El viento le azotaba el rostro con fuerza. Mientras, Emma corría con su hermano mellizo tras ella. Se habían escapado de la vigilancia de su madre por culpa de esa voz que llevaba días acosándola y, sin darse cuenta, ambos se internaron en el bosque. En ese instante, una fuerte tormenta amenazaba con soltar toda su furia sobre la tierra hasta empaparlos.—¡Date prisa, Ethan, corre más rápido! —lo incitó Emma al notar que su hermano se había tropezado con una piedra y se había detenido.—No puedo correr —jadeó el niño de ocho años, con su rizado cabello pelirrojo revuelto y se llevó la mano al tobillo—. Me duele mucho.Emma miró por unos segundos hacia la dirección donde se encontraba la pequeña casa donde vivían. Estaban cada vez más cerca, pero, por momentos, el camino parecía deformarse y el humo de la chimenea se filtraba por el tubo del techo dándole un aspecto siniestro que le provocó un escalofrío.Su madre no les permitía adentrarse en el bosque y, hasta ese instante, siempre h
Diecisiete años después…—Un gran viaje comienza cuando das un primer paso hacia tu destino y estoy segura de que vamos en el camino correcto —murmuró Emma ante la mirada cansada de su hermano.Puede que se estuviera tomando con demasiada seriedad aquel cambio y que estuviera más filosófica que de costumbre, pero en el último año su existencia había sido un caos.A sus veinticinco años, ambos hermanos se sentían perdidos. Sus vidas transcurrieron en la soledad de su cabaña junto al bosque, alejados de la sociedad y bajo la estricta vigilancia de su fallecida madre.La última petición que les hizo fue que se mantuvieran en aquel lugar, que no salieran del bosque y que siempre estuvieran unidos. Al menos, continuaban juntos, en eso no le habían fallado.—Quien no arriesga no gana, ¿no? —Ethan repitió las mismas palabras que Emma le había estado diciendo sin parar durante el último mes—. Quizá mamá exageraba, hemos llegado hasta aquí y quitando esa mirada apreciativa que me echó aquella
La amable anciana no mintió cuando les dijo que ella los llevaría. Les permitió cargar sus pertenencias en el coche y Emma se sentó en el asiento del copiloto a pesar de las expresiones de enfado de su hermano.Ethan era demasiado sobreprotector con ella, siempre lo había sido, pero desde que su madre falleció ese comportamiento se incrementó de forma considerable.Al parecer, a su hermano la adorable anciana le causaba escalofríos y solo accedió a que los llevara porque no tenían otra opción. En algún momento, no supo precisar si habían pasado minutos u horas desde que entraron al coche, ambos se quedaron dormidos.Fue muy extraño, al menos lo era para su hermano ya que él no bajaría tanto sus defensas como para caer en un sueño profundo, pero Emma lo achacó al cansancio del viaje desde Pensilvania a Alaska. Cuando abrió los ojos, el paisaje que había a su alrededor ya no era el de la ciudad.Se encontraban en mitad de las montañas, en una carretera estrecha y con una vista de riscos
Emma sabía que no debía mirar, que era de una pésima educación que sus ojos se movieran de forma involuntaria hacia el miembro viril de ese hombre desnudo. Aunque llamarlo miembro era no darle la importancia adecuada, quizá debía llamarlo un arma de destrucción masiva, un garrote enorme, ¡un hacha! Eso era, ese hombre podría romper troncos con eso que llevaba entre las piernas.Jamás había visto algo así, aunque debía reconocer que su experiencia viendo esas partes del cuerpo masculino eran escasas, o mejor sería decir que eran nulas. Puede que hubiera crecido con su hermano Ethan, pero a ella nunca se le ocurrió pedirle que le mostrara lo que ocultaban los hombres. A Emma lo referente al sexo masculino no le había llamado la atención.Hasta ese momento, porque ese portento de masculinidad que tenía frente a ella la atraía de una forma que no podía explicar con palabras.Quizá se estaba mintiendo a sí misma. Emma podría haber crecido en una familia monoparental, no había tenido un pad
