Una vez que tuvo el estómago lleno y, al ver que Asher no parecía que fuera a regresar a verla pronto, tomó el grimorio de Endora y comenzó a buscar el hechizo de visualización. —Sentarse en posición cómoda —leyó en voz alta, estaba sentada en la cama eso debería servir—. Concentrarse en la persona a la que quieres ver y con la que te quieres comunicar, buscar el enlace de conexión que los une y enfoca tus pensamientos en que suceda el encuentro. ¡Ja, qué fácil! —dijo con sarcasmo. Si fuera tan fácil hacer que las cosas sucedieran ella no estaría en aquella situación. Aun así, no pensaba rendirse antes de intentarlo. Se acomodó mejor en la cama, colocada en el centro cruzó sus piernas y cerró los ojos. Los primeros minutos le costó concentrarse y empezó a divagar en mil ideas, pero llegó un momento en el que consiguió visualizar solo a su hermano y comenzó a sentir. Esa conexión de la que el grimorio hablaba estaba ahí, incluso podía verla en su mente. Era la energía de su hermano,
Asher había pasado lo que restaba de noche fuera de su casa mientras recorría todo su territorio para aplacar los nervios. En todos los años que le tocó vivir la maldición de Endora, jamás le había pesado tanto como esa noche el no poder escapar de allí. No era capaz de quedarse en el interior de su hogar cuando su compañera estaba ahí a pocos metros de él. No después de casi haber enloquecido de nuevo. Si Emma no hubiera comenzado a recordarle lo que los llevó a esa situación y a estar heridos, ni siquiera le habría importado que todavía llevara sobre su cuerpo los restos de lo ocurrido. La habría tumbado en la cama porque era lo que deseaba… Y después se hubiera arrepentido. ¡Por supuesto que se iba a arrepentir, ella era una bruja! Pero ni saber eso lograba hacer entender a su mente y a su cuerpo que debía odiarla. Lo peor de todo era que ya no solo su lobo la deseaba, ahora también era el hombre y contra eso poco podía hacer. Cuando salió de la habitación donde habían instalad
—¡Endora no era su hija, yo lo sabría! Además, los brujos no se mezclan con otras razas y solo los que son de nivel inferior se aventuran fuera de sus territorios para evitar que los discrimine su propia gente —interrumpió Asher cada vez más confuso—. Lo que cuentas parece una historia muy diferente de la que todos conocemos. Isobel se acomodó aún más en el asiento y tomó una pose de superioridad que lo molestó, pero no dijo nada. —Alfa, disculpa que lo contradiga, pero usted sabe lo que quisimos que quedara registrado y nada más. Cuando la maldición cayó sobre nosotros, hubo parte de la historia que Radolf y yo decidimos borrar, teníamos la esperanza de que las heridas que mi compañero le infringió a la bruja fueran mortales y con su muerte todo quedara en un triste suceso, pero no fue así. »De esa forma, una vez que solucionáramos el desastre, podríamos negar la grave acusación de haber resguardado a la hija de Astron en nuestro territorio. En ese momento, no lo sabíamos, pero
Emma cerró la conexión con Asher y cayó derrotada sobre la cama. Las lágrimas le corrían libres por las mejillas, al parecer, aún le quedaban energía para llorar, pero no para hacer uso de su cuerpo. Se sentía demasiado agotada.Ahora comprendía a Endora cuando le decía que no siempre podía comunicarse con ella y que hacerlo conllevaba mucho esfuerzo. Se sentía como si hubiera sufrido una bajada brutal de azúcar y estuviera a punto de irse a visitar las puertas del cielo. Al menos, eso esperaba, acababa de percatarse de que el infierno lo estaba sufriendo en vida.Se colocó en posición fetal en la cama y lloró hasta que le dolió el pecho y la garganta. No sabía cómo había sido capaz de mantenerse en silencio sin delatar que estaba escuchándolo todo. Tampoco sabía qué parte de todo lo que escuchó le había dolido más. Era horrible. Las dudas la carcomieron por dentro. ¿Y si Endora fue capaz de hacer todo eso? De ser así, podía comprender el odio de la sanadora hacia ella, pero algo en
