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ESTE BEBÉ, ES MIO
ESTE BEBÉ, ES MIO
Por: Maria Pulido
CAPÍTULO 1 – Un día oscuro.

—Señor… todo está listo. Traerán a su hermano y esposa al velatorio… —Ethan se dio la vuelta y guardó en su bolsillo una medalla de oro que pertenecía a su pequeña sobrina Maya, y asintió hacia el hombre que estaba al frente de toda la preparación del velorio.

—Bien… ¿Enviaste la información ayer a los familiares y amigos de Claire…?

El hombre afirmó inmediatamente y luego Ethan recibió una llamada. Él también había informado a toda su familia el trágico suceso la noche anterior.

Lo único que no quería, era hablar con su madre, que había tomado un vuelo a Canadá en las últimas horas. Desvió la llamada no queriendo afrontar el tema, pero inmediatamente le envió la ubicación.

Al levantar la mirada, pudo ver dos ataúdes, e instantáneamente, su cuerpo se tensó.

No podía asimilarlo, ni siquiera le parecía real que su único hermano y esposa, habían muerto en ese accidente en el día de ayer.

Ethan fue a la habitación que mandó a preparar, y luego entró para escuchar a Maya llorando a gritos. Se apresuró a tomarla en brazos de una niñera que había contratado de último momento, y se compadeció de su sobrina al ver sus ojos enrojecidos.

Maya tenía 8 meses, Ethan recostó su carita a su pecho y comenzó a caminar con ella. Quizás el llanto excesivo la adormiló enseguida, porque no demoró más de cinco minutos para tenerla dormida en sus brazos.

Ethan no pudo dejar de mirarla todo el tiempo y luego pasó un trago duro cuando se dio cuenta del parecido que tenía ella con Briana, la hermana de la esposa de su hermano, y su respiración incluso se agitó.

Parecían dos copias, incluso saber que se la encontraría en unos minutos en la sala velatoria, le hacía perder la paciencia.

Dejó a Maya con su cuidadora de nuevo, y después de comprobar que ella estaba completamente dormida salió para ver a un montón de gente llenando el salón por completo.

Y fue como un imán cuando sus ojos se posaron en ella.

Briana era de esas mujeres que era imposible no quedársela viendo. Siempre le había trastocado su tez rubia, y ojos azules, su figura esbelta, y esa sencillez que se destacaba incluso en su mirada.

Su vestido negro solo la hacía destacar entre los demás, y su cuerpo entró en tensión cuando la recorrió con la mirada.

Sin embargo, Ethan sabía que no todo en ella era como se veía, porque él mismo había probado de la arrogancia de esa mujer, y sobre todo en su desprecio.

Lo único que Briana no sabía, es que eso solo lo había hecho querer des cobrarse con ella y buscar la oportunidad perfecta, para hacerle lo mismo, que ella le había hecho a él.

Rechazarlo.

Recorrió el cuerpo con su mirada de nuevo y se adelantó hacia ella, que estaba en el ataúd de su hermana con lágrimas en sus mejillas.

—Es mejor que no finjas… Claire nos dejó muy claro que tú no la querías… —Briana levantó la mirada furiosa hacia él y negó.

—Déjame… es mi hermana, ¡por amor a Dios…!

—Solo quiero decirte que nadie come tu conmiseración… así que ahórratelo.

Ethan estaba por darse la vuelta cuando ella pidió.

—¿Dónde está Maya? Me necesita… —él apretó los puños y se giró hacia ella.

—Está conmigo… y por supuesto que no te necesita…

—¿Qué? —ella casi gritó y el salón se quedó en silencio.

Ethan tomó su brazo con fuerza para halarla y sacarla de la sala velatoria, y luego caminó con ella hasta salir a la zona de aire libre.

—¿Estás loca? ¡Ni siquiera respetas a tu hermana! —Briana sentía la desesperación en su cuerpo, pero era entendible que su propia hermana había puesto a todos en su contra.

De todas formas, ella no iba a perder el tiempo explicándoles a las personas de que se trataba su rabia, y lo único por lo que estaba aquí, era por Maya.

A pesar de su mala relación con Claire, había tenido un apego increíble desde que Maya nació, y sobre todo cuando fue evidente su parecido, y Claire se desquitaba con su sobrina.

Había encontrado la forma de estar cerca de Maya, e incluso su acercamiento, había aliviado el estrés que su hermana había despertado desde que se había convertido en madre.

—Escucha… —Briana intentó lidiar—. Vine por mi sobrina…

Ethan tuvo que soltar un bufido.

—¿Y qué se supone que quieres?

—A ella, por supuesto…

Ethan desapareció su burla y se acercó lo suficiente, tanto que Briana tuvo que retroceder algunos pasos.

—Yo soy el representante legal de Maya… sus propios padres me dieron ese derecho…

Briana sintió que se moría con esa información y casi gritó.

—¡Ni siquiera puedes cuidar de ti mismo! Además… ¿Qué ejemplo podrías ser para ella? Eres un mujeriego… un engreído y un…

Ethan acortó la distancia, y pegó el cuerpo de Briana contra la pared, acorralándolo con el suyo y cortando con sus palabras.

—¿Qué más? —Briana miró su boca muy cerca de la suya, y solo pudo quedarse callada.

No podía negar que siempre se había sentido atraída por Ethan, además, quien en sus cinco sentidos no podía hacerlo. Él podía hacer enloquecer a cualquier mujer, y por ello, se alejaba todo lo que pudiera, manteniendo la razón en ella.

—Ethan…

—¿Ahora soy Ethan? —Briana reprimió sus ojos y negó.

—Maya me necesita… no seas cruel. Acaba de perder a sus padres… ¿Puedes entenderlo?

Por un momento, la muerte de su hermano, compungió a un Ethan irracional y se apartó de ella en el momento.

—Sígueme… —la hizo caminar detrás de él y la metió a aquella habitación donde estaba su sobrina Maya.

Y nada más Briana la vio en la cuna, dormida y con lágrimas en sus mejillas, no pudo sostener un sollozo que se le escapó de la boca.

—¡Oh, mi pequeña…! Lo siento tanto…

Ethan miró todo desde atrás. La muerte de su hermano le había dolido como nunca, no podía negarlo, sin embargo, debía aceptar que no eran muy cercanos, y que por más cruel que sonara, Claire ahora debería estar en paz cuando su matrimonio había sido un verdadero desastre.

Él se quedó mirando largamente a Briana, y aquí vino de nuevo la ola de deseo que siempre se apoderó de él cuando la tenía cerca, incluso en esta circunstancia, y viéndola tan frágil a lado de su sobrina, Ethan solo pudo pensar una cosa, por muy despiadado que sonara.

Por fin había encontrado la oportunidad ideal para llegar a ella. Haría una jugada perfecta, y luego la humillaría, de la forma en que una vez ella, lo hizo con él…

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