Asher los vio alejarse hacia esa casa sin poder pronunciar ni una sola palabra. Su beta lo sujetaba del brazo con fuerza, aunque si él quisiera soltarse y matar a los intrusos nadie podría detenerlo.Lo único que podría impedirlo sería la casa, porque tenía bastante claro que la protección mágica seguía en pie y no le permitiría entrar. Esa construcción no había permitido que un solo lobo se acercara y esos extraños podían acceder a ella con libertad.En ese instante, lo único que quería era mantener las emociones contradictorias bajo control. Su mente le decía una cosa y su lobo se empeñaba en llevarle la contraria.Nunca, hasta ese momento, estuvo tan en contra de lo que su lobo interno le pedía y menos le costó controlarlo. Estaba fuera de sí y su beta lo sabía, su amigo se daba cuenta del debate interno que estaba viviendo.—Quiero que se vayan hoy mismo —graznó con los dientes apretados mientras sentía que el lobo se negaba a esa petición.—Alfa, no quiero rebatir sus órdenes, pe
Emma tenía tanto miedo que no rechistó y corrió detrás de Ethan para escapar de aquella casa y del extraño pueblo, pero su capacidad física no era tan buena como la de su hermano. Aunque Ethan cargó la maleta más pesada, el peso de la suya la ralentizaba demasiado y hacía que fuera difícil subir la pequeña cuesta que daba salida a la propiedad. El frío, el miedo, la nieve y que sentía que le faltaba el aire, no le pusieron las cosas fáciles, pero su peor enemigo fue el hielo. Emma sintió como sus pies se deslizaban, intentó mantenerse en pie sosteniéndose de la maleta sin mucho éxito y tras varios tropiezos acabó tirada en el suelo nevado. —¡Vete, Ethan! —le pidió como si se ofreciera a un sacrificio—. Yo te seguiré después, pero si no lo hago continúa sin mí. Un recuerdo extraño invadió su mente, como un dejavú. Vio la imagen de su hermano muchos años antes, cuando tenían ocho años. Ambos corrían por el bosque que les había dado cobijo en Pensilvania cuando él tropezó. El rostro q
Asher no quiso mirar hacia atrás y ver el rostro aterrado de Emma. Se sentía furioso consigo mismo y más con su lobo. Por unos instantes, al verla suplicando, sintió compasión de ella y estuvo a punto de consolarla. Si no fuera por el intenso gruñido de su prometida, habría cometido una locura y la hubiera abrazado. ¡Abrazar a una bruja! ¡Jamás!Pero ¿y si no lo era? Asher no podía quitarse ese pensamiento de la mente. Los nuevos miembros del pueblo parecían solo dos humanos comunes y bastante asustados, pero había algo en ellos que no encajaba. Aunque eso era una apreciación personal, sería la primera vez que interactuara con un humano, quizás todos ellos tenían ese extraño aroma y él no lo sabía.La idea de que fueran inocentes y que hubiesen llegado allí por casualidad turbó sus pensamientos, pero enseguida lo desestimó. Eso no era posible, nadie podía entrar o salir de Silvershade Summit y menos un humano. En cuanto llegaran a su casa interrogaría a la bruja y saldría de dudas.Lo
Emma debería estar asustada, queriendo huir y muy preocupada por la situación que estaba viviendo, pero, en lugar de eso, estaba en aquella cálida habitación, con el hombre más atractivo que había visto en su corta vida y lo miraba como una tonta enamorada mientras él se encontraba demasiado cerca de su cuerpo.Asher estaba tan cerca que podía sentir el calor de su aliento sobre los labios. Si su hermano la estuviera viendo en ese momento le daría un golpe con la palma de la mano en la nuca con tal de hacerla reaccionar.¡Por Dios, Ethan! ¡¿Cómo se había olvidado de su hermano?! Ella debería estar dando gritos y exigiendo que la sacaran de allí y la llevaran con él, pero el lugar de hacer eso se encontraba sosteniéndose del escritorio porque sentía que le fallaban las piernas.Todo se silenció, no hubo más preguntas de Asher ni tampoco Emma logró llenar el silencio con una inagotable verborrea. En aquel momento, ella solo podía sentir el calor que emanaba del cuerpo de ese hombre que