Cuando salieron de la casa del alfa, Ethan llevaba la cabeza del beta en las manos como si fuera un trofeo. El silencio que había rodeado la manada cuando entraron se había convertido en gritos de alegría al verse libre. Al escuchar la lucha con los guardias, la gente salió de sus casas y se unió a la ellos en la lucha.Al fin tenían una oportunidad de ser libres y ninguno desaprovechó esa oportunidad. Ethan miró a su compañera, las dos mujeres que habían rescatado se aferraban a ella con tanta fuerza que casi no la dejaban caminar, pero Tala las mantenía a su lado y les repetía una y otra vez que eran libres y nadie volvería a hacerles daño. La mayoría de los guardias estaban muertos y los pocos que quedaban vivos sufrían los golpes que le daban las mismas personas que antes tuvieron bajo su poder. —Pensé que íbamos a intentar que no hubiera muertes innecesarias —murmuró cuando Ethan llegó junto a Asher. Su cuñado miró la cabeza que traía y elevó una ceja—. Dije innecesarias, aca
Ethan salió detrás de su compañera que, por la rapidez con la que se movía, tenía muchas ganas de escapar. La hubiera alcanzado si la gente de la manada, su gente ahora, no lo hubiera detenido una y otra vez para darle las gracias. Muchos se veían preocupados, él no había aceptado el cargo de ser su alfa de manera formal, pero la realidad era que no lo esperaba. Su plan había sido liberarlos y regresar. No quería tomar una decisión así y menos sin consultarla con su compañera. Pero cuanto más veía sus rostros, más se daba cuenta de lo necesitado que era allí y una parte de él supo que era su lugar.No era que la idea no le agradara, desde que su lobo había despertado sus instintos de alfa eran una parte de sí mismo que no podía suprimir y odiaba estar bajo el mando de otro. Por más que ese otro fuese su cuñado y tuviera que admitir que había llegado a caerle bien ese imbécil.Si su compañera quería regresar ahora que Asher había decidido desterrar a su familia, él la seguiría por má
A pesar de que Asher y Emma tenían que regresar a su manada, se quedaron con ellos para que su melliza pudiera ayudar a la gente que Astron había dañado. La recuperación no fue fácil; llevaban demasiado tiempo esclavizados sin sus lobos, pero eso no detuvo a su testaruda hermana. Al contrario, la motivó a seguir adelante hasta que cada uno de ellos restauró su identidad.Ellos solo pudieron quedarse una semana, pero fue suficiente para que asistieran a su ceremonia de emparejamiento dónde Ethan, por fin, reclamó a su compañera como su Luna. Ser un alfa en una manada de personas que habían sufrido demasiado no fue fácil al principio, si bien estaban deseosos de un nuevo comienzo y querían dejar el infierno vivido atrás, muchas cosas debían cambiar para que eso fuera posible. Las mujeres de la manada volvieron a tener voz y voto y eran libres de escoger a sus compañeros sin que nadie las obligara, pero la mayoría tenía miedo de recuperar sus vidas. Las uniones forzadas fueron lo más c
Dos años después…Tala amaba a su compañero, pero en esos momentos lo odiaba y mucho. —¡Por la diosa, esto se veía más fácil en las otras mujeres! —gritó con desesperación cuando una nueva contracción invadió su vientre y el dolor le recorrió hasta la columna. Más de un año había tardado en embarazarse y no porque Ethan y ella no pusieran empeño. Con el pasar de los meses y que no sucediera tan rápido, la hizo llegar a pensar que algo estaba mal ella, pero la sanadora de la manada le dijo una y otra vez que todo estaba bien y que no tenía problemas de fertilidad. Un grito escapó de su garganta cuando un nuevo pinchazo endureció su vientre. Nadie le avisó de que aquello dolía tanto. —Apártate, ¡le estás haciendo daño! —ordenó Ethan y empujó a la sanadora sin miramientos para colocarse en su lugar. Cuando miró entre sus piernas, el rubor a causa de los nervios que había acompañado a su compañero las horas que llevaba en la habitación, desapareció para dar a su piel un tono cetrino
