Capítulo 105: El fin de Ludovica. 
Piero saltó hacia un lado con la agilidad de un felino, no sin antes clavar su mirada en la cabina que giraba vertiginosamente.

Con un grito ahogado, Ludovica se arrojó de la cabina poco antes de que el helicóptero colisionara con el suelo en una bola de fuego. Piero, a pesar de su pie herido, logró arrastrarse fuera del radio de la explosión con un esfuerzo sobrehumano.

El helicóptero impactó contra el suelo con un estruendo metálico, la tierra tembló bajo el impacto de la aeronave y Piero, tendido sobre su espalda, observó cómo las llamas terminaban de consumir lo que quedaba de ella. La noche se había iluminado como si fuera mediodía, y el humo se elevó al cielo en negros remolinos.

Ludovica tosió y jadeó dolorida mientras gateaba lejos de los restos aún chisporroteantes.

Solo cuando el ruido del impacto dejó de retumbar en sus oídos, Piero se acercó, cauteloso, pero decidido. La destrozada aeronave ardía aún con agudas llamas.

Buscó signos de Ludovica entre la maraña retorcida d
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