ENAMORADOS DEL PRESIDENTE ESCOLAR
ENAMORADOS DEL PRESIDENTE ESCOLAR
Por: Mckasse
Flechazo.

*Actualidad.

Había sido un día muy pesado en el hotel. Miles de cosas por hacer y otras tantas sin terminar.

Ya es navidad (25 de diciembre) y coincide con el cumpleaños número 25 de Hendricks. Hay trabajo a donde quiera que se mire por la alta ocupación, el hotel está más que sobre vendido.

Hendricks invitó a Aiden, su mejor amigo desde hace seis años, para que lo acompañe a celebrar su cumpleaños en su apartamento, luego de que terminen sus labores de trabajo. Hendricks solo invito a su a Aiden, Enzo y a Gabriela (Mejores amigos) a sus hermanas y a sus padres. El día anterior, Hendricks había abastecido el frigorífico con sus bebidas favoritas y mandado a preparar un buffet privado.

La fiesta duró alrededor de seis horas, bailaron, comieron y bebieron hasta más no poder.

—¡Aiden ven canta para mi!—lo llama Hendricks al poner un tema de Indila en el idioma francés, luego que sus amigos y familiares se retiraron súper agotados y casi borrachos—Turrón de azúcar, ven, no seas agua fiesta—le insiste.

—Hendricks ¿Cómo es que tienes tanta energía? Yo creo que dejé las plantas de los pies en el hotel y en todo lo que baile con tus hermanas y Gabriela. Estoy muerto del cansancio.

Si, es 25 de diciembre, el reloj casi marcaban las doce y aunque Hendricks sabe que su día de cumpleaños llegó prácticamente a su fin, ha estado muy feliz durante los últimos cinco años. Cuatro de ellos, los había pasado junto a Aiden estudiando en la universidad en París, Francia, (piensa que fue lo mejor que le pudo haber pasado) ambos se graduaron con honores. Y un año después de eso, trabajando juntos en Portofino, Italia, en el negocio familiar de la familia de Hendricks.

—Yo también estaba cansado, pero desde que salí del hotel llegamos aquí y me di una buena ducha, me puse como nuevo. Así que ven a cantar conmigo. Hoy es mi día especial, no puedes negarte.

—¡No pienso cantar más, siento que moriré si me dejó llevar de ti! Ya te has tomado como seis o siete botellas de tu vino favorito, ligaste de ese trago que aprendiste a preparar hoy. Recuerda que mañana tenemos trabajo después de las doce del medio día.

—Sabes que tengo buena tolerancia al alcohol, eso no es nada para mí…tú eres el que no aguanta ni una ronda.

— ¡Definitivamente eres un alcohólico! Jajaja—se ríe Aiden, mientras se divierte, viendo cantar karaoke a su mejor amigo a todo pulmón.

—¡Estoy feliz de pasar otro año junto a ti, turrón de azúcar, déjame ser…sólo cumplo años una vez al año!—le dedica una amplia sonrisa al decirle esas palabras.

—Esta bien, pero ya no tomes más, tendré que conseguir una grúa para sacarte mañana de la cama—le dice mientras se toma otro sorbo de vino.

—A todo esto, me diste un reloj Bulova de regalo, cosa que me encanta, pero no me felicitaste como todos los años anteriores, siempre me despertabas con un abrazo. ¿Acaso ya no me amas?—le hace un puchero.

Era raro ver a Hendricks actual como un niño, Aiden sabe que él sólo lo hace frente a él, para todos los demás es muy maduro, y para todas las mujeres, es el ejecutivo más codiciado y sexy.

—Sabes que te amo, eres mi mejor amigo, es que tenía cosas que hacer, me disculpo, es solo que ahora estoy cansado, ya quiero irme a dormir, son casi las doce de la media noche.

—Dale, me encanta tu voz, quiero escuchar el que dice que más me ama y me consiente, o ¿Acaso no me amas de verdad?. Yo te amo y haría lo que fuera por ti.

Para Aiden de alguna forma, aquellas palabras suenan fuera de contesto, siente que es un juego de palabras para manipularlo y que haga lo que él quiere, él a veces se lo decía ya sea por algún favor de trabajo o algún favor personal, es cuando Hendricks termina haciendo lo que sea que Aiden le pide, a Aiden en ese momento le causaban un hormigueo en su espalda, que hace se le tensen cada centímetro de su delgado cuerpo.

En los últimos dos años, Hendricks era cada vez más afectuoso, era algo que a Aiden al principio no le importaba, pero últimamente no entiende porqué esta más consiente de su presencia, después que vino a Portofino a trabajar con él.

