Ethan se estaba volviendo loco de tanta angustia. Lo primero que hizo, después de ver la cabaña en ruinas, fue ir a buscar a ese maldito alfa. En ese momento, nada ni nadie era capaz de quitarle su idea suicida de la mente. Si su hermana estaba herida o muerta, poco le importaba lanzarse de cabeza al mismo destino si eso significaba acabar con Asher. Tantos años escuchando las historias de su madre, tantas advertencias y habían hecho justo lo que no debían. Ethan se culpaba por lo sucedido, él debería haberla cuidado, pero también tenía muy claro que no era el único culpable. El primero en su lista era Asher y la segunda Tala. La traición de la omega le dolía más de lo que estaba dispuesto a reconocer, pero si ella hubiera respetado su decisión, él estaría muerto y su hermana a salvo. Por culpa de esa mujer, ahora no sabía nada de Emma y de nada había servido su intervención porque continuaba dispuesto a morir si con ello se llevaba también a Asher. Cuando se adentró en la zona
Emma pasó el resto de la noche dando vueltas en la cama, no se le quitaba de la cabeza las palabras de Asher y el comportamiento que tuvo con ella. ¿Sería cierto que lo que sentían era debido a la maldición de Endora? Ella ni siquiera se lo había planteado, no sabía cómo o cuando había ocurrido, pero estaba enamorada de él. Aunque, ¿qué sabía ella en realidad sobre el amor? Tal vez todo era una ilusión.«No es ninguna ilusión ni tampoco producto de mi maldición. ¡Ya estoy cansada de que todo el mundo me culpe hasta por lo que siente cuando respira —la voz de su tatarabuela resonó en su mente y Emma jadeó por la impresión—. No te asustes tanto, deberías estar acostumbrada a que aparezca de la nada». Emma farfulló una queja entre dientes y se levantó de la cama, el estómago le gruñía como si hiciera siglos que no comía y no pensaba quedarse en la cama a llorar sus penas. El día acababa de empezar y ella tenía que buscar a su hermano para asegurarse de que estaba bien. Los problemas
Una vez que tuvo el estómago lleno y, al ver que Asher no parecía que fuera a regresar a verla pronto, tomó el grimorio de Endora y comenzó a buscar el hechizo de visualización. —Sentarse en posición cómoda —leyó en voz alta, estaba sentada en la cama eso debería servir—. Concentrarse en la persona a la que quieres ver y con la que te quieres comunicar, buscar el enlace de conexión que los une y enfoca tus pensamientos en que suceda el encuentro. ¡Ja, qué fácil! —dijo con sarcasmo. Si fuera tan fácil hacer que las cosas sucedieran ella no estaría en aquella situación. Aun así, no pensaba rendirse antes de intentarlo. Se acomodó mejor en la cama, colocada en el centro cruzó sus piernas y cerró los ojos. Los primeros minutos le costó concentrarse y empezó a divagar en mil ideas, pero llegó un momento en el que consiguió visualizar solo a su hermano y comenzó a sentir. Esa conexión de la que el grimorio hablaba estaba ahí, incluso podía verla en su mente. Era la energía de su hermano,
Asher había pasado lo que restaba de noche fuera de su casa mientras recorría todo su territorio para aplacar los nervios. En todos los años que le tocó vivir la maldición de Endora, jamás le había pesado tanto como esa noche el no poder escapar de allí. No era capaz de quedarse en el interior de su hogar cuando su compañera estaba ahí a pocos metros de él. No después de casi haber enloquecido de nuevo. Si Emma no hubiera comenzado a recordarle lo que los llevó a esa situación y a estar heridos, ni siquiera le habría importado que todavía llevara sobre su cuerpo los restos de lo ocurrido. La habría tumbado en la cama porque era lo que deseaba… Y después se hubiera arrepentido. ¡Por supuesto que se iba a arrepentir, ella era una bruja! Pero ni saber eso lograba hacer entender a su mente y a su cuerpo que debía odiarla. Lo peor de todo era que ya no solo su lobo la deseaba, ahora también era el hombre y contra eso poco podía hacer. Cuando salió de la habitación donde habían instalad
