El dolor de la herida comenzó a empeorar. El agarre del mayor sobre la herida, parecía no ayudar a evitar la sangre. Aun cuando Esteban y Pedro intentaron brindar primeros auxilios, la sugerencia de abandonar el lugar fue tomada de inmediato. –Esteban –alcanzó rápidamente las llaves que estaban en su bolsillo–. Llévanos de vuelta al hotel. En mi habitación tengo lo necesario para tratar la herida –entrego las llaves. –Señor Marco, tenemos que llevarlo a un hospital –ayudo a que se levantara, apoyándolo al hombro. –¡No! –grito deprisa, asustando a Mariana y a Pedro, dándole espacio para transitar–. No es necesario. Sin hospitales por favor. Has lo que te he dicho. Sin opción a discutirlo, Esteban asentó con la cabeza, caminando ambos hasta la salida, acompañados de la joven quien hablaba, o mejor dicho gritaba al dueño del sitio, sobre la inseguridad y la posible denuncia que pondría para clausurarlo. Pedro no pudo evitar sentirse asustado ante una mala reputación que podía tener el
*** –Esteban. Ya me voy –portando ropa deportiva, camino hasta la cocina para despedirse –. Si me buscas estaré en el gimnasio del hotel. –Así que tomara en serio eso de ponerse en forma –término de lavar los platos, secándose las manos con una toalla de cocina. –No sabes cuánto luche para no parecer una bolsa de papas con ese vestido –suspiro, caminando a la salida, deteniéndola Esteban. –Antes de que se valla. El señor Preminger llego y salió enseguida mientras usted se cambiaba de ropa. Vestía ropa casual, así que no creo… –Gracias –endureció el rostro–. Pero creo que ya no me importa a donde valla… Dejándolo con las palabras en la boca, Mariana sintió disgusto sin alguna razón, abandonando el lugar con destino a calmar lo que sentía y bajar de peso. –¿Desde cuándo empezó a tener simpatía por él? –con la interrogante en mente, abandono la cocina >>La señorita puede ser complicada y bipolar, pero cuando alguien le llama la atención y congenian, es tan difícil no verla cambiar
***Los platos servidos parecía lo menos importante en el lugar. El protocolo en la mesa estaba autorizado a ser roto, lo que era conveniente para ella, quien odiaba seguir las reglas. Por otra parte, Marco trataba de verse amistoso en todo momento, a pesar de la incomodidad ante la presente Mariana y el inevitable silencio que tenían.Durante el transcurso del viaje, ninguno de los dos dijo una sola palabra, por lo que habían llegado al restaurant, decididos a sentarse y ordenar lo que cada uno quería sin obtener comentaría alguno de la otra parte.–Señor, la orden de su vino tinto.–Gracias –entrego una propina al hombre y este se retiró de inmediato, esperando que el pedido ayudara aligerar la tensión que en el habitaba.En la situación en que ambos se encontraban, cualquier otro pensaría que los nervios de Marco se debían a la plática que tendría, más en el interior de los pensamientos del hombre, el hecho de que Mariana lucia linda con el vestido color vino sin mangas, resultaba
Quien hubiera esperado que los acontecimientos del pasado, que fueron como una caída de derrota, cambiarían por una de victoria. Apenas la joven revelo su identidad como “reina”, cediéndole el movimiento diagonal dentro del circulo que rige para brindarle confianza y estabilidad como su arma, torciendo la apuesta de manera favorable para el hombre. Marco estaba listo para declararla como su segundo reto fallido, pero ella quería torturarlo más. Supo de inmediato que al aceptar el contrato seria usado como un arma que jugaba en ambos equipos, como un impostor que, en cuestión de segundos, debería elegir un bando al que servir. Sin importancia, comprendió que podía ganar con ambos si les daba lo que anhelaban. Cumplir con el trabajo mientras iluminar la ignorancia, le recordaron a las falencias que alguna vez él tuvo. –Si desea que sea un alfil en tu juego, lo seré –asentó con la cabeza, recuperando la mano–. Pero debe estar consiente de mi limitada información –finalizo el pacto, con
