El aire de diciembre estaba impregnado de emoción y expectativa, y la universidad de París parecía más viva que nunca. Con la llegada de las fiestas navideñas, el campus se había llenado de luces brillantes y el bullicio de los estudiantes se intensificaba.
Aquella noche, algunos amigos de Hendricks habían organizado una fiesta en un bar cercano, un lugar popular entre los estudiantes donde la música y el ambiente festivo prometían una noche memorable. Hendricks invito a Aiden, pero él no le aseguro que asistiría. En horas de la tarde, casi poniéndose el sol, Aiden se encontraba en su habitación, observándose en el espejo. Se había puesto una camiseta ajustada y unos jeans que le daban un aire casual, pero la ansiedad lo invadía, no sabía que hacer con su pelo tan largo y lacio, así que se amarro una cola alta con una liga dejando caer algunos mechones y terminó poniéndose una gorra de beisbol negra. Para él se veía con un aire de chico metalero, pero la realidad es que parecía una muñeca rebelde y besable. La idea de estar rodeado de compañeros y, sobre todo, de estar cerca de Hendricks, lo emocionaba y asustaba a la vez. Se preguntaba cómo sería la dinámica en un lugar lleno de estudiantes, especialmente con el alcohol fluyendo. Al llegar al bar, Aiden fue recibido por el sonido de risas y música a todo volumen. La decoración era festiva, con luces de colores y una atmósfera vibrante. Hendricks lo saludó con un beso en la mejilla, lo que le hizo sentir un poco más relajado, aunque también lo incomodaba. Desde que era niño, había aprendido a mantener a la gente a distancia. El acoso escolar que había sufrido en la primaria y la traición de Florencia, su única novia en la secundaria, lo habían marcado profundamente. Recordaba cómo Florencia lo había engañado con su mejor amigo, Bryan Rafad, y eso había dejado una herida en su corazón por mucho tiempo. —¡Aiden! Me alegra que hayas podido venir. ¡Va a ser una noche increíble! —exclamó Hendricks, sus ojos azules brillando con entusiasmo. La música retumbaba y los estudiantes se agrupaban alrededor de las mesas, algunos disfrutando de cócteles, otros bailando. Aiden sintió la energía del lugar y, aunque seguía un poco nervioso, decidió dejarse llevar. Se unió a Hendricks y a sus amigos, riendo y disfrutando de la noche. A medida que la fiesta avanzaba, Aiden notó que el ambiente se volvía más ruidoso. Algunos estudiantes empezaron a beber más de lo que debían, y las conversaciones se tornaban incómodas. Hacían bromas y contaban anécdotas de conquistas. Aiden se mantuvo al margen, observando a su alrededor y sintiendo que la energía de la fiesta era un poco abrumadora. En un momento, un grupo de chicos comenzó a reírse y a criticar a otro compañero que había perdido el control tras varias copas. —¿Qué les pasa a estos? —murmuró Aiden a Hendricks, que estaba a su lado, sonriendo mientras sostenía una copa de vino. —Es solo el ambiente de fiesta. Algunos no saben cuándo parar. Pero no te preocupes, estoy aquí para asegurarme de que estés bien, si es necesario te llevare en mi espalda —dijo Hendricks, dándole una ligera palmadita en el hombro. Sin embargo, Aiden no podía evitar sentir que las críticas eran crueles. La atmósfera se había vuelto tensa, y las risas de la fiesta comenzaron a sentirse forzadas. Al ver a varios compañeros embriagándose y siendo objeto de burlas, Aiden se sintió incómodo. Esa no era la manera en que quería pasar la noche. —Quizás deberíamos salir un rato, tomar aire fresco… yo también empiezo a marearme un poco, talvez por las personas que están fumando—sugirió Aiden, intentando cambiar el rumbo de la noche. Hendricks asintió, y ambos salieron a una pequeña terraza privada y oculta por cortinas en el bar, donde el frío aire invernal les dio un respiro. El sonido de la música se desvaneció un poco al cerrar las puertas corredizas, y Aiden sintió que podía pensar con más claridad. —A veces la gente puede ser muy cruel —dijo Aiden, mirando a las luces parpadeantes en la distancia, su voz era suave y casi femenina, un recordatorio de su apariencia andrógina. —Sí, pero no dejes que eso te afecte. A veces, solo quieren llamar la atención, y piensan que eso los hace interesantes. Pero tú eres diferente, Aiden. No tienes que ser como ellos, además nunca dejaría que hablen de ti en mi cara, tu eres solo mía—respondió Hendricks, su voz llena de sinceridad. Aiden miró a Hendricks, sintiendo que las palabras del chico resonaban profundamente en su interior. En ese momento, la conexión entre ellos parecía volverse más intensa. Hendricks se acercó un poco más, y Aiden podía sentir su calor. Había algo en la forma en que Hendricks lo miraba que lo hacía sentir especial, y se dio cuenta de que deseaba estar más cerca de él. Sin embargo, antes de que Aiden pudiera procesar sus sentimientos, Hendricks lo tomó de la mano y lo atrajo hacia él. Fue un gesto impulsivo, pero la química entre ellos era innegable. En un instante, los labios de Hendricks encontraron los de Aiden, un beso suave pero intenso que hizo que el corazón de Aiden se detuviera por un momento. Para ambos la música se detuvo junto al tiempo. Aiden se quedó paralizado, sorprendido por la audacia de Hendricks, pero también sintiendo una chispa de emoción que nunca había experimentado antes. Hendricks lo besó con dulzura, como si quisiera que Aiden supiera lo que sentía por él. Aiden cerró los ojos y se dejó llevar por la intensidad del momento, sintiendo que sus dudas y miedos se desvanecían. Sus labios húmedos y hambrientos recorrieron los suyos. Hendricks lo aprisionó entre sus brazos y Aiden se sintió cálido por el calor de su cuerpo. Pero también había una parte de él que luchaba por contenerse, recordándole que el afecto cercano siempre había sido una fuente de dolor. Cuando finalmente se separaron, Aiden respiraba con dificultad. Su rostro acalorado delataba lo mucho que le gustó ese beso. Para Aiden era su primer beso, aunque tuvo un noviazgo en el pasado, nunca se atrevió a besar a su en ese entonces novia. Hendricks lo miraba fijamente, y Aiden podía ver en sus ojos una mezcla de vulnerabilidad y esperanza. Había probado sus labios y saboreado su lengua húmeda. —Lo siento, Aiden. No debería haberlo hecho aquí —dijo Hendricks, retrocediendo un paso y bajando la mirada, él hubiera querido invitarla a una cita, comprado algo lindo y haberla llevado a un elegante restaurante, pero por alguna razón no sabe porqué se a vuelto tan torpe y tan tímido frente a Aiden—. No quería presionarte. Aiden sintió una mezcla de confusión y temor. Había temido que su confesión cambiaría todo entre ellos, pero la respuesta de Hendricks le dio esperanza. —Hendricks, hay algo que debo decirte —comenzó Aiden, su voz temblando ligeramente—. ¿Podemos primero regresar al apartamento universitario? Hendricks lo miró con una mezcla de sorpresa y preocupación. Aiden sintió que el momento de la verdad había llegado. —La noche es joven…primero disfrutemos de la fiesta y hablemos luego— se escusa Hendricks con temor de que Aiden le diga que tiene novio en su pueblo natal o algo peor, que es lesbiana o miles de excusas sin sentido. Al regresar al bar, Aiden se sintió más aliviado. La tensión en su pecho se había aflojado un poco, pero aún quedaba un camino por recorrer. Hendricks le había ofrecido su mano y nunca lo soltó, y eso le daba fuerzas para enfrentar sus propios sentimientos. Sin embargo, la noche aún no había terminado. A medida que los estudiantes continuaban bailando y riendo, Hendricks sugirió que fueran a un club cercano que había estado lleno de vida en las últimas semanas. Aiden aceptó, sintiéndose un poco más emocionado ante la idea de seguir disfrutando de la noche con Hendricks a su lado. Al llegar al club, la música era intensa y la pista de baile estaba llena de estudiantes que se movían al ritmo. Con luces tenues en algunos puntos que daban la privacidad que necesitaban. Hendricks tomó la mano de Aiden y lo llevó a la pista, donde comenzaron a bailar. Aiden se dejó llevar por el ambiente, sintiéndose libre y feliz, aunque una parte de él aún estaba procesando el beso que habían compartido. A Hendricks le gustaban las mujeres bien proporcionadas y rubias o de pelo negro, pero por alguna razón no le importaba que Aiden no usara ropa reveladora mostrando sus pechos o una minifalda que atentara con una vista espectacular de sus bragas al agacharse. Y menos le incomodaba el largo o el color de su pelo casi plateado bajos los reflectores. Las horas pasaron volando, y Aiden disfrutó de cada momento, riendo y bailando junto a Hendricks. Hendricks lo tomaba por sus caderas y el calor subía cada vez más entre ellos. Sin embargo, cuando la noche llegó a su fin y se despidieron de sus amigos, Aiden sintió que la realidad lo golpeaba de nuevo. Hendricks lo toma de las manos y salen de la fiesta con rumbo a su apartaestudio. Hendricks se aguantó las ganas de besarla en el taxi. Por eso se mantuvo hablando de la noche maravillosa que habían compartido y que debían de repetirlo antes que pasaran las fiestas navideñas. Al entrar al apartamento, Hendricks sin mediar palabras se quitó su abrigo y el de Aiden arrojándolo al suelo, el rápidamente arrinconó a Aiden en la pared, le quitó la gorra dejándola caer en la alfombra, le soltó el pelo y se volvieron a besar. Ambos se sumergieron en ese apasionado contacto de nuevo. Luego sin darse cuenta llegaron al sofá, donde Hendricks se acostó sobre Aiden presionando sus cuerpos, el italiano sabe que sus besos son puro fuego, él mira a Aiden de ves en cuando y nota que este espera a ser devorado. Hendricks saborea su lengua y la succiona haciendo que Aiden emitiera unos gemidos que hacen endurecer aún más su herramienta en su entrepierna. Hendricks sabe que tiene algunos preservativo listos para ser usados en su billetera. —¡Ummm!—gime Aiden del placer. Hendricks siente algo duro entre ellos además de su propio pene, su mente cree que es algún bote de aerosol pimienta o algo para defenderse en los bolsillos de Aiden. Hendricks desliza sus manos por su pantalón para agarrar su trasero, pero solo sus largos y gruesos dedos pasan un poco mas de su piel desnuda porque su cinturón no le permite ir más allá de sus caderas. Hendricks piensa que nada se interpondrá en hacer a Aiden suya esa misma noche.Hendricks bajo el calor del momento y pensando que sus palabras de afecto y seducción ayudarían al ambiente, decide abrir la boca y expresar lo que Aiden lo hace sentir. —Eres tan deliciosa, que me vuelves loco. Tenía tantas ganas de hacer esto desde que te vi. Nunca había probado unos labios tan dulces y suaves en una chica— murmura Hendricks muy excitado, casi al borde de la locura, lo que lleva a Aiden a intervenir. Había olvidado por completo que Hendrick cree que es una chica por su aspecto y su voz. —Espera…soy un chico—murmura en voz baja— ¡Espera un momento... Hendricks escúchame!—levanta la voz al ver qué Hendricks seguía besándolo, talvez por los tragos en su cabeza— Soy hombre. Un hombre con rasgos andróginos —continuó Aiden, sintiéndose más vulnerable que nunca, mientras se incorpora y se sienta en el sofá —. Creí que te habías dado cuenta. No soy lo que piensas. No soy una chica. Hendricks abre sus ojos como platos por la sorpresa, pero se sorprende a sí mismo sentir
La Nochebuena se acercaba rápidamente y, con ella la Navidad y un aire de alegría y expectativas. Aiden había estado esperando este momento, y no solo porque las festividades navideñas lo emocionaran, sino porque había decidido invitar a Hendricks a pasar el fin de semana en su casa en Chablis, Borgoña, para también celebrar su cumpleaños. La idea de compartir esa parte de su vida con Hendricks lo llenaba de entusiasmo, pero también de nerviosismo. Aiden se había mantenido ocupado y sólo intercambiaban algunos besos castos como despedida o cuando llegaba al apartaestudio. El compró el regalo de Hendricks y su familia. Siempre era Hendricks quien daba el primer paso. Pensó en llevarlo poco a poco a su terreno, él quería que Aiden tomara el papel de chica, quería que él fuera el Omega, el de abajo, el que recibe, el dominado, al que le dan como cajón que no cierra, como había leído en algunos textos y mangas. Finalmente, llegó el día luego de una semana donde casi no coincidían pero
El sonido suave de la respiración de Hendricks llenaba la habitación.Aiden lo observaba en silencio, su pecho subiendo y bajando lentamente bajo la manta. Estar tan cerca de él, sin las barreras de la universidad y las responsabilidades, le hizo darse cuenta de lo mucho que significaba Hendricks para él. Su cuerpo estaba relajado, pero su mente iba a mil por hora.Aiden se giró hacia la ventana, donde las estrellas brillaban en lo alto. El silencio de la noche rural contrastaba con el bullicio de la ciudad. Había algo pacífico en estar allí, en su hogar, con Hendricks a su lado. Sin embargo, su corazón latía con fuerza.«¿Por qué me siento tan inquieto?»— se pregunta Aiden. Cerró los ojos, tratando de calmar su mente, pero su cercanía hacía que sus pensamientos se desborden, su cuerpo reaccionó y se avergonzó al instante. Su solución fue regresar al baño y masturbarsë para aliviarse a sabiendas de que no olvidaría jamás ese "accidente" en su baño. Cuando se lavó regreso a la cama y
El primer día del nuevo semestre llegó con la misma mezcla de emoción y nerviosismo que Aiden había sentido el año anterior.Las calles de París estaban abarrotadas de estudiantes, muchos de ellos regresando de sus vacaciones de invierno. La atmósfera era vibrante, llena de expectativas y nuevas oportunidades.Aiden se sentía algo diferente, un poco más seguro, pero el eco de sus sentimientos por Hendricks aún resonaba en su corazón. Su fin de semana fue fabuloso y aunque no volvieron a besarse tan seguido, por temor a ser descubiertos, piensa que más adelante podrán tener su espacio y aprender a disfrutarse de esa manera.Aiden entró en el campus, observando a sus compañeros charlando animadamente sobre sus vacaciones. En la mañana se despidió de Hendricks que tenía una materia a tempranas horas. Su mente estaba llena de recuerdos del Año Nuevo, de las palabras que había compartido con Hendricks. Aunque había un aura de esperanza, también había incertidumbre. ¿Podría realmente abrirs
La noche avanzó, y Aiden no pudo soportar la tentación de seguir observando. En un impulso, decidió volver a su apartamento. Necesitaba pensar, necesitaría encontrar un modo de superar estos sentimientos que lo estaban consumiendo.Una vez en casa, se sentó en la cama, con la cabeza entre las manos. Cada vez que cerraba los ojos, la imagen de Hendricks y April bailando juntos se reproducía en su mente. El sonido de las risas, la cercanía de sus cuerpos, lo llenaba de una tristeza que no podía explicar.Intentó distraerse, encendiendo su computadora y navegando por internet, pero no pudo concentrarse en nada. Tenía que aclarar sus pensamientos y tomar una decisión.Esa noche, Aiden escucho la puerta principal abrirse, él se levantó del escritorio y se paró detrás de su puerta, definitivamente era Hendricks y no estaba sólo, April estaba con él, las risas retumbaban en todo el aparta estudio.—Jejeje, eres pesado Hendricks...te llevaré a tu habitación solo dime cuál es.—Es la puerta d
Una tarde, mientras Aiden estaba en el aparta-estudio , escuchó el timbre de su teléfono. Era Hendricks, que estaba llamando. Aiden sintió una mezcla de alegría y ansiedad.—¡Hey! —respondió Aiden, tratando de ocultar su nerviosismo, mientras doblaba su ropa luego de un día de lavadera— saliste temprano que no te vi.—¡Aiden! Si...tenia algunas cosas que hacer y llegaré tarde hoy tengo algunas materias en la noche, álgebra y aritmética a las 8 de la noche—dijo Hendricks, sonando un poco tenso—. Quería hablar contigo sobre algo, ahora tengo un descanso de una hora, sé que cuando llegue posiblemente estés dormido.—Claro, ¿qué sucede? —preguntó Aiden, sintiendo que la curiosidad le llenaba el pecho.Hendricks hizo una pausa.—En realidad, estaba pensando en algo. ¿Qué te parece si planeamos un viaje a la playa, pero en Italia, antes de graduarnos?Aiden se sorprendió. —¿A la playa? ¿Te refieres a la playa de Portofino?—Sí, justo eso. Quiero que veas cómo es mi hogar en Italia. Mis padr
El sol comenzaba a ocultarse tras las montañas cuando Aiden y Hendricks llegaron a Portofino.El pequeño pueblo costero aparecía ante ellos como una postal viviente: casas coloridas colgando sobre el acantilado, calles empedradas que serpenteaban hasta el puerto, y el mar Mediterráneo que se extendía hasta el horizonte, reflejando los últimos rayos dorados del día.El trayecto desde el aeropuerto de Génova había sido un recorrido pintoresco, con las ventanas del coche ofreciendo vistas de viñedos, olivos y acantilados. Aiden no podía dejar de admirar el paisaje, aunque una parte de él seguía lidiando con el asombro de estar allí, a punto de vivir unos días que prometían ser inolvidables.—¿Estás nervioso? —preguntó Hendricks, rompiendo el silencio mientras el coche descendía por la sinuosa carretera que los llevaba hacia la costa.—Un poco —admitió Aiden—, pero es más emocionante que otra cosa. Nunca pensé que acabaría aquí… contigo.Hendricks le lanzó una sonrisa tranquila mientras e
Aiden respiró hondo, mirando a Hendricks a los ojos, sintiendo el peso de lo que estaba a punto de decir. El sonido suave de las olas golpeando la orilla y el cielo teñido de tonos naranjas y violetas creaban un ambiente casi mágico. El rostro de Hendricks cambio de entusiasmo a tristeza en segundos.— Quiero lo mejor para ti...me encanta tu familia y estarán mejor con mi plan si lo piensas a profundidad, ese es tu objetivo y se convirtió en el mío, por eso se me ocurrió esta idea, no es porque te Heche al menos o no te crea capaz de salir adelante sin mi ayuda es solo que sería muy muy feliz, y quiero verte feliz a ti también.Al ver Aiden que Hendricks no se daría por vencido, sabe que no se callaría hasta escuchar una respuesta en ese momento. —Mi respuesta es que sí, aunque...—dijo finalmente, con una sonrisa tranquila— acepto todo lo que me has dicho . No sé qué nos depara el futuro...pero quiero que sea contigo... además concuerdo contigo a mi familia le iría mejor con su colab