El decirlo, no lo hace realidad. Despierto sintiéndome adolorido, sonrío al recordar la razón, cuando me percato de que la causante de mi doloroso placer, se ha ido. Busco por toda la casa, y no hay rastro de ella. Se fue. Siendo domingo, el último domingo de cada mes, me toca la tortura de la reunión familiar. Inclino mi cabeza al cielo buscando armonía, y las imágenes de la noche con Liesel, aparecen una y otra vez. Y como recuerdo que ya no me siento obligado a asistir, o cruzarme con esa familia, decido quedarme en casa y relajarme. Lavo el auto, mientras echo miradas hacia a casa de Wagner, me atreví a llamarla, sin embargo, solo me recibió el contestador. Después de eso, es mejor entrar y apagar mi celular, así, nadie de los Fisher me molestara. Cuando es casi las seis de la tarde, escucho la puerta de mi casa, abro y me sorprende ver a Liesel. —¡Holis, señor Fredricksen! —saluda con su estúpido apodo. Le doy la bienvenida con mi mejor cara de culo—Hola, descarada—arre
La verdad no peca, pero incomoda. —¡Hola papá! —le doy un abrazo que corresponde de inmediato—¿Cómo estás? —Feliz de verte, pensé que no vendrías, estaba preocupado. —No me lo perdería por nada del mundo—el sarcasmo es evidente en la forma en la que lo expreso, provocando que mi adorada abuela gruña en evidente desagrado. —¿Cómo te va en el departamento de compras? —interroga el viejo, mientras hace una señal a sus empleados para que sirvan la cena. —Estoy bien—no entro en detalles, él tiene especial conocimiento de mis asuntos en la compañía. —Me enteré que les fue bien en la feria de recaudación, fueron el departamento que más recaudaciones obtuvo. —Y eso que, con solo dos semanas de preparación, imagina lo que hubiéramos hecho con los seis meses oficiales—acuso a mi hermanito, quien por poco se atraganta con la comida. —¿Dos semanas? Aunque recuerdo que su departamento no es elegido por todo el trabajo que deben hacer en la compañía—da un vistazo rápido hacia mi hermano, qui
El despertador se activa a las cuatro de la mañana en punto, me levanto tratando de desperezarme y tomo un conjunto deportivo, la noche de ayer estuvo estresante, lidiar con la “familia” es algo que me causa irritación.Me levanto de mal humor, quizás correr unos cuantos kilómetros sea lo mejor para que la mente se despabile de una buena vez.Hago calentamientos sobre la cera de la casa antes de comenzar, el vecindario es seguro, no es lujoso, es cómodo y de buen ver, parecido mucho a donde viví con mi madre.Subo el volumen de mis airpods hasta el tope, coloco el celular en mi antebrazo, asegurando el soporte para que no se caiga y se haga mierda.Ando muy irritable, desde que cumplí los catorce años siento que esta vida no es lo que deseara. Si, hay mucho dinero de por medio más, no siempre fue así.Sonrío al ver una bella rubia, la conozco de algún lado, ¡oh si!, en su garaje hace un mes, pasé por ahí de casualidad y la vi batallar con una llanta pinchada. Bonita forma de agradecim
Si, bienvenido al infierno de Sandra…—Vienes tarde—acusa con seriedad viendo el reloj que adorna su muñeca.—Es una larga historia—pongo mi mejor carita de niño bueno y ella odia eso, motivo por el cual lo hago—Si no estuviste apunto de matar a alguien, no me interesa—abro la boca para decirle que así fue, pero me detiene poniendo su mano enfrente—dije que no me interesa—me extiende unas carpetas mientras da la vuelta para guiarme hasta mi nuevo cubículo—son las facturas del mes pasado, debes subirlas al sistema y enviar las que estén pendientes a contabilidad, separarlas por código y Anton—da la vuelta con rapidez, haciendo que me pare en seco—lo quiero para ayer—sentencia, dándose paso hasta su oficina lejos de los plebeyos.La veo perderse, miro el cubículo que es más pequeño de lo que pensaba, el que estaba anteriormente debió ser un puerco, al parecer lo prepararon especialmente para mí, el personal de limpieza no se dignó a sacar la basura.Desalojo de todo lo que hay sobre e
