Emma se mordió el labio, nerviosa. No sabía cómo controlar su magia y sus manos parecían tener vida propia. Cada vez que sentía una emoción fuerte, su poder se desataba y hacía cosas que no quería.Cosas como lanzar al hombre que amaba volando por toda la habitación como si fuera un muñeco de trapo. Cuanto más se horrorizaba, hacia un movimiento involuntario y Asher sufría las consecuencias estrellándose con cada espacio de la sala.Su pequeña cabaña se encontraba destruida y solo habían pasado unos minutos desde que perdió el control.—¡No puedo parar! —gritó y se llevó las manos a la cabeza para tirar de su propio cabello y no hacer un nuevo movimiento. Estaba histérica, llorando y aterrada, todo al mismo tiempo—. No sé cómo parar —dijo, se sentó en el suelo y se apoyó en la pared cuando sintió el agotamiento que todo aquel desperdicio de magia le había causado.Emma miró a Asher y a lo que quedaba de los muebles que se esparcían por el suelo en trozos de madera inservibles. Su comp
La magia de Emma se encontraba fuera de control y estaba seguro de que ella no fingía no poder controlarla. Nadie en su sano juicio habría provocado aquel fuego y tendría esa expresión de terror si estuviera fingiendo.Las llamas la habían rodeado en apenas unos segundos y se extendieron con la misma rapidez por el resto de la sala. Aquel fuego no era normal, se movía como si quisiera devorarlo todo incinerando cada lugar que tocaba, pero dejó libre el camino hacia la salida para que él se pudiera marchar.Emma estaba atrapada, era como si su propio poder se volviera en su contra y la atacara.Asher podía correr a la salida, ponerse a salvo y permitir que ella misma se diera su fin. Había odiado tanto a la bruja que los maldijo y más aún odiaba a la bruja que vendría a restaurarlo todo porque lo obligaban a estar ligado a ella sin desearlo.Si en aquel momento hubiera habido otro alfa en su manada, ni siquiera habría luchado por mantenerse en su posición de poder con tal de librarse d
Emma lo miró y, apenas se distrajo, las llamas se acercaron a ellos con demasiada rapidez. Se aferró a él con más fuerza y volvió a concentrarse.—Si me marcho —pronunció con esfuerzo—. No podré mantener el fuego alejado de ti y no sé cómo pararlo, no voy a irme, saldremos de aquí juntos o no saldremos.Ella estaba decidida, pero su decisión no fue suficiente, ya podía alejar las llamas, pero el humo se filtró y ambos comenzaron a toser. Aquello provocó que el agarre que Emma tenía sobre su cuerpo se aflojara y sintiera su peso inerte sobre él.—¡Emma! —gritó.—No pue-puedo —balbuceó y, antes de que pudiera reaccionar, volvieron a estar rodeados por el fuego.No iba a permitir que ella muriera, no ese día y de aquella forma tan dolorosa. Un rugido agónico resonó en el aire, colocó sus palmas en el suelo y lleno de furia por verla desmadejada e inconsciente, lanzó la enorme viga que lo aprisionaba lejos de ellos.Con una rapidez inhumana y sin pensar en el dolor de las quemaduras y her
Ethan despertó, aturdido, pero con una energía y fuerza que nunca había sentido. La muerte lo había liberado por fin de aquel dolor intenso e interminable que le hacía sentir que cada parte de sus cuerpo se iba a resquebrajar.Ojalá hubiera sabido que aquel viaje tendría esas consecuencias tan desastrosas para ellos, le habría quitado las ganas a su hermana de hacerlo y habría intentado sacarla de aquel bosque en el que tanto parecía ahogarse, pero lo hecho ya no tenía vuelta atrás y solo esperaba que su sacrificio la salvara a ella.Él comprendió su naturaleza mucho antes que Emma. Ella siempre se negó a creer que lo que su madre contaba era cierto, pero Ethan, en secreto, soñaba con que aquellos desvaríos de la anciana se hicieran realidad.Una parte de él anhelaba ser un lobo, quizá porque había crecido como el único hombre rodeado de mujeres y quería con todo su alma ser el que las protegiera siempre, pero su constitución física no indicaba que aquello fuera posible.Era más alto
La cueva, el dolor, el rostro de Tala mojado por las lágrimas y sus palabras:«Iré a buscar a tu hermana, aguanta, ella sabrá qué hacer». Aquello no podía estar ocurriendo.Recordaba haberle confiado a Tala su secreto mientras estaba sumido en aquel terrible dolor y también le pidió que cuidara de Emma cuando él no estuviera, pero en lugar de respetar su última voluntad, hizo lo contrario.Salió a buscar a Emma y, si él estaba vivo, es que había conseguido su propósito.Tenía fogonazos de recuerdos que no eran claros, pero logró discernir el momento en el que Emma llegó, la forma en que rompió en llanto, la desesperación al ver que estaba muriendo y después ella unió los medallones.—Claro, por fin lograste completar tu transformación, eres un alfa, Ethan, es maravilloso —la voz de Astrid interrumpió sus cavilaciones y la creciente ansiedad que se estaba adueñando de su pecho—. ¡Por fin hay un nuevo alfa en nuestra manada! Podremos derrotar a Asher y juntos seremos los nuevos líderes.