Hendricks aprovechaba cualquier celebración para llenarlo de regalos, lo lleva a conocer Italia y su lado más romántico, lo lleva a cenar y a bailar casi todos los fines de semana, y por alguna razón lo sentía más atento, además no parecía incomodarle su cercanía, antes, durante, o después de salir del trabajo, cuando bromea con él y le hace cosquillas, cuando le susurra cualquier cosa sin importancia.

«¿Porqué hoy lo veo más hermoso que antes? ¿Será porque hoy cumple sus veinticuatro años y se arregló más de la cuenta?¿Porqué me siento tan inquieto? ¿Será porque escuché a sus padres hablar de que su hijo menor, ya tiene edad para casarse y formar una familia?¿Que tiene eso que ver conmigo? Definitivamente hay algo en este vino que tengo en la mano» piensa Aiden.

En ese momento, Aiden piensa que sus gestos masculinos son perfectos, a Aiden le gusta de la manera en que Hendricks lo mira con sus ojos azules celeste.

Espera ¿Le gusta su mirada, cómo lo miraba o sus ojos? Se sorprendía así mismo embelesado bajo el hechizo de la atracción hacia su amigo.

«En el pasado ¿Siempre fue así y no me había percatado?¿Será que todos los mejores amigos hacen lo mismo que nosotros?¿Aún me gusta tanto?» Vuelve Aiden a perderse en sus pensamientos mientras acaricia el borde de su copa.

—No quiero cantar más, ya me siento mareado— Aiden se pone de pie, con media copa de vino en la mano, él sólo quiere que Hendricks, se valla a dormir, para dejar de estar pensando tonterías.

Hendricks se da otro sorbo de su vino y se acerca medio tambaleándose, mientras deja el micrófono en el sofá blanco.

—Entonces bailemos, está canción es la nuestra—le suplica.

Aiden tropieza con sus propios pies, cuando Hendricks lo hala por el brazo, ambos perdieron el equilibrio y cayeron sobre la alfombra blanca.

Hendricks está convencido que lo que viene sintiendo por Aiden es amor, y no quiere perder un sólo segundo más, sin confesarle de alguna forma lo que siente y a pesar de los años que tienen conociéndose, aún no era capaz de llenarse de valor y confesarle su amor, pero de algo estaba seguro debía pasar al siguiente escalón, al próximo nivel, si quería avanzar con él.

Ya en el suelo, por un momento Hendricks se pierde en esos ojos color plata líquida de Aiden, siempre le encantaron sus ojos grises, desde el momento en que lo conoció.

Hendricks cayó debajo de Aiden, y ambos se reían por su propia torpeza, se sentía bien estar así sobre la alfombra persa que su madre le había traído en algunos de sus viajes.

Hendricks se acerca al hombre encima de él, con ahora 30 años de edad, el tiempo parecía detenerse en Aiden, un rostro fino y delicado, perfectamente angelical sin una gota de maquillaje, su pelo largo le roza el cuello, haciéndolo sentir chispas, su delgado cuerpo se amoldaba al de él, Aiden piensa que Hendricks le dará un abrazo como siempre, cuando siente los enormes brazos de su mejor amigo a su alrededor, para luego dejarlo en paz.

Aiden piensa que realmente la vida le ha regalado una excelente persona, Hendricks lo envuelve en un cálido abrazo y sin pensarlo dos veces, por el calor del momento. Este le planta un beso en los labios de Aiden, cuando le sostuvo con una mano su pequeña cabeza.

En ese momento Aiden siente como se detiene el tiempo al mismo tiempo que su respiración. No entiende porque su mejor amigo lo está de besando, él está perdido y más sorprendido de sí mismo por devolverle el beso nuevamente.

La mente de Aiden está totalmente en blanco, es un beso arrebatador, un beso de esos que te consumen y te sacan el aire, o casi como si quisiera sacarle el alma del cuerpo.

Es otro de los tantos beso que Hendricks le da desde que lo conoce. Ahora Aiden está dudoso si aquel beso también es un accidente, como lo fueron supuestamente los demás, desde hace cinco años atrás, divididos en cuatro años de la universidad y uno viviendo en Portofino por trabajo. Aiden sabe que Hendricks tiene una cultura y una crianza un poco diferente a la de él y atribuye a toda esa confianza la forma de ser de su amigo.

En ese momento, Aiden perdido en sus pensamientos, rebobinó dentro de su memoria en el tiempo mientras comparten su saliva, en qué momento y desde cuándo, su mejor amigo sentía verdadera atracción o deseo por él, genuinos, o en el mejor de los casos amor, para hacer lo que está haciendo. Se pregunta si lo seguirá haciendo una costumbre, sin tomar en cuenta como lo hace sentir.