Y como no todo lo que pasa por mi vida es color de rosa…—¿Qué hace el gerente general por estos lares? —Karen, una de las chicas del departamento, interroga, al escuchar decir eso, intento no atragantarme con un pedazo de carne, demasiado tarde, toso cuando siento pasar el pedazo sin estar bien masticado, tomo agua de inmediato para evitar mi muerte, sus miradas se detienen en nosotros incluidas las del señor “camino sin desear pisar el suelo por donde paso”.No levanto la mirada, agradezco las palmaditas de Karen en mi espalda, siento el tiempo detenerse cuando el gerente se para en seco al escuchar el pequeño alboroto de mi presunto ahogamiento, levanto la mirada que choca con la suya, proponente, altanero, sin una pisca de humildad.Mira de soslayo como es su costumbre por ser una deidad inalcanzable, claro, todo eso está en su pequeña mente mortal.El aire se torna pesado cuando sin querer, le sostengo la mirada con mi mejor cara de culo, inexpresivo como solo yo puedo serlo, y s
Me visto con camisa gris y corbata negra a juego con el pantalón, peino mi cabello hacia atrás y afeito la barba de dos días. Decidí no ir a correr hoy, logré despertarme un poco más tarde, lo que cené ayer no hará meya en mi anatomía, no me preocupo mucho por eso. Salgo de la casa en mi automóvil, saludo al guarda de seguridad y agradezco el haber abierto antes de llegar al portón de salida. Pongo la radio a volumen moderado y me concentro en la carretera, no quiero que haya ningún inconveniente con nadie. Sano y salvo, llego a la compañía, aparco el auto y tomo el ascensor, solo espero que la rabieta de Manfrid, no haya afectado que siga en el departamento de compras. No me molesta ser un car parking, ni tampoco un conserje, mucho menos estar en recepción, solo quiero que dejen de fastidiarme. —¡Buenos días Meyer! —saluda efusiva Karen, sorbiendo de su café. —Buen día—coloco el portafolios en una de las gavetas y limpio el lugar, que gracias al cielo no está sucio como ayer. —
Mala idea haberme vestido de camisa manga larga, llevamos una hora aquí dentro y siento que estoy en la entrada del infierno. No entiendo cómo trabajan personas aquí dentro, mi corbata está perdida por algún lugar.—Para que esto sea más fácil podríamos hacerlo juntos—indica la malcriada tras de mi—¿te parece?—¡No! —doy la vuelta para seguir acomodando los productos.—Solo digo que si nos ayudamos vamos a terminar más rápido.—¡No! —es una respuesta rotunda, escucho que susurra un “está bien” y me hace sentir un idiota por tratarla tal cual me lo hacen a mí.Cierro lo ojos y con sumo esfuerzo de mi parte me vuelo a ella—Lo siento, todo esto es muy frustrante—señalo el caos en el lugar, lo peor de todo es que es por mi causa.—Si, bueno, es algo extraño que el sitio este como si aquí pasó un tornado y a todo esto ¿en qué compañía tienen a un ascensorista?—Aquí no es nada extraño, Jaime fue contratado hace un año para completar sus cuotas y así poder jubilarse, y de eso le faltan—miro
Los gritos de reproche de Manfrid, me tienen sin cuidado. Es el colmo que quiera arruinar el cumpleaños número quince de su propia hija, por el simple hecho de su odio hacia mi persona.Sabe perfectamente que Dagna me adora y que yo la quiero porque es mi sobrina adorada.Mi celular suena con una llamada entrante, justamente la persona que imaginaba—Señor Fisher, que placer el de su llamada—contesto para fastidiarlo.—Últimamente estas altanero ¿Qué pasó con ese niño que bajaba la cabeza por todo?—Siento informarte que, ya creció. Me dirás que desea señor, aunque imagino que es para informarme que no seré bienvenido es su casa para el cumpleaños de su vis nieta.—Al contrario, necesitamos hablar, así que nos vemos mañana, Antón Fisher.Y así cuelga la llamada, nauseas me provoca que diga eso, que diga mi nombre seguido de ese asqueroso apellido.Para colmo me encuentro a la malcriada en estacionamiento, está dando patadas a su auto furiosa, como no deseo cruzar palabras con ella, me