Días después.La luz del sol entró por los grandes ventanales, derramándose sobre el salón, bañándolo en un cálido resplandor, cuando Payton y Beatriz entraron por la puerta. El aroma del hogar a flores frescas, les dio la bienvenida, pero lo que realmente significaba su vuelta a la normalidad era lo que tenían delante. Laica, estaba sentada en el suelo con las piernas cruzadas. Sus risitas se mezclaban con los balbuceos de Aquiles mientras jugaban con una colorida variedad de cubos.Pero apenas Aquiles vio a Beatriz, dejó de hacer lo que estaba haciendo, y con su pequeña voz llena de súbito reconocimiento y alegría, rompió la serenidad de la escena. —¡Mamá! —exclamó el pequeño feliz caminando con rapidez hacia ella, ante la sorpresa de Payton y de los presentes.Es que Aquiles, a pesar de que hacía un par de meses había comenzado a dar sus primeros pininos, desde que tuvo una caída, se negaba a caminar solo, y cuando lo hacía era tomándose de la pared.Por eso resultaba sorprendent
La voz de Payton retumbó con una seguridad jovial que llenó el salón, como un viento cálido. —Claro que habrá boda —, declaró, con los ojos encendidos con una mezcla de determinación y miedo juguetón. —Y ya que están todos aquí, les pido la mano para casarme con mi mujer, la que amo y con quien deseo pasar el resto de mi vida.Tanto el padre como los hermanos de Beatriz asintieron, mientras la mirada del hombre se posó en Beatriz, cuyas mejillas se sonrojaron de sorpresa y placer. —Y quiero que la boda sea lo más pronto posible, porque me da miedo que la novia se arrepienta y se consiga a alguien mejor.Una carcajada colectiva se extendió entre los familiares, sus risas se mezclaron con el tintineo de las copas que sacó Giullette para brindar.—La novia no se fijará en nadie más, porque tú eres perfecto —dijo ella en un susurro.—Espera un momento, dame cinco minutos —se disculpó Payton, con una sonrisa en la comisura de los labios y se dirigió decidido hacia su despacho.La puerta
Los preparativos de la boda pronto empezaron, Payton quería que se casaran lo más pronto posible y ella estaba de acuerdo, pero antes, Beatriz tenía una cita con el médico, y los cinco hombres de su vida querían ir a la consulta.—No creo que la doctora acepte a tantas personas en su consultorio, no quiero abrumarla y que termine echándonos —señaló ella con preocupación.—No creo que se oponga, además, tú tienes cuatro papás más tu esposo —dijo su hermano Callup abrazándola y besando su frente.Al final ella les permitió ir. Eran los cinco más Beatriz. Horas después entraron al consultorio, la doctora los miró con sorpresa.—Lo siento, doctora —se disculpó ella sintiéndose avergonzada—, no pude evitar que todos vinieran. Los cinco pares de ojos expectantes se posaron sobre la doctora. Su expresión inicial de sorpresa dio paso rápidamente a una risa cálida que llenó la sala.—¡Vaya todo un comité de acompañamiento! —exclamó la doctora, sus ojos brillando con diversión. —Ahora a lo que
El sol brillaba a través de las vidrieras, proyectando un caleidoscopio de colores sobre el antiguo suelo de piedra de la catedral. Beatriz estaba llegando con el corazón golpeteando con fuerza de emoción contra su pecho. Sujetó un ramo de flores silvestres, contra la seda blanca de su vestido ajustado en la parte superior, pero suelto a la altura de la falda, para no estrechar su abultado vientre.Comenzó a caminar de la mano de su padre, con una sonrisa capaz de iluminar el día, en el altar la esperaba Payton, sin perderse un detalle de la mujer que amaba. Sus cabellos dorados, caía en cascada en suaves ondas, encarnando la pureza y la alegría del día, haciendo saltar a su corazón de la emoción.Su recorrido por el pasillo, era una delicada danza entre el nerviosismo y la euforia. Beatriz pudo ver en los ojos de Payton el reflejo de sus propios sueños, las promesas silenciosas que se habían susurrado el uno al otro y que ahora estaban a punto de declararse ante el mundo. La sonris
Al llegar a la recepción, la música comenzó a sonar, acogiendo a los recién casados con una melodía dulce y festiva. Payton tomó la mano de Beatriz y la llevó al centro de la pista de baile, sin pérdida de tiempo.Su primer baile como marido y mujer fue mágico; se movieron como si flotaran, sus cuerpos en perfecta sintonía con la música y el amor que sentían el uno por el otro.Después de su primer baile, Payton levantó al pequeño Aquiles, su hijo de un año, y los tres comenzaron a bailar juntos. El pequeño reía y aplaudía, contagiando de alegría a todos los presentes. La imagen de los tres, bailando bajo las luces y los aplausos, era la viva estampa de la felicidad.La música cambió y los invitados comenzaron a unirse a la pista de baile. Beatriz se separó momentáneamente de Payton para bailar con sus hermanos, que la rodearon con risas y bromas. Luego, Alexis, con su sonrisa contagiosa, la sacó a bailar, recordándole historias de la infancia de su sobrino.Finalmente, Paul, se acerc
El cielo nocturno era un lienzo salpicado de plata por las estrellas y la luna lejana, que se extendía resplandecientes sobre Payton y Beatriz como una bendición sobre su unión.El suave movimiento de las hojas del jardín susurraban secretos, mientras los dos cuerpos yacían entrelazados sobre el lecho improvisado sobre la hierba bañada por el rocío.El corazón de Payton latía en su pecho, a un ritmo que parecía resonar con el pulso de la propia tierra.Contempló el brillo celestial en los ojos de Beatriz, espejos que reflejaban todo el amor que sentían, acarició con suavidad, el pelo que le caía como un delicado manto en el lecho.Él se inclinó hacia su esposa y sus labios se encontraron con los de ella en un beso lleno de promesas eternas, tierno y lleno de reverencia por la vida que estaban forjando juntos.—Te adoro, mi amor, más de lo que las palabras puedan expresar —murmuró Payton contra su piel, su voz como una suave caricia que se correspondía con la ternura de su tacto.Las m
Los tonos dorados del sol poniente se difuminaban en el horizonte, proyectando un cálido resplandor en el rostro de Beatriz mientras hundía los dedos de los pies en la suave y blanca arena, viviendo su idílica luna de miel.A su lado caminaba su esposo, cuya mano se encontraba con la de ella con facilidad y familiaridad, entrelazando sus dedos mientras paseaban por la orilla. El suave batir de las olas contra la playa ponía una relajante banda sonora a su tranquila ensoñación.—¿Estás bien mi amor? —preguntó él con una sonrisa.—Mejor que nunca, son tan feliz, ¿Qué más podría pedir? Un esposo que me complace en todo.—Siempre procuraré que seas la mujer más feliz del mundo —dijo Payton deteniéndose, tomándola por el mentón y besando con suavidad sus labios.—Gracias, yo sé que parecerá raro que te haya dicho para traer a Aquiles y a Laica para que lo cuidara mientras nosotras paseábamos, pero es que no podía imaginar a nuestro Aquiles lejos de nosotros… creo que ya duré mucho tiempo
Los días fueron pasando, y las cosas poco a poco se pusieron en su lugar, hasta las que no se imaginaban. Las mujeres que obligaron a escapar a Beatriz de la cárcel, fueron atrapadas, pero días después, murieron en una pelea junto con las guardias que la habían lastimado.—Gracias a Dios que esas mujeres ya no son una amenaza para ti, desde que me dijiste que te había amenazado para que escaparas, y que te habían dicho que si las capturaban te harían daño, no tenía paz. Ahora si podré dormir tranquilo.Ella se quedó viéndolo pensativo.—¿Acaso tuviste algo que ver con la muerte de ellas? —interrogó con sospecha.Él la miró con sorpresa.—¿Es en serio? ¿Me crees un criminal? —ella lo miró con intensidad y él la miró avergonzado —, bueno, no lo soy… aunque debo confesarte que estaba haciendo planes para acabar con todas ellas, pero al parecer el destino se me adelantó —dijo con un deje de misterio en su expresión.—¿Seguro? —insistió.—Ya yo te dije esposa… aunque me imagino que vivir