14. EL OFRECIMIENTO

KIERAN:

Arrugué mi nariz mientras sentía mis colmillos asomarse. Ésta humana se empeñaba en faltarme el respeto una y otra vez. El depredador en mí se hizo presente cuando la sangre subió a mi cabeza. Por la forma en que abrió sus ojos, supe que los míos debían estar rojos, lo cual pareció recordarle que no trataba con un hombre común.

Con un suspiro, se dejó caer en la cama desfallecida; mi instinto me decía que estaba mareada. Mis cachorros eran demasiado poderosos. ¿Podría ella aguantarlos?

— Señorita Claris —siseé mientras volvía a sentarme, usando mi voz de Alfa para recordarle que seguía siendo su jefe y me debía respeto—. Su prioridad en este momento deben ser mis cachorros que lleva en su vientre. Por eso estoy aquí; debemos hablar sobre lo que vamos a hacer.

Llevó instintivamente su
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