Asher acabaría por volverse loco. Después de la conversación con Isobel se había dicho a sí mismo que se mantendría alejado de Emma y de esa atracción que sentía por ella, al menos, hasta que lograra averiguar toda la verdad. Y allí estaba, desnudo y loco de celos. Más tarde, ajustaría algunas cuentas con Alaric y le pediría explicaciones sobre ese detalle de subir a su compañera en su lomo. Lo haría en ese mismo instante si no tuviera que ir a enfrentarse a su manada, pero en lugar de hacer lo que debía, en lo único en que pensaba era en borrarle a Emma cualquier olor de otro hombre que hubiera quedado impregnado en su cuerpo.Su compañera jadeó cuando se metió en la bañera y el aroma de su excitación se elevó en el aire. Él también estuvo a punto de gemir al sentirlo, era incapaz de alejarse y menos de resistirse a ella. Si aquel sentimiento tan irracional era parte de un hechizo, ya no sabía si quería despertar a la realidad. Podría vivir en el engaño si pudiera confiar en que e
Asher se dirigió con Alaric hacia el lugar donde estaba reunida su manada. Enseguida notó el ambiente cargado y dividido entre los que aprobaban su decisión de no haberse unido a Astrid y escoger a Emma y los que cuestionaban su decisión. Los ancianos de la manada estaban al frente y sabía que eso significaba que juzgarían sus acciones. Ya lo esperaba, pero también creía que si centraba su defensa en explicar que Emma era la bruja que rompería la maldición, el malestar cesaría. Con una rápida visual, se percató de que Astrid estaba allí junto a su familia y los lobos que siempre le habían causado problemas. Se encontraban detrás de los ancianos. Una presencia nueva llamó su atención y descubrió que, junto a Astrid, se encontraba el hermano de Emma. Su primer pensamiento fue alegrarse, en cuanto terminara la reunión hablaría con él para que viera a su hermana. En un par de días quizá, cuando se hubiera saciado de ella y quisiera dejarla salir de la habitación.Asher sonrió ante la p
Tala tenía el deber, como el resto de miembros de la manada, de asistir cuando se convocaban reuniones. Siempre iba sola, su familia ni siquiera la miraba y ella solía colocarse en algún rincón alejado para pasar desapercibida. Aunque eso poco importaba, así se hubiera colocado al frente, nadie se daría cuenta de su presencia. Desde la última conversación con Ethan, no había vuelto a hablar con él y no podía fingir que aquello no la estaba desgarrando por dentro. Había sido muy estúpida al enamorarse de ese lobo y pensar que la aceptaría porque él también tuvo un cambio difícil. Era un alfa, quién lo hubiera dicho. Solo por eso se sentía aún más estúpida. Una loba que no era capaz ni de transformarse aspirando a un alfa.Solo ella podía tener tan mal ojo para los hombres. No era la primera vez que le sucedía, una década atrás se dejó seducir por uno de los lobos y en cuanto ese hombre consiguió lo que quería, la abandonó. La convirtió en presa fácil, cuando recién ocurrió, muchos
La sombra oscura la cercaba cada vez más y supo que intentaba internarse en ella, pero todo su ser y sus propios ancestros, repelían esa maldad. Luchó contra ella sin lograrlo. Aceptar sus poderes y saber manejarlos eran cosas distintas. No tenía la menor idea de cómo enfrentar algo tan fuerte como el ser que la tenía sujeta.—¡Detente! —pidió como si con eso lograra contenerlo y escuchó las carcajadas en su mente. El humo tomó forma de un hombre sin rostro y Emma tembló de miedo.—Mi hija fue muy inteligente al esconder de mí a todo su linaje, pero cometió un error, yo soy más poderoso. Pensó que estaría muerto cuando la magia volvería a resurgir y como ves, aquí estoy —la voz cavernosa y maligna resonó en la habitación, pero Emma sabía que en realidad solo se escuchaba en su mente. —Astron —masculló y al pronunciar su nombre sintió su cuerpo tensarse, pero no lo demostró—. ¡Vuelve a tu cueva, maldito! ¡Debería darte vergüenza lo que le hiciste a tu propia hija! —Emma intentó atac