Ethan no podía creer lo que veía. La cabaña estaba reducida a cenizas y solo algunas vigas hacían que una pequeña estructura se mantuviera en pie. El fuego había arrasado con todo y dejó solo un esqueleto de madera carbonizada. El humo todavía se elevaba en el aire, burlón, casi como si se riera de él por no haber llegado a tiempo para ayudar a su hermana. Los pulmones se le apretaron, y no por el ambiente irrespirable que se esparcía por el aire conforme se acercaba más, lo que sentía era la angustia y el vacío de pensar que su melliza hubiera quedado atrapada en ese infierno. —¡Emma! —gritó su nombre de nuevo e intentó acceder a lo poco que quedaba en pie de la cabaña, pero Astrid, que lo había seguido, intentó detenerlo—. ¡Suéltame, maldita sea! —¡No voy a dejar que entres, ahí no queda nada! Ethan, te lo advertí, te dije que cuidaras a tu hermana y no le permitieras acercarse a Asher. Al final, lo que quise evitar ocurrió. Si te calmas te darás cuenta de que aquí no está ella,
Emma dio un paso atrás y se cubrió el rostro con las manos. Después de hacerlo, casi emitió una plegaria al cielo por no haberse arrancado sin querer su propia cabeza con su magia descontrolada.Necesitaba a su entrometida tatarabuela más que nunca, pero Endora, cuando de verdad la necesitaban, parecía no estar disponible. —Lo siento… Yo no… —Su intento de disculpa fue interrumpida cuando aquella mujer, que a simple vista parecía indefensa, empezó a sacar de sus manos unas enormes garras y su rostro comenzó a desfigurarse con unos grandes colmillos—. ¡Santo Dios!, ¡¿pero es que aquí no hay nadie que no sea una alfombra de pelos?! Emma no sintió miedo a pesar de la situación, después de los destrozos que había hecho desde que se despertó, tenía muy claro que, bajo presión, su magia se disparaba y la anciana, por muy loba que fuera, poco podría hacer en su contra, pero la verdad era que no quería dañarla. Esa no era la condición de Emma, ella no tenía maldad.Sintió una terrible nece
Sin soltar su grimorio, caminó detrás de él por el largo pasillo. Se dio cuenta de que le había dado la habitación más alejada de la de Asher, casi como si ella fuera contagiosa. Si no estuviera tan agotada, dolorida y preocupada, podría haberse reído de eso. La noche anterior el alfa y ella habían estado los más unidos que un hombre y una mujer lo podían estar como para que ahora intentaran alejarla. Evitó decir nada para no crear más problemas de los que ya tenía, pero aquello cada vez le gustaba menos. Le dolía el cuerpo y tenía heridas que no pensaba permitir que esa mujer sanara, pero ya se preocuparía de eso después, antes debía ver a su compañero. La puerta de la habitación de Asher estaba abierta y Emma, sin pensarlo, adelantó a Alaric y pasó al interior. —Asher —jadeó al verlo tumbado boca abajo en la cama, indefenso. Su cabeza estaba echada hacia un lado en la almohada y una terribles quemaduras cubrían casi toda su espalda, los brazos y parte de las piernas. Emma corrió