La tierra alrededor del pentagrama comenzó a elevarse como lianas y se hicieron sólidas. Ordenó a su magia atarle los pies y las manos porque Astron debía estar en un cuerpo cuando ella recitara el conjuro. Para eso, tenía que acercarse lo suficiente y tocarlo, era la parte que más miedo le daba, pero si lo inmovilizaba él no podría hacerle daño. Cuando las lianas se enredaron en sus tobillos y muñecas, lo último que esperó fue escuchar la carcajada de su hermano. Su mirada era cruel y fría, no había nada de Ethan debajo de toda aquella maldad que levitaba a su alrededor. —Eres débil, Emma, igual que Endora. Nunca podrás vencerme como ella tampoco pudo —sus palabras la golpearon, pero se mantuvo con la vista desafiante fija en él. —Una bruja débil te engañó y te inutilizó para que quedaras atrapado, ¿qué puede decir eso de ti? —No debía entrar en su juego, la manipulaba, pero él había estado en su interior y la conocía.Sabía sus sentimientos, sus pensamientos y, por desgracia, p
Ethan tardó en recuperarse una semana. Después de que su hermana acabara con Astron, perdió el conocimiento, pero Emma y su compañera no lo dejaron solo ni un solo segundo. Cada vez que abría los ojos una de ellas estaba a su lado. Su lobo hizo gran parte del trabajo ayudándolo a mejorar, pero saber que esa amenaza estaba erradicada y que su hermana ya no tendría de que preocuparse más por eso, hacía que no pudiera arrepentirse de lo ocurrido por más doloroso que hubiera sido. Tala y él hablaron durante horas mientras estuvo en cama y consciente. Puede que a él le hubiese gustado hacer más que hablar, estaba cansado de que lo trataran como si fuera a romperse en cualquier momento o como si su mente pudiera enloquecer por cualquier estímulo. Lo ocurrido había sido traumático y más porque había pedazos de su memoria que estaban vacíos. Tala le contó casi todo lo que ella sabía, aunque insistía mucho en dejar todo atrás y no darle ese poder a Astron. La comprendía, martirizarse por
Regresar a aquel lugar no fue fácil por más que ahora lo hicieran en compañía. Incluso su familia estaba allí. Padre, madre y hermanos y lo peor, fingían que nunca la despreciaron.Se comportaban como si fueran una familia feliz porque de un día para otro ya no era la hija de la que tenían que avergonzarse. Ahora estaba emparentada con el Asher y su Luna. Su familia era despreciable.—Cariño, deja de mirarlos como si quisieras atravesarlos con una espada, cortarlos a pedacitos y esparcir sus trozos por el monte —murmuró Ethan junto a su oído y sus labios le tocaron en lóbulo de la oreja provocándole un escalofrío—. Eso puedes hacerlo después. Una vez que acabe la batalla yo te ayudaré con mucho gusto.—Es que no puedo creer que se comporten como si nunca me hubieran hecho nada y ahora se presenten voluntarios a esta lucha porque su «adorada hija» fue retenida en contra de su voluntad. —Tala dejó caer la espalda en el torso de Ethan y él la abrazó por la cintura—. Me molesta que de la
Cuando salieron de la casa del alfa, Ethan llevaba la cabeza del beta en las manos como si fuera un trofeo. El silencio que había rodeado la manada cuando entraron se había convertido en gritos de alegría al verse libre. Al escuchar la lucha con los guardias, la gente salió de sus casas y se unió a la ellos en la lucha.Al fin tenían una oportunidad de ser libres y ninguno desaprovechó esa oportunidad. Ethan miró a su compañera, las dos mujeres que habían rescatado se aferraban a ella con tanta fuerza que casi no la dejaban caminar, pero Tala las mantenía a su lado y les repetía una y otra vez que eran libres y nadie volvería a hacerles daño. La mayoría de los guardias estaban muertos y los pocos que quedaban vivos sufrían los golpes que le daban las mismas personas que antes tuvieron bajo su poder. —Pensé que íbamos a intentar que no hubiera muertes innecesarias —murmuró cuando Ethan llegó junto a Asher. Su cuñado miró la cabeza que traía y elevó una ceja—. Dije innecesarias, aca