El viento le azotaba el rostro con fuerza. Mientras, Emma corría con su hermano mellizo tras ella. Se habían escapado de la vigilancia de su madre por culpa de esa voz que llevaba días acosándola y, sin darse cuenta, ambos se internaron en el bosque. En ese instante, una fuerte tormenta amenazaba con soltar toda su furia sobre la tierra hasta empaparlos.—¡Date prisa, Ethan, corre más rápido! —lo incitó Emma al notar que su hermano se había tropezado con una piedra y se había detenido.—No puedo correr —jadeó el niño de ocho años, con su rizado cabello pelirrojo revuelto y se llevó la mano al tobillo—. Me duele mucho.Emma miró por unos segundos hacia la dirección donde se encontraba la pequeña casa donde vivían. Estaban cada vez más cerca, pero, por momentos, el camino parecía deformarse y el humo de la chimenea se filtraba por el tubo del techo dándole un aspecto siniestro que le provocó un escalofrío.Su madre no les permitía adentrarse en el bosque y, hasta ese instante, siempre h
Diecisiete años después…—Un gran viaje comienza cuando das un primer paso hacia tu destino y estoy segura de que vamos en el camino correcto —murmuró Emma ante la mirada cansada de su hermano.Puede que se estuviera tomando con demasiada seriedad aquel cambio y que estuviera más filosófica que de costumbre, pero en el último año su existencia había sido un caos.A sus veinticinco años, ambos hermanos se sentían perdidos. Sus vidas transcurrieron en la soledad de su cabaña junto al bosque, alejados de la sociedad y bajo la estricta vigilancia de su fallecida madre.La última petición que les hizo fue que se mantuvieran en aquel lugar, que no salieran del bosque y que siempre estuvieran unidos. Al menos, continuaban juntos, en eso no le habían fallado.—Quien no arriesga no gana, ¿no? —Ethan repitió las mismas palabras que Emma le había estado diciendo sin parar durante el último mes—. Quizá mamá exageraba, hemos llegado hasta aquí y quitando esa mirada apreciativa que me echó aquella
La amable anciana no mintió cuando les dijo que ella los llevaría. Les permitió cargar sus pertenencias en el coche y Emma se sentó en el asiento del copiloto a pesar de las expresiones de enfado de su hermano.Ethan era demasiado sobreprotector con ella, siempre lo había sido, pero desde que su madre falleció ese comportamiento se incrementó de forma considerable.Al parecer, a su hermano la adorable anciana le causaba escalofríos y solo accedió a que los llevara porque no tenían otra opción. En algún momento, no supo precisar si habían pasado minutos u horas desde que entraron al coche, ambos se quedaron dormidos.Fue muy extraño, al menos lo era para su hermano ya que él no bajaría tanto sus defensas como para caer en un sueño profundo, pero Emma lo achacó al cansancio del viaje desde Pensilvania a Alaska. Cuando abrió los ojos, el paisaje que había a su alrededor ya no era el de la ciudad.Se encontraban en mitad de las montañas, en una carretera estrecha y con una vista de riscos
Emma sabía que no debía mirar, que era de una pésima educación que sus ojos se movieran de forma involuntaria hacia el miembro viril de ese hombre desnudo. Aunque llamarlo miembro era no darle la importancia adecuada, quizá debía llamarlo un arma de destrucción masiva, un garrote enorme, ¡un hacha! Eso era, ese hombre podría romper troncos con eso que llevaba entre las piernas.Jamás había visto algo así, aunque debía reconocer que su experiencia viendo esas partes del cuerpo masculino eran escasas, o mejor sería decir que eran nulas. Puede que hubiera crecido con su hermano Ethan, pero a ella nunca se le ocurrió pedirle que le mostrara lo que ocultaban los hombres. A Emma lo referente al sexo masculino no le había llamado la atención.Hasta ese momento, porque ese portento de masculinidad que tenía frente a ella la atraía de una forma que no podía explicar con palabras.Quizá se estaba mintiendo a sí misma. Emma podría haber crecido en una familia monoparental, no había tenido un pad