Huir de la habitación resultaba ser la opción favorable del momento. Solo así, estaba convencido de que ella podría calmar los sentimientos como lo estaba haciendo él. O al menos lo intentaba. La descabellada idea de poder tenerla, le inundaba la mente sin detenerse. Frenar las sensaciones que lo invadían lentamente, parecía imposible. La cordura ya no diferenciaba entre lo que tenía que hacer, y lo que deseaba hacer. >>Esto no puede ser real. Ella debe de estar confundida>Realmente le gusto<< la emoción y el recuerdo lo golpearon. Se sentía demasiado adulto para emocionarse por una confesión, así como la idea descabellada de tenerla a su lado como pareja. Ante los ojos de mucha gente, ella solo era una niña. Ante sus ojos, resultaba ser alguien apreciada y valiosa. Una mujer de múltiples facetas, destinada a equivocars
–Sabes Marco, tu tacto es tan agradable –él comenzó acariciarle la cabeza con la mano suelta–. Es una de las cosas por la que me enamore de ti.De inmediato lo atrapo. Las palabras de Mariana le nublaron la cabeza, callando la división interna, recordándole el pasado cuando poseía paz gracias a un ángel de cabello castaño claro que le acariciaba la cabeza junto a un beso en los labios. Había sido la mejor época en su vida.>>Si dijera que es lo mismo para mí, te enredarías mayormente conmigo. Mariana… puede que tema hacer locuras…<
Ante el presente ruido, solo basto unos minutos para que el eco del caminar de la persona de poder, interrumpiera en el recibidor principal, despojándose de los objetos encima que antes habían servido para protegerlo del sol y el clima montañoso del lugar. La vista centrada de este, ante quien necesitaba ver, choco de inmediato con la persona esperada. –Es bueno regresar al hogar que uno posee ¿No lo crees así cariño? –con una sonrisa, se dirigió a la joven complacido de observarla en perfectas condiciones y sin ninguna herida. –Bienvenido a casa, padre –enfrió los ánimos, saludando con una voz fría y una mirada amenazante. –¡Oh! Mi hija me ha dado la bienvenida. Eso es suficiente para que este hombre pueda morir en paz. –Entonces hazlo –el sonido de las palabras, resonó en el salón que guardaba silencio ante la presencia del hombre. –Aun no –sonrió burlo, observando a los sirvientes al rededor–. Mis queridos ayudantes –se dirigió a ellos –me complace volver al lugar al cual deno
*** Agradeciendo mentalmente al chef por la exquisita cena. Comprendió porque era la persona como mejor sueldo pagado dentro de la mansión, entendiendo la interpretación de cada platillo y tema que acompañaba la comida. >>Manos hábiles de preparar manjares dignos de elogios<< intento recordar la última vez que elogio a alguien por la comida. El caminar por los pasillos de la mansión dejaban un leve eco que se extinguían con forme Marco pasaba y priorizaba el destino que resultaba la habitación donde residía. Anteriormente había deambulado por el lugar con la intención de obtener una mejor digestión ante tal momento de enfrentamiento con el señor Méndez, obteniendo al mismo instante paz en cuanto los pensamientos. Todo estaba tranquilo, hasta que el sonido del teléfono interrumpió el escenario relajado que había ganado. –Buenas noches –hablo con cortesía al saber quién iniciaba la llamada. –Marco. Mi hombre favorito. –Y tú único amigo Doc. –continuo los pasos. –Tienes razón pero
“Querido diario… Múltiples cosas han pasado en mi vida. Se podría decir que desde el despido de la señora Verdinel no me había divertido tanto. Como antes, mis pensamientos son acerca de él. Sobre Marco No veo justo el hecho de que sea mi tutor. Y no comprendo cuando empecé a verlo con otros ojos. ¡Claro que con los míos! Pero…de otra manera. Tan solo si pudiera ser como los amantes de las historias que leo. Si tan solo no poseyera la desdicha de amarlo y el deseo de poseerlo como mi más anhelado ser amado. Aun no sé si tengo pensamientos propios o solo son sobre él. La calma al mirarlo me hace pensar que sin importar las edades tengo esperanzas de alcanzarlo. En fin. Escribí algo parecido a un poema así que lo archivare por aquí. Guárdalo. Lo hice pensando en el…” La desdicha de los amantes es la misma pasión que los envuelve.El deseo de poseer a mi amado invade mi mente sin calma alguna de mi ser.A pesar de las edades, eso es algo que los ingenuos pueden juzgar, pero que los e
…Como si fuera un títere, vuelvo a ser manipulado por los hilos del destino que me enredan con los lazos del amor. Había borrado tal atroz sentimiento cuando perdí a Jennifer que me encerré en la terquedad y la agonía de existir. Quizás ella aun me cuidad desde el paraíso, mientras como una hipócrita rechazo el hermoso sentimiento que deposito en mi ser. Problemas. Los tengo cuando la veo a ella. Esta prohibida. Por supuesto que lo está. Sin embargo es tentativo probarla, como una droga que te hace sentir bien cuando está mal tomarla. Maldito nombre que es fácil de pronunciar… –Mariana… –suspiro. La mirada que postro sobre ella ya no es pulcra ni respetuosa, es ardiente y posesiva. Me siento capaz de matar con solo tener al culpable de sus lágrimas frente a mí. La privaría de la libertad si solo pudiera apoderarme de ella. Oh! La agonía. Oh! La ingenuidad. Ella es tan libre que al ponerle grilletes podrías ver el alma frágil que se consume con desesperación. Si la provoco, su peor
La tarde parecía albergar la paz de la naturaleza. La dicha de la luz atravesando los cristales hasta que el eco del impacto de las pisadas anunció la desesperación de la joven chica con pecas, en compañía del joven de traje que hacia el rol de guardaespaldas y escolta –Mi señorita ¡Tenemos un problema! Golpeo con fuerza la puerta, permitiéndosele el accedo de manera inmediata. El informe presentado a la joven era breve y directo. Alguien quería sacar a la luz la relación que tenía con el tutor. *** ...Y tras correr por toda la mansión, pudieron quitarle a Imelda y Gabriel la última de las cartas. Logrando borrar la evidencia con fuego y suspiraron profundo, cuando el mal rato paso. –Aun no comprendo que le vio la señorita a ese tipo –hablo entre dientes Alex. –Bueno, así es el amor –los observo la mujer con pecas y lentes, embozando una sonrisa genuina –si no fuera así, no lo odiarías por lo que le hizo a Esteban –rio traviesa– fue mi espectáculo para el deleite de todos. Con
Una carta sobre la mesa, es recogida por un hombre que la lee cuidadosamente. –Valla… un reto, enseñar a una señorita... –comienza a caminar alrededor de la mesa–. La carta señala, que mi presencia es urgente y no se me permite negarme –rosa la carta cerca de los labios en compañía de una sonrisa de lado–. Esto tal vez sea suicida, ya que viene con un sello perteneciente a una de las familias más ricas de este país, de quienes se especula, están vinculadas con la mafia –lanza la carta sobre la mesa, meditando sobre lo que aria. Marco Preminger, como se llamaba el hombre, apuesto y elegante, de treinta años, según su actual currículo. Camino por el domicilio decidiendo empezar armar sus maletas, para averiguar de cerca lo que sería su nuevo trabajo, haciendo lo que mejor sabía hacer. Al ya estar frente a la gran mansión, solo medito un poco acerca de lo que aria. Pensando en si tomar este reto, o decidirse entre los otros que estaban en la espera de su respuesta. –Ufff... ¿y ahora