“En el escenario, la joven mira al público con una sonrisa” –Hola. Que tal. El dato del día es sobre el tema de la vestimenta de los personajes. Para los escritores es un tema complicado, o al menos en el caso de quien escribe esta historia. Tratando de ser lo más costa en detalles, si buscan la ropa como se describe en el capítulo la encontraran en google sin problema. En fin. No te olvides de darle Me gusta” al capítulo y compártelo si es posible. Eso ayudara a que no me saquen de esta sección y pueda decir más curiosidades. Adicional, a la autora le gusta leer comentarios, así que solo escríbele algo. Nos vemos en la próxima. “Sale de escena, bajado el telón”
Riendo de manera desenfrenada, divertido por la reacción, ajusto el peinado adorando lo que había hecho. –No se altere. Juego. Además arruinara mi trabajo –camino con dirección al closet, sacando una caja pequeña de zapatos–. Aquí hay unos tacones plataforma negro gamuzados cerrados. Son ideales ya que no tuve tiempo de hacerle el manicure y pedicura. –Debería decirle a mi padre que no te deje viajar en tus vacaciones. Regresas con algo nuevo que te enseñan tus hermanas. –Créame que aunque no quiera me obligan –intercambiaron palabras, empezando a reír, sin contención alguna. –¡Ay Esteban! Siempre serás mi mejor amigo –con la diversión en los labios, tomo los tacones de la caja y se los puso, levantándose de la cama para logar caminar con ellos, siendo un milagro dar pasos sin tropezar o arrastrar la suela–. Bien. De algo sirvió jugar a la secretaria con tacones cuando era niña. –Si… aún lo recuerdo –memorias pasadas de juegos y travesuras pasaron velos por la mente del hombre que
Un escalofrió le recorrió la espina dorsal, mirándola con mayor atención que lo permitido.>>¿Puede ser una de ellos?>¿Lograron localizarme? ¡Maldita sea! Esto no es bueno<
El dolor de la herida comenzó a empeorar. El agarre del mayor sobre la herida, parecía no ayudar a evitar la sangre. Aun cuando Esteban y Pedro intentaron brindar primeros auxilios, la sugerencia de abandonar el lugar fue tomada de inmediato. –Esteban –alcanzó rápidamente las llaves que estaban en su bolsillo–. Llévanos de vuelta al hotel. En mi habitación tengo lo necesario para tratar la herida –entrego las llaves. –Señor Marco, tenemos que llevarlo a un hospital –ayudo a que se levantara, apoyándolo al hombro. –¡No! –grito deprisa, asustando a Mariana y a Pedro, dándole espacio para transitar–. No es necesario. Sin hospitales por favor. Has lo que te he dicho. Sin opción a discutirlo, Esteban asentó con la cabeza, caminando ambos hasta la salida, acompañados de la joven quien hablaba, o mejor dicho gritaba al dueño del sitio, sobre la inseguridad y la posible denuncia que pondría para clausurarlo. Pedro no pudo evitar sentirse asustado ante una mala reputación que podía tener el
*** –Esteban. Ya me voy –portando ropa deportiva, camino hasta la cocina para despedirse –. Si me buscas estaré en el gimnasio del hotel. –Así que tomara en serio eso de ponerse en forma –término de lavar los platos, secándose las manos con una toalla de cocina. –No sabes cuánto luche para no parecer una bolsa de papas con ese vestido –suspiro, caminando a la salida, deteniéndola Esteban. –Antes de que se valla. El señor Preminger llego y salió enseguida mientras usted se cambiaba de ropa. Vestía ropa casual, así que no creo… –Gracias –endureció el rostro–. Pero creo que ya no me importa a donde valla… Dejándolo con las palabras en la boca, Mariana sintió disgusto sin alguna razón, abandonando el lugar con destino a calmar lo que sentía y bajar de peso. –¿Desde cuándo empezó a tener simpatía por él? –con la interrogante en mente, abandono la cocina >>La señorita puede ser complicada y bipolar, pero cuando alguien le llama la atención y congenian, es tan difícil no verla cambiar
***Los platos servidos parecía lo menos importante en el lugar. El protocolo en la mesa estaba autorizado a ser roto, lo que era conveniente para ella, quien odiaba seguir las reglas. Por otra parte, Marco trataba de verse amistoso en todo momento, a pesar de la incomodidad ante la presente Mariana y el inevitable silencio que tenían.Durante el transcurso del viaje, ninguno de los dos dijo una sola palabra, por lo que habían llegado al restaurant, decididos a sentarse y ordenar lo que cada uno quería sin obtener comentaría alguno de la otra parte.