Ethan salió detrás de su compañera que, por la rapidez con la que se movía, tenía muchas ganas de escapar. La hubiera alcanzado si la gente de la manada, su gente ahora, no lo hubiera detenido una y otra vez para darle las gracias. Muchos se veían preocupados, él no había aceptado el cargo de ser su alfa de manera formal, pero la realidad era que no lo esperaba. Su plan había sido liberarlos y regresar. No quería tomar una decisión así y menos sin consultarla con su compañera. Pero cuanto más veía sus rostros, más se daba cuenta de lo necesitado que era allí y una parte de él supo que era su lugar.No era que la idea no le agradara, desde que su lobo había despertado sus instintos de alfa eran una parte de sí mismo que no podía suprimir y odiaba estar bajo el mando de otro. Por más que ese otro fuese su cuñado y tuviera que admitir que había llegado a caerle bien ese imbécil.Si su compañera quería regresar ahora que Asher había decidido desterrar a su familia, él la seguiría por má
A pesar de que Asher y Emma tenían que regresar a su manada, se quedaron con ellos para que su melliza pudiera ayudar a la gente que Astron había dañado. La recuperación no fue fácil; llevaban demasiado tiempo esclavizados sin sus lobos, pero eso no detuvo a su testaruda hermana. Al contrario, la motivó a seguir adelante hasta que cada uno de ellos restauró su identidad.Ellos solo pudieron quedarse una semana, pero fue suficiente para que asistieran a su ceremonia de emparejamiento dónde Ethan, por fin, reclamó a su compañera como su Luna. Ser un alfa en una manada de personas que habían sufrido demasiado no fue fácil al principio, si bien estaban deseosos de un nuevo comienzo y querían dejar el infierno vivido atrás, muchas cosas debían cambiar para que eso fuera posible. Las mujeres de la manada volvieron a tener voz y voto y eran libres de escoger a sus compañeros sin que nadie las obligara, pero la mayoría tenía miedo de recuperar sus vidas. Las uniones forzadas fueron lo más c
Dos años después…Tala amaba a su compañero, pero en esos momentos lo odiaba y mucho. —¡Por la diosa, esto se veía más fácil en las otras mujeres! —gritó con desesperación cuando una nueva contracción invadió su vientre y el dolor le recorrió hasta la columna. Más de un año había tardado en embarazarse y no porque Ethan y ella no pusieran empeño. Con el pasar de los meses y que no sucediera tan rápido, la hizo llegar a pensar que algo estaba mal ella, pero la sanadora de la manada le dijo una y otra vez que todo estaba bien y que no tenía problemas de fertilidad. Un grito escapó de su garganta cuando un nuevo pinchazo endureció su vientre. Nadie le avisó de que aquello dolía tanto. —Apártate, ¡le estás haciendo daño! —ordenó Ethan y empujó a la sanadora sin miramientos para colocarse en su lugar. Cuando miró entre sus piernas, el rubor a causa de los nervios que había acompañado a su compañero las horas que llevaba en la habitación, desapareció para dar a su piel un tono cetrino
El viento le azotaba el rostro con fuerza. Mientras, Emma corría con su hermano mellizo tras ella. Se habían escapado de la vigilancia de su madre por culpa de esa voz que llevaba días acosándola y, sin darse cuenta, ambos se internaron en el bosque. En ese instante, una fuerte tormenta amenazaba con soltar toda su furia sobre la tierra hasta empaparlos.—¡Date prisa, Ethan, corre más rápido! —lo incitó Emma al notar que su hermano se había tropezado con una piedra y se había detenido.—No puedo correr —jadeó el niño de ocho años, con su rizado cabello pelirrojo revuelto y se llevó la mano al tobillo—. Me duele mucho.Emma miró por unos segundos hacia la dirección donde se encontraba la pequeña casa donde vivían. Estaban cada vez más cerca, pero, por momentos, el camino parecía deformarse y el humo de la chimenea se filtraba por el tubo del techo dándole un aspecto siniestro que le provocó un escalofrío.Su madre no les permitía adentrarse en el bosque y, hasta ese instante, siempre h