Asher acabaría por volverse loco. Después de la conversación con Isobel se había dicho a sí mismo que se mantendría alejado de Emma y de esa atracción que sentía por ella, al menos, hasta que lograra averiguar toda la verdad. Y allí estaba, desnudo y loco de celos. Más tarde, ajustaría algunas cuentas con Alaric y le pediría explicaciones sobre ese detalle de subir a su compañera en su lomo. Lo haría en ese mismo instante si no tuviera que ir a enfrentarse a su manada, pero en lugar de hacer lo que debía, en lo único en que pensaba era en borrarle a Emma cualquier olor de otro hombre que hubiera quedado impregnado en su cuerpo.Su compañera jadeó cuando se metió en la bañera y el aroma de su excitación se elevó en el aire. Él también estuvo a punto de gemir al sentirlo, era incapaz de alejarse y menos de resistirse a ella. Si aquel sentimiento tan irracional era parte de un hechizo, ya no sabía si quería despertar a la realidad. Podría vivir en el engaño si pudiera confiar en que e
Asher se dirigió con Alaric hacia el lugar donde estaba reunida su manada. Enseguida notó el ambiente cargado y dividido entre los que aprobaban su decisión de no haberse unido a Astrid y escoger a Emma y los que cuestionaban su decisión. Los ancianos de la manada estaban al frente y sabía que eso significaba que juzgarían sus acciones. Ya lo esperaba, pero también creía que si centraba su defensa en explicar que Emma era la bruja que rompería la maldición, el malestar cesaría. Con una rápida visual, se percató de que Astrid estaba allí junto a su familia y los lobos que siempre le habían causado problemas. Se encontraban detrás de los ancianos. Una presencia nueva llamó su atención y descubrió que, junto a Astrid, se encontraba el hermano de Emma. Su primer pensamiento fue alegrarse, en cuanto terminara la reunión hablaría con él para que viera a su hermana. En un par de días quizá, cuando se hubiera saciado de ella y quisiera dejarla salir de la habitación.Asher sonrió ante la p
Tala tenía el deber, como el resto de miembros de la manada, de asistir cuando se convocaban reuniones. Siempre iba sola, su familia ni siquiera la miraba y ella solía colocarse en algún rincón alejado para pasar desapercibida. Aunque eso poco importaba, así se hubiera colocado al frente, nadie se daría cuenta de su presencia. Desde la última conversación con Ethan, no había vuelto a hablar con él y no podía fingir que aquello no la estaba desgarrando por dentro. Había sido muy estúpida al enamorarse de ese lobo y pensar que la aceptaría porque él también tuvo un cambio difícil. Era un alfa, quién lo hubiera dicho. Solo por eso se sentía aún más estúpida. Una loba que no era capaz ni de transformarse aspirando a un alfa.Solo ella podía tener tan mal ojo para los hombres. No era la primera vez que le sucedía, una década atrás se dejó seducir por uno de los lobos y en cuanto ese hombre consiguió lo que quería, la abandonó. La convirtió en presa fácil, cuando recién ocurrió, muchos
La sombra oscura la cercaba cada vez más y supo que intentaba internarse en ella, pero todo su ser y sus propios ancestros, repelían esa maldad. Luchó contra ella sin lograrlo. Aceptar sus poderes y saber manejarlos eran cosas distintas. No tenía la menor idea de cómo enfrentar algo tan fuerte como el ser que la tenía sujeta.—¡Detente! —pidió como si con eso lograra contenerlo y escuchó las carcajadas en su mente. El humo tomó forma de un hombre sin rostro y Emma tembló de miedo.—Mi hija fue muy inteligente al esconder de mí a todo su linaje, pero cometió un error, yo soy más poderoso. Pensó que estaría muerto cuando la magia volvería a resurgir y como ves, aquí estoy —la voz cavernosa y maligna resonó en la habitación, pero Emma sabía que en realidad solo se escuchaba en su mente. —Astron —masculló y al pronunciar su nombre sintió su cuerpo tensarse, pero no lo demostró—. ¡Vuelve a tu cueva, maldito! ¡Debería darte vergüenza lo que le hiciste a tu propia hija! —Emma intentó atac