*** –Todo esta listo. No tenemos mucho tiempo así que será mejor que se apresure. –De acuerdo Marquillo –coloco las flores sobre la lápida, arrodillando para dar una oración y hablar en frente del frio cemento–.Lamento mucho no haber podido venir antes mamá. Papá no me lo permite –llevo la nostalgia al rostro–. Ya tengo diecisiete años y pronto seré mayor. Mamá, Nona Milena me está cuidando muy bien. Soy tan traviesa que me reprenderías si me vieras –roso la lápida con la punta de los dedos–. Me alegra verte. Dándole la espalda al hombre que miraba el reloj y calculaba el tiempo, Mariana dejaba toda protección y defensa al mínimo. Marco por otra parte, velaba por la seguridad y la continuación del plan. –Mamá, desearía poder quedarme contigo por mucho tiempo – feliz de poder visitar la tumba de la mujer que le dio la vida, enumero la visita como la segunda que le hacía desde el funeral–. Me entristece venir aquí de esta manera. Ya casi ni recordaba en donde estabas mamá. Las lágri
–Aburrido… –observo a través de la ventanilla múltiples veces, no lograba conciliar el sueño, aun cuando lo quisiera. Evitar mirar al hombre dormido plácidamente a lado de ella, parecía un reto que le llamaba la atención, no logrando contenerse, peco al postrar la atención completa en el rostro relajado que la hizo sobre pensar por un instante. A simple vista, le parecía un modelo sacado de las películas de acción o, en un raro caso, a los chicos de las novelas eróticas que solía leer y fantasear. Instantáneamente, la mente jugo con el recuerdo y la escena de las manos enlazadas de dos personas dormidas, con una de ellas despertando y notando el acto inconsciente que existí. Los nervios se apoderaron del cuerpo apenas lo recordó, volviéndose un reto difícil el distanciar la mirada del acompañante que aun dormía, analizando su ser de pies a cabeza hasta descubrir un libro sobre el regazo que le llamo la atención. >>¿Sobre qué abra estado leyendo?<< curiosa, observo el rostro plácida
*** El Mercure Liverpool Atlantic Tower Hotel no era el lugar 5 estrellas esperado por Mariana, pero era lo suficientemente cómodo y de bajo perfil para la estadía de los dos. El único problema que encontraron apenas solicitaron las habitaciones reservadas, fue que solo disponían de una. –Deje claramente especifico que las habitaciones debían estar ha lado de la otra. Pero me informa que solo disponen de una. –Disculpe señor, pero tal parece que la persona que agendo la habitación se encuentra recientemente de vacaciones. –¿Esa es su mejor excusa? Demando hablar con su superior –autoritario, frunció el cejo, apresurándose la recepcionista en desaparecer y regresar en compañía de una mujer rubia, meticulosamente presentable. Con un saludo formal, la dama de rostro serio, verifico la reservación en el sistema notando la incompetencia de uno de los empleados fuera de servicio. –Lamento mucho la falta cometida señor. La persona tras el incidente será severamente castigada. –Pero eso
*** –Mira allá –señalo con insistencia. Presionando el círculo de la pantalla del celular, capturo innumerables imágenes con la cámara, asombrándose de la diversa variedad de escultura y arte que podían sus ojos admirar en las calles de Liverpool. En algunas ocasiones, le pedía a Marco captarla con la cámara instantánea que guardaba en una mochila Cartier de cuero color burdeos, adoración de ella. –Parece que nuevamente he sido engañado. –Que hable español por mis raíces Mexicanas no significa que no tengo sirvientes que dominan el inglés, francés, italiano, portugués y ruso. Aunque no me agrada el ruso. –Lo tendré presente en mi mente. –Y eso cuenta como información. Así que dime cuales dominas tú. –Inglés, italiano, francés, mandarín, coreano, japonés, gallego, hindi y árabe –hablo sin demora, contando con los dedos Mariana. –Felicidades. Con 9 idiomas puedes ser la siguiente Barbie internacional –rio deprisa, soltando un bufido divertido Marco–. Debiste tener un buen maestro