*Cinco años atrás.(Flashback)

“Borgoña, Francia”

Es un día lluvioso como tantos en Chablis, un pequeño pueblo en Borgoña, que forma una vasta región del centro-este de Francia situada entre el valle del Loira, Auvernia, Ródano-Alpes y Alsacia.

La familia Heureaux Da’ Grava, conformado por los abuelos Federica e Hilario, la cabeza de la familia Heureaux.

Son de las pocas familias que mantienen la tradición de la elaboración de vinos artesanales.

Su negocio familiar es la elaboración de vinos, pero también contaban con un pequeño hostal que estaba a cargo de los padres de Aiden, un matrimonio bastante peculiar, entre un vinícola francés y una mujer italiana, fotógrafa de vocación.

—¡Aiden necesitamos hablar!— le dice Connor, su padre, con cara de preocupación, al verse estresado con las facturas, cuentas, mantenimiento y administración del pequeño hostal, mientras toma su café— Ya tienes veinticinco años, cumplidos el 15 de Mayo. No doy vasto con el viñedo y el hostal de los abuelos, la señora Bennett, es la única que tenemos contratada y ya está muy mayor de edad, necesitamos sangre nueva, hacer cambios, entre muchas cosas, los turistas están llegando en masa por lo famosa que se ha vuelto la región, y sabes que a través de éste, hospedamos a nuestros compradores y socios, en la fiesta de la cosecha durante todo el año, necesito que vallas a la universidad y aprendas como administrar ese lugar, igual es la herencia de tus abuelos para ti. Hazte de una carrera profesional.

—No necesito gastar dinero en eso papá, puedo aprender de la señora Bennett, pero sabes bien que me encanta más trabajar en el viñedo, que estar rompiéndome la cabeza estudiando, para aprender a atender a un dichoso cliente y administrar un hostal, las uvas no van por el mundo quejándose, exigiendo o pidiendo rebaja.

—Hijo, quiero invertir en el hostal, es la reliquia de la familia, el futuro también está en la hotelería y el turismo, pero no gastaré dinero para no recuperarlos en el menor tiempo posible. Así que debes apoyar a la familia, eres el hombre de la familia después de mí y el mayor, te daré la opción de estudiar a dónde más te guste, te costearé todo. Pero tienes que traerme un titulo para pegarlo en la pared del hostal y que los clientes se sientan más confiados, podremos hasta subir la tarifa de hospedaje.

—¡Papá eso es una perdida de tiempo y dinero, sería más fácil que contrates a alguien que se encargue de todo eso! Tengo razón ¿Cierto madre?— Aiden mira a su mamá con carita de gato y ojitos saltones, mientras come su tostada francesa y su vaso de colacao.

—Si me preguntas a mí, tu padre tiene razón hijo mío, debemos pensar a futuro, eres el mayor, además terminaste la secundaria y siempre pones todo tipo de excusas para inicial la universidad, ya está bueno de tanto reposo.

—¡Pero mamá! Bromelia puede hacer eso, le pega más por ser una chica, ella entrará a la universidad en un año, que es cuando termina su secundaria.

—No está a discusión, igual debes hacerte de una carrera, conocer gente nueva, atraer más inversionistas y compradores, a eso súmale que no te he conocido otra novia a parte de Florencia. Quiero que conozcas a alguien, te enamores y te cases luego, llena la casa de nietos sino quieres mudarte, y si te mudas quiero que los traigas de visita. La juventud se va un día para no volver jamás.

—Amor, te dije que no vuelvas a mencionar a esa joven en esta casa, Aiden ya conocerá a su amor verdadero, esa sólo se acercó a él por beneficio e interés económico y se terminó revolcando con el hijo de los Farad. Si no fuera por Bromelia que la descubrió siendo le infiel, nuestro hijo se hubiera comprometido para matrimonio con el anillo que la abuela.

—Vale, vale, volviendo al tema, a penas agosto está empezando, tienes un mes para organizarte y buscar una buena universidad.

A Aiden no le gusta la idea de irse a alguna ciudad lejana para estudiar, pero siempre quiso ir a París, su padre aún lo necesitaría para ayudar en el viñedo, osea que podía visitarlos ocasionalmente, cuando le pongan las materias a cursar, trataría de cumplir con los créditos, y eso le consumiría mucho tiempo, y aunque no está seguro de conocer un amor para él en la ciudad del amor, luego de haber sufrido esa gran decepción, estaba dispuesto a disfrutar al máximo.

—Sólo si voy a París a estudiar, siempre quise ir, ustedes nunca me llevaron—le dice Aiden, mientras le da una mordida a su tostada francesa, pensando que su padre se negaría considerando el gasto que eso implica.

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