Capítulo 113: El beso de fuego.

Con un movimiento rápido e irritado, se arrancó la máscara de la cara, revelando un ceño fruncido grabado en sus rasgos robustos. Tanya, imperturbable ante su aparente enfado, se limitó a esbozar una sonrisa socarrona y satisfecha que sólo pareció avivar su irritación.

—¿Te estás burlando de mí? —, le preguntó en voz baja y con un tono acusador.

En respuesta, Tanya levantó los brazos, le agarró suavemente la barbilla con los dedos y, sin mediar palabra, apretó los labios contra los suyos, en un casto beso.

Él hizo un intento poco entusiasta de retroceder, con la mente agitada por las protestas, pero el deseo por la mujer que tenía delante era más fuerte que cualquier sentimiento de indignación. Sus objeciones murieron en sus labios, tragadas por la calidez de su boca.

Con un instinto casi primario, la cogió en brazos y sus manos se atrevieron a abrazarla mientras la multitud de mujeres que los rodeaba prorrumpía en silbidos y gritos de entusiasmo, aplaudiendo el espectáculo.

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