—¡Endora no era su hija, yo lo sabría! Además, los brujos no se mezclan con otras razas y solo los que son de nivel inferior se aventuran fuera de sus territorios para evitar que los discrimine su propia gente —interrumpió Asher cada vez más confuso—. Lo que cuentas parece una historia muy diferente de la que todos conocemos. Isobel se acomodó aún más en el asiento y tomó una pose de superioridad que lo molestó, pero no dijo nada. —Alfa, disculpa que lo contradiga, pero usted sabe lo que quisimos que quedara registrado y nada más. Cuando la maldición cayó sobre nosotros, hubo parte de la historia que Radolf y yo decidimos borrar, teníamos la esperanza de que las heridas que mi compañero le infringió a la bruja fueran mortales y con su muerte todo quedara en un triste suceso, pero no fue así. »De esa forma, una vez que solucionáramos el desastre, podríamos negar la grave acusación de haber resguardado a la hija de Astron en nuestro territorio. En ese momento, no lo sabíamos, pero
Emma cerró la conexión con Asher y cayó derrotada sobre la cama. Las lágrimas le corrían libres por las mejillas, al parecer, aún le quedaban energía para llorar, pero no para hacer uso de su cuerpo. Se sentía demasiado agotada.Ahora comprendía a Endora cuando le decía que no siempre podía comunicarse con ella y que hacerlo conllevaba mucho esfuerzo. Se sentía como si hubiera sufrido una bajada brutal de azúcar y estuviera a punto de irse a visitar las puertas del cielo. Al menos, eso esperaba, acababa de percatarse de que el infierno lo estaba sufriendo en vida.Se colocó en posición fetal en la cama y lloró hasta que le dolió el pecho y la garganta. No sabía cómo había sido capaz de mantenerse en silencio sin delatar que estaba escuchándolo todo. Tampoco sabía qué parte de todo lo que escuchó le había dolido más. Era horrible. Las dudas la carcomieron por dentro. ¿Y si Endora fue capaz de hacer todo eso? De ser así, podía comprender el odio de la sanadora hacia ella, pero algo en
Asher acabaría por volverse loco. Después de la conversación con Isobel se había dicho a sí mismo que se mantendría alejado de Emma y de esa atracción que sentía por ella, al menos, hasta que lograra averiguar toda la verdad. Y allí estaba, desnudo y loco de celos. Más tarde, ajustaría algunas cuentas con Alaric y le pediría explicaciones sobre ese detalle de subir a su compañera en su lomo. Lo haría en ese mismo instante si no tuviera que ir a enfrentarse a su manada, pero en lugar de hacer lo que debía, en lo único en que pensaba era en borrarle a Emma cualquier olor de otro hombre que hubiera quedado impregnado en su cuerpo.Su compañera jadeó cuando se metió en la bañera y el aroma de su excitación se elevó en el aire. Él también estuvo a punto de gemir al sentirlo, era incapaz de alejarse y menos de resistirse a ella. Si aquel sentimiento tan irracional era parte de un hechizo, ya no sabía si quería despertar a la realidad. Podría vivir en el engaño si pudiera confiar en que e
Asher se dirigió con Alaric hacia el lugar donde estaba reunida su manada. Enseguida notó el ambiente cargado y dividido entre los que aprobaban su decisión de no haberse unido a Astrid y escoger a Emma y los que cuestionaban su decisión. Los ancianos de la manada estaban al frente y sabía que eso significaba que juzgarían sus acciones. Ya lo esperaba, pero también creía que si centraba su defensa en explicar que Emma era la bruja que rompería la maldición, el malestar cesaría. Con una rápida visual, se percató de que Astrid estaba allí junto a su familia y los lobos que siempre le habían causado problemas. Se encontraban detrás de los ancianos. Una presencia nueva llamó su atención y descubrió que, junto a Astrid, se encontraba el hermano de Emma. Su primer pensamiento fue alegrarse, en cuanto terminara la reunión hablaría con él para que viera a su hermana. En un par de días quizá, cuando se hubiera saciado de ella y quisiera dejarla salir de la habitación.Asher sonrió ante la p