–Señor, la orden de su vino tinto.–Gracias –entrego una propina al hombre y este se retiró de inmediato, esperando que el pedido ayudara aligerar la tensión que en el habitaba.En la situación en que ambos se encontraban, cualquier otro pensaría que los nervios de Marco se debían a la plática que tendría, más en el interior de los pensamientos del hombre, el hecho de que Mariana lucia linda con el vestido color vino sin mangas, resultaba
Quien hubiera esperado que los acontecimientos del pasado, que fueron como una caída de derrota, cambiarían por una de victoria. Apenas la joven revelo su identidad como “reina”, cediéndole el movimiento diagonal dentro del circulo que rige para brindarle confianza y estabilidad como su arma, torciendo la apuesta de manera favorable para el hombre. Marco estaba listo para declararla como su segundo reto fallido, pero ella quería torturarlo más. Supo de inmediato que al aceptar el contrato seria usado como un arma que jugaba en ambos equipos, como un impostor que, en cuestión de segundos, debería elegir un bando al que servir. Sin importancia, comprendió que podía ganar con ambos si les daba lo que anhelaban. Cumplir con el trabajo mientras iluminar la ignorancia, le recordaron a las falencias que alguna vez él tuvo. –Si desea que sea un alfil en tu juego, lo seré –asentó con la cabeza, recuperando la mano–. Pero debe estar consiente de mi limitada información –finalizo el pacto, con
*** –Todo esta listo. No tenemos mucho tiempo así que será mejor que se apresure. –De acuerdo Marquillo –coloco las flores sobre la lápida, arrodillando para dar una oración y hablar en frente del frio cemento–.Lamento mucho no haber podido venir antes mamá. Papá no me lo permite –llevo la nostalgia al rostro–. Ya tengo diecisiete años y pronto seré mayor. Mamá, Nona Milena me está cuidando muy bien. Soy tan traviesa que me reprenderías si me vieras –roso la lápida con la punta de los dedos–. Me alegra verte. Dándole la espalda al hombre que miraba el reloj y calculaba el tiempo, Mariana dejaba toda protección y defensa al mínimo. Marco por otra parte, velaba por la seguridad y la continuación del plan. –Mamá, desearía poder quedarme contigo por mucho tiempo – feliz de poder visitar la tumba de la mujer que le dio la vida, enumero la visita como la segunda que le hacía desde el funeral–. Me entristece venir aquí de esta manera. Ya casi ni recordaba en donde estabas mamá. Las lágri
–Aburrido… –observo a través de la ventanilla múltiples veces, no lograba conciliar el sueño, aun cuando lo quisiera. Evitar mirar al hombre dormido plácidamente a lado de ella, parecía un reto que le llamaba la atención, no logrando contenerse, peco al postrar la atención completa en el rostro relajado que la hizo sobre pensar por un instante. A simple vista, le parecía un modelo sacado de las películas de acción o, en un raro caso, a los chicos de las novelas eróticas que solía leer y fantasear. Instantáneamente, la mente jugo con el recuerdo y la escena de las manos enlazadas de dos personas dormidas, con una de ellas despertando y notando el acto inconsciente que existí. Los nervios se apoderaron del cuerpo apenas lo recordó, volviéndose un reto difícil el distanciar la mirada del acompañante que aun dormía, analizando su ser de pies a cabeza hasta descubrir un libro sobre el regazo que le llamo la atención. >>¿Sobre qué abra estado leyendo?<< curiosa, observo el rostro plácida