Un silencio sepulcral rodeó la reunión en cuanto se dieron cuenta de la presencia de Emma y desviaron su atención de la lucha que ocurría frente a ellos. Asher estaba aturdido por el poder que emanaba de su compañera y por la ira que le trasmitía a través del vínculo. Eso le dio la ventaja a Ethan para agarrarlo desprevenido y liberarse. Un pensamiento intrusivo, que lo sintió como una puñalada, se instaló en su mente. ¿Habría aparecido desnuda frente a todos para distraerlo? ¿Lo quería muerto? ¡Claro que lo deseaba sin vida! Y para mayor placer, esa mujer deseaba que muriera a manos de su hermano. Era un imbécil por intentar creer que, a pesar de ser una bruja, ella podría ser diferente. El deseo que sentía por Emma lo había cegado, pero ya no volvería a ser tan estúpido. —¡Estás muerto, alfa! —se mofó Ethan mientras apretaba sus garras sobre su pecho. No le daría el gusto de morir ese día y ya vería cómo lidiaba con la bruja después. Por más que intentó odiarla de nuevo, desc
Emma se desplomó en los brazos de su compañero y el aire se escapó de sus pulmones en un suspiro entrecortado. Tenía la visión borrosa y el dolor era insoportable, pero había logrado llegar a tiempo para proteger a Asher. Su sangre empezó a manchar la tierra y el olor ferroso llenó el aire. Asher rugió con una mezcla de ira y terror. Su hermano, tomó su forma humana con rapidez y, con los ojos desorbitados y una expresión de horror, miró sus manos llenas de sangre. —¡Isobel! —gritó Asher—. ¡Qué alguien busque a la sanadora y apresen a Ethan! Emma intentó luchar por no perder la conciencia, sentía su sangre escapar a borbotones de las heridas y casi no podía distinguir el rostro de su compañero. Él la había acunado entre sus brazos e intentaba detener la hemorragia con sus propias manos. Entre Alaric y varios hombres, inmovilizaron a su Ethan, pero su hermano estaba tan aturdido que no opuso resistencia. Se dejó caer en el suelo de rodillas frente a ella. —¿Qué he hecho? —balbuceó
Emma se sentía presa de su propio cuerpo. Por más que intentaba escapar, era imposible. Su mente se encontraba sumida en una pesadilla de la que no podía desprenderse. Había regresado a la cabaña de Endora, Asher la despreciaba y el fuego la consumía, pero en ese momento, las llamas lamían su cuerpo y no podía hacer nada por evitarlo. Cada parte de ella quemaba, sentía su piel carbonizarse y sus labios estaban sellados. No podía gritar ni pedir ayuda. Mientras ella moría, su compañero la miraba sin decir una sola palabra. Él esperaba su muerte con una sonrisa, a la vez que le repetía una y otra vez que era una bruja y merecía ese dolor. Cuando pensaba que ya no podría soportarlo más, la calidez de unas manos le acariciaban el cuerpo y lo acompañaban de un agradable frescor húmedo. «Pequeña, no te rindas, regresa conmigo», la voz de Asher se colaba entre sus pesadillas y por unos momentos el dolor se hacía más llevadero. «Estoy aquí, no voy a dejarte, intenta comunicarte conmigo,
Asher miró a su beta y sabía que la esperanza que mostró su rostro hizo que su amigo negara con la cabeza. —No, ¿estás loco? ¿Vas a fiarte de esta mujer? —dudó, pero el sonido de la respiración sibilante de Emma disipó cualquier vacilación que tuvo al respecto. No importaba el motivo de la presencia de la mujer, tampoco importaba el motivo por el cual no apareció antes si sabía que Emma necesitaba ayuda, su compañera ya estaba contra el tiempo y no tenía más alternativas. Era confiar en la bruja o dejarla morir, y eso no era una opción viable para él. Necesitaba a Emma más que respirar, eso solo podía significar que ella era su verdadera mate. —Si la salvas, estaré en deuda contigo, podrás pedirme lo que desees, pero sálvala. Te lo ruego —para expulsar sus últimas palabras fue necesaria una dosis muy alta de desesperación. Rogarle a una bruja, y más a esa que era la culpable de todo el mal de su manada, no entraba en sus planes, pero era increíble la necesidad que sentía de que E