Es un soleado día de primavera, cuando los jardines alrededor de la residencia de los Harrison florecen en tonos vibrantes de rosa y lavanda, Aiden y Hendricks llegan con Lía.La llamada de Aiden días antes ha permitido a los padres de April, Víctor Harrison y Susan de Harrison, prepararse para recibirlos. Saben que, aunque la visita es breve, ya que solo estarán una semana, el propósito es crucial: legalizar la paternidad de Hendricks sobre Lía, y darle un sentido de pertenencia y seguridad a la pequeña hasta que April despierte del coma y se recupere o que pase lo peor.—¿Como estuvo su vuelo? —les pregunta Susan cuando los recogió en el aeropuerto junto a su esposo.—Todo estuvo bien, salimos muy temprano, Lía se durmió algunos minutos antes de que ustedes llegaran —habla Hendricks con Lía en brazos.—Me imagino lo cansada que debe estar mi nieta—habla Víctor mientras van en el carro en la carretera.Condujeron por media hora y llegaron a unos suburbios. Apalcaron frente a una casa
Cuando pasó la semana, Hendricks regreso a Portofino junto a Aiden y a Lía.Dos días después los padres de Hendricks los invitaron a cenar. La cena llega a su fin luego de la degustación de muchas delicias, y al final Aiden se retiró primero para llevar a dormir a la niña a su habitación.—Les preparé una habitación para cada uno—menciona Anusha la madre de Hendricks, mientras pasan a la terraza y se sirven un café.—Aiden no se siente cómodo durmiendo solo, él se quedará conmigo en mi cuarto.Los padres de Hendricks llevan a colación nuevamente de que Hendricks debe mudarse y mencionan el hecho de que quieren que su hijo busque a alguien y se case. Y no levante falsos rumores al pasar tanto tiempo con su mejor amigo.— Que cosas dices hijo, Aiden es un hombre...los hombres no deberían temerle a nada, y si fuera así ¿porque no se busca una novia y se casa? ya tiene treinta años aunque parezca de veinte—comenta Anusha.Hendricks aprieta los puños. Pensó que tendría más tiempo antes que
Aiden, sorprendido por la severidad de su tono, siente miedo.—Entiendo que hay muchas cosas inexplicables y difíciles de entender, pero por favor escúchame.—¿Es esto lo que viniste a hacer aquí? —lo interrumpe, señalando a su alrededor con una mueca de desagrado—. ¿Viniste hasta Portofino para enredar a mi hijo en… en esto? ¿Para llevarlo por un camino que claramente no es lo mejor para él?Aiden parpadea, incrédulo ante las palabras de Federico, pero toma aire y trata de responder con tranquilidad.—Señor Bazán, yo no "enredé" a Hendricks en nada. Estamos juntos porque nos amamos y queremos criar a Lía juntos. No vine aquí para arruinar su vida, sino para apoyarlo y construir algo con él.Pero Federico no parece impresionado. Más bien, su expresión se endurece aún más.—¿Apoyarlo? —dice, con una risa fría y amarga—. Mi hijo no necesita "apoyo" de alguien como tú. Necesita estabilidad, una familia normal, una madre para esa niña. Lo que tú le ofreces no es más que una fantasía irres
Ava asiente y, con una última mirada llena de confusión y tristeza, lo deja marchar. Conociéndolo sabe que cualquier pregunta no será respondida, nunca había visto a Aiden así de mal.Aiden se dirige a la puerta del hotel y tomando el taxi se marcha del Splendido Mare rumbo al aeropuerto.Ya en el aeropuerto y, al ver el avión que lo llevará lejos, siente como si su corazón se quedara en Portofino, junto con cada recuerdo y cada sueño que compartió con Hendricks.Aiden finalmente llega a Chablis, Borgoña, después de un viaje en el que su corazón ha estado tan pesado como su equipaje. Al abrir la puerta de la casa familiar, es recibido por el aroma familiar del vino y la calidez del hogar. Sin embargo, la alegría de su llegada es rápidamente eclipsada por la sorpresa y la inquietud que se reflejan en los rostros de sus padres.—Aiden, ¡qué sorpresa! No nos avisaste que venías —exclama su madre, Brenda, con una mezcla de alegría y preocupación en su voz. Aiden no puede evitar sentir un
Cuando Hendricks llega a la villa, todo parece normal. La casa, normalmente acogedora, ahora le parece fría. Hendricks entra decidido a buscar respuestas luego de haber confirmado que los documentos de viaje de Aiden no estaban en la caja fuerte, su corazón late con fuerza en su pecho. Encuentra a su padre en el salón, que lo mira como si nada hubiera pasado. Federico se sorprende por lo rápido que su hijo ha regresado a la villa con la cara de preocupación, se imagina que ya se habrá dado cuenta de que Aiden no está en el hotel, lo que significa que le hizo caso y abandonó a Hendricks largándose de sus vidas. Federico siente una felicidad interna pensando en que ya todo estará bien y todo volverá a la normalidad.—¡Hendricks, qué sorpresa verte aquí, hijo!—dice Federico, con tono es casual, pero Hendricks puede ver la inquietud en sus ojos.—¿Donde está Aiden?—No lo sé ¿Por qué me preguntas?Hendricks lo mira, con la angustia y la desesperación dibujadas en su rostro. Sabe que su p
—¡¿Que no me amas?!—le grita Hendricks lleno de impotencia al borde de llorar.Hendricks se acerca rápidamente y toma a Aiden de las manos con fuerza, quitandole el café de las manos, obligándolo a mirarlo directamente a los ojos. La intensidad en la mirada de Hendricks es casi abrumadora, sus ojos azules arden con una mezcla de desesperación y amor que Aiden no puede ignorar.—Hendricks me aprieta muy fuerte...duele—gime Aiden al sentir la fuerza de Hendricks.—¿Como crees que todo esto me hace sentir?¿De verdad quieres que me crea eso? —le susurra Hendricks con voz tensa, apretando sus manos—. ¿Que después de todo lo que vivimos juntos, puedes simplemente decirme que ya no me amas y esperar que yo lo acepte?Aiden intenta apartarse, pero Hendricks no lo suelta. El dolor en su rostro es evidente, y su postura rígida delata el esfuerzo que está haciendo por mantener la compostura.—Déjame, Hendricks. Ya tomé una decisión —responde Aiden en un intento de parecer firme, pero su voz vaci
Hendricks toma el anillo y lo vuelve a poner en su mano depositando un tierno beso. Aiden, aún con la emoción a flor de piel, lo mira intrigado y le pregunta en un susurro:—¿Cómo llegaste tan rápido? Pensé que te llevaría más tiempo... ¿Acaso tú papá no te retuvo o intentó impedir que vinieras?Hendricks sonríe de lado, aunque sus ojos revelan una seriedad que Aiden reconoce al instante.—No pudo hacer nada, soy mayor de edad, es mi vida —Hendricks lo observa, notando el silencio tenso en Aiden, y frunce el ceño—. Aiden, ¿mi padre te dijo algo que te hizo marchar?Aiden evita su mirada, sintiendo el peso de las palabras que no puede pronunciar. La promesa que hizo lo aprisiona, y finalmente se queda en silencio, mirando al suelo.Hendricks observa su reacción, y un destello de comprensión asoma en su mirada.—Le hiciste una promesa de no decir nada, ¿verdad? —le pregunta suavemente, dándose cuenta de lo que pasó.Aiden asiente apenas, sus ojos llenos de una mezcla de angustia y alivi
Sus palabras provocan un silencio inicial. Su madre, sorprendida, es la primera en reaccionar, teme que Federico se vuelva loco y empiece a lanzarle a su hijo todo lo que le llegue a las manos. —¿Borgoña? —pregunta, tratando de procesar la noticia—. ¿Significa que… dejarás Portofino? —Así es, mamá. —Hendricks afirma con serenidad—. Aiden y yo queremos construir nuestra vida juntos, y Chablis es donde queremos estar. Es un lugar tranquilo, perfecto para Lía, y nos permitirá comenzar desde cero. Federico frunce el ceño, claramente molesto, mientras que las hermanas intercambian miradas de sorpresa y emoción. Aurora sonríe ligeramente, alzando una ceja. —Así que, ¿por fin te animaste? —pregunta con una sonrisa cómplice. —Me alegro por ustedes—murmura Ava temiendo que su padre le dé un colapso nervioso, pero ya las trillizas sabían de alguna forma que esos dos tenían una relación más allá que solo buenos amigos. Hendricks asiente, algo aliviado por el apoyo de sus hermanas. —