34. CONTINUACIÓN

KIERAN:

No respondí a la pregunta de mi Beta. Me acerqué a todo el grupo de la manada del norte que se había reunido en mi salón, junto a mis hombres al mando de Rafe, que los tenía rodeados; un solo movimiento en falso y serían eliminados. El Alfa Aleph miró cómo se llevaban a su hija con rabia; sabía que tenía razón. Era la ley de los Alfas, él en mi lugar habría hecho lo mismo, si no peor.

—Este es el precio de la paz entre nuestras manadas. Tu preciosa Chandra aprenderá que conmigo nadie juega.

Aleph asintió, apretando los puños. La vergüenza reflejada en su rostro. Había querido ser mi Luna y había traspasado los límites, y ahora sería reducida a una simple concubina, el escalón más bajo en la jerarquía de la manada.

—Alfa Kieran, espero que este incidente no rompa lo que hab&iacut
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