos los nuevos líderes.
Ethan no podía creer lo que veía. La cabaña estaba reducida a cenizas y solo algunas vigas hacían que una pequeña estructura se mantuviera en pie. El fuego había arrasado con todo y dejó solo un esqueleto de madera carbonizada. El humo todavía se elevaba en el aire, burlón, casi como si se riera de él por no haber llegado a tiempo para ayudar a su hermana. Los pulmones se le apretaron, y no por el ambiente irrespirable que se esparcía por el aire conforme se acercaba más, lo que sentía era la angustia y el vacío de pensar que su melliza hubiera quedado atrapada en ese infierno. —¡Emma! —gritó su nombre de nuevo e intentó acceder a lo poco que quedaba en pie de la cabaña, pero Astrid, que lo había seguido, intentó detenerlo—. ¡Suéltame, maldita sea! —¡No voy a dejar que entres, ahí no queda nada! Ethan, te lo advertí, te dije que cuidaras a tu hermana y no le permitieras acercarse a Asher. Al final, lo que quise evitar ocurrió. Si te calmas te darás cuenta de que aquí no está ella,
Emma dio un paso atrás y se cubrió el rostro con las manos. Después de hacerlo, casi emitió una plegaria al cielo por no haberse arrancado sin querer su propia cabeza con su magia descontrolada.Necesitaba a su entrometida tatarabuela más que nunca, pero Endora, cuando de verdad la necesitaban, parecía no estar disponible. —Lo siento… Yo no… —Su intento de disculpa fue interrumpida cuando aquella mujer, que a simple vista parecía indefensa, empezó a sacar de sus manos unas enormes garras y su rostro comenzó a desfigurarse con unos grandes colmillos—. ¡Santo Dios!, ¡¿pero es que aquí no hay nadie que no sea una alfombra de pelos?! Emma no sintió miedo a pesar de la situación, después de los destrozos que había hecho desde que se despertó, tenía muy claro que, bajo presión, su magia se disparaba y la anciana, por muy loba que fuera, poco podría hacer en su contra, pero la verdad era que no quería dañarla. Esa no era la condición de Emma, ella no tenía maldad.Sintió una terrible nece
Sin soltar su grimorio, caminó detrás de él por el largo pasillo. Se dio cuenta de que le había dado la habitación más alejada de la de Asher, casi como si ella fuera contagiosa. Si no estuviera tan agotada, dolorida y preocupada, podría haberse reído de eso. La noche anterior el alfa y ella habían estado los más unidos que un hombre y una mujer lo podían estar como para que ahora intentaran alejarla. Evitó decir nada para no crear más problemas de los que ya tenía, pero aquello cada vez le gustaba menos. Le dolía el cuerpo y tenía heridas que no pensaba permitir que esa mujer sanara, pero ya se preocuparía de eso después, antes debía ver a su compañero. La puerta de la habitación de Asher estaba abierta y Emma, sin pensarlo, adelantó a Alaric y pasó al interior. —Asher —jadeó al verlo tumbado boca abajo en la cama, indefenso. Su cabeza estaba echada hacia un lado en la almohada y una terribles quemaduras cubrían casi toda su espalda, los brazos y parte de las piernas. Emma corrió
Emma, antes de quedarse dormida, volvió a leer el grimorio de Endora y se centró en la parte en la que hablaba sobre lo importante que era no actuar por impulso o de forma visceral y siempre concentrarse en lo que quería crear a la hora de usar su magia. —Se me olvidó recordar esa parte cuando quemaba la cabaña y quedaba como una indigente —masculló en voz alta—. En mi defensa, no pensaba convertirme en una bruja cuando lo leí y solo quería saber lo que te había ocurrido para que yo acabara en este lugar.Esperó para ver si la voz de Endora se colaba en sus pensamientos como siempre, pero solo obtuvo el silencio. Comenzaba a sentirse preocupada por ella, no era normal que con todo lo ocurrido no se hubiera manifestado de alguna forma. También temía por su hermano. Solo esperaba que Ethan no viera los restos de la cabaña antes de que ella pudiera ponerse en contacto con él, ojalá pudiera hacerlo de la misma forma que lo hacía con Endora.Estaba frustrada, pero debía reconocer que to
Emma no sabía qué espíritu maligno se le metió en el cuerpo en el momento en que vio a Asher. Debía ser algún ente oscuro que la dejara sin dignidad porque no encontraba otra explicación. Debía aferrarse a esa idea porque si no lo hacía, debería abofetearse a sí misma por no tener control sobre su cuerpo. Apenas lo vio, lo único que logró hacer fue jadear su nombre como si le faltara el aire y correr hacia él. Sin pensarlo mucho, se lanzó sobre su cuerpo y le enredó los brazos en el cuello. Después de la forma en que la sacó de su habitación, lo único que podía esperar de él era que la lanzara por el aire como a una muñeca de trapo, pero Asher reaccionó con rapidez y la envolvió entre sus brazos. Su piel estaba cálida, no había rastro de la frialdad que sintió en su sueño y el brillo de esos ojos dorados, que parecían mirarla como si no la hubieran visto en años, estaban llenos de vida y no como en sus pesadillas.Antes de que pudiera entrar en razón y apartarse para al menos mostr
Ethan se estaba volviendo loco de tanta angustia. Lo primero que hizo, después de ver la cabaña en ruinas, fue ir a buscar a ese maldito alfa. En ese momento, nada ni nadie era capaz de quitarle su idea suicida de la mente. Si su hermana estaba herida o muerta, poco le importaba lanzarse de cabeza al mismo destino si eso significaba acabar con Asher. Tantos años escuchando las historias de su madre, tantas advertencias y habían hecho justo lo que no debían. Ethan se culpaba por lo sucedido, él debería haberla cuidado, pero también tenía muy claro que no era el único culpable. El primero en su lista era Asher y la segunda Tala. La traición de la omega le dolía más de lo que estaba dispuesto a reconocer, pero si ella hubiera respetado su decisión, él estaría muerto y su hermana a salvo. Por culpa de esa mujer, ahora no sabía nada de Emma y de nada había servido su intervención porque continuaba dispuesto a morir si con ello se llevaba también a Asher. Cuando